Cómo dormir lo mejor posible en un viaje de avión

Abrirte camino entre turistas despistados, agentes de seguridad poco amistosos, y personal de líneas aéreas al que no le importa si tienes prisa o no es solo la mitad de la aventura.

Una vez llegas a tu asiento en un avión te queda todo un vuelo por delante. La mejor estrategia es dormir todo el viaje de un tirón pero ¿Cómo hacerlo? Sorprendentemente, no es tan difícil si se planifica bien.

Tu plan de ataque

No importa a donde vayas. Si es posible, trata de hacer el viaje en un único vuelo. No hay nada más agotador para el sueño que tener que hacer escalas y deambular como un zombie por el aeropuerto. En segundo lugar, trata de programar la salida de tu vuelo para la tarde, aunque tendrás que ajustar el horario en función de las zonas horarias que vayas a cruzar para tratar de respetar en la medida de lo posible el ritmo en tu país de origen. En otras palabras, duerme en el vuelo para llegar por la mañana.

Por otra parte, elegir vuelos en horarios de bajo tráfico (evita los fines de semana) puede incrementar tus posibilidades de ser ubicado en una fila vacía, lo que significa que vas a poder extenderte a gusto.

Evidentemente, si tu bolsillo o tus millas pueden permitírselo, lo mejor es contratar el vuelo en clase business, sobre todo si es transoceánico. Si no puedes permitírtelo, tu mejor opción es lograr que te ubiquen en la fila junto a la salida de emergencia, donde podrás estirar las piernas a placer, y tus compañeros de asiento no necesitarán que te levantes para salir. Igualmente, trata de acercarte lo más posible a la parte delantera del avión, que es la zona más silenciosa. Por el mismo motivo, evita como la peste los asientos cercanos a los baños, o tu sueño se verá constantemente alterado por ruido de cisternas y personas caminando.

Un último consejo relativo a la selección de asiento. Si llegas tarde y ya están todos los asientos buenos ocupados, una buena estrategia a la desesperada es elegir los asientos del final (de nuevo, esquivando los baños). Los aviones suelen llenarse de adelante hacia atrás. Si el vuelo no va lleno a rebosar, tienes más posibilidades de ser ubicado al lado de un asiento vacío si te vas al fondo del avión. La mala noticia es que tendrás que esperar hasta el final para desembarcar. No elijas esta opción si tienes prisa o haces escalas.

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Arriba los pijamas

Dejemos una cosa clara. No volamos porque resulte más fashion. La única razón por la que lo hacemos es porque la alternativa es pasar días o semanas metido en un barco, un autobús o un tren. Olvídate de lo que piensen los demás. Siempre y cuando no molestes a los demás pasajeros, el objetivo es estar lo más cómodo posible, y eso significa: pijama, concretamente unos pantalones de pijama.

No olvides llevarte unos pantalones de pijama o deportivos. Algo con lo que te sientas cómodo para dormir. Tampoco olvides unos calcetines gruesos en el equipaje de mano para poder quitarte el calzado. Una vez el avión alcance su altitud de crucero, apresúrate al baño antes de que lo ensucien demasiado, cámbiate, lávate los dientes y la cara, o haz lo que sea tu rutina habitual antes de dormir. Si llevas lentes de contacto nunca olvides llevar una cesta llena de líquido en el bolsillo.

Tanto si llevas tu propia manta, como si utilizas una de la aerolínea, procura abrocharte el cinturón por encima. Así se moverá menos, y la azafata no tendrá que molestarte para comprobar que lo llevas abrochado en caso de turbulencias. Si tienes asientos sin ocupar a tu alrededor, que no te de verguenza utilizar más mantas o almohadas. Están para eso.


Elige tus accesorios con cuidado

Incluso aunque te haya tocado un mal asiento en cabina, puedes dormir bastante bien si eliges los accesorios correctos. Si tienes problemas para dormir con luz o destellos ocasionales, lo mejor es que inviertas en un buen antifaz para taparte los ojos. Si no eres tan sensible, basta con un sombrero o una gorra que puedas echarte hacia adelante para proteger tus ojos de las luces ocasionales. Unos auriculares con cancelación de ruido, o unos tapones para los oídos ayudarán a crear la atmósfera de tranquilidad necesaria.


El principal problema de ciertos asientos es que no es posible apoyar la cabeza en nada cómodo. Por esa razón es casi imprescindible llevar con nosotros un reposacabezas que nos resulte comfortable y que transpire bien. El truco está en ponérnoslo al revés, con la abertura en la parte posterior del cuello en vez de delante. De esta manera, podremos reposar la barbilla sobre la almohada y evitaremos que el cuello se nos doble hacia delante al relajarnos y nos despertemos sobresaltados, que es una sensación horrible. Si añadimos unas gotas de esencia de lavanda o del perfume de nuestra elección a la almohada también evitaremos olores corporales conflictivos por parte de otros pasajeros menos propensos a la higiene personal.

Si todo esto no es suficiente, podemos recurrir a somníferos. El único punto a tener en cuenta es que nunca los mezclemos con alcohol. De hecho, el mejor consejo es no ingerir alcohol en absoluto durante el vuelo. La sequedad del aire en cabina, unida al alcohol, nos deshidratará más rápido. Eso es garantía casi segura de llegar a nuestro destino con una mala resaca y dolor de cabeza.

Finalmente, no hay que olvidar programar en el móvil una alarma con vibración al menos 45 minutos antes de la llegada del vuelo. La clave es despertar antes que el resto de pasajeros para poder volver al baño, cambiarnos, arreglarnos con tranquilidad y prepararlo todo para aterrizar y desembarcar sin incidencias. El resto ya es solo abrirnos paso entre la muchedumbre para recoger nuestro equipaje.
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