Infancia - Diario de viaje

Era de norte la tarde.

Viento fuerte y olas altas. Villa del Mar quedaba vacía. Del boulevard al mar, la arena era un panal alborotado. El cigarro se apagaba y la boca infantil mantenía la presión de los labios sobre la colilla. Avánzabamos.

Éramos ocho brazos sosteniendo un tronco más largo que nuestros cuerpos titubeantes, más sólido que nuestras miradas llorosas y veladas de arena.

Al llegar al mar, inclinábamos más el rostro y embestíamos el aire húmedo. Aventábamos el tronco y, sobre los golpes de agua, nos montábamos en él.

Cada ola era una montaña rusa. Cada descenso un golpe. Cada moretón un trofeo. Cabalgábamos.

Era de norte la tarde. Era de infancia la vida. Era de Veracruz la sal.
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