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El Archipiélago de Revillagigedo, un hogar de gigantes

Nota sobre El Archipiélago de Revillagigedo, un hogar de gigantes
Este archipiélago está a más de 500 km de San José del Cabo, en el Pacífico, y forma parte de Colima. Está integrado por cuatro islas volcánicas; Socorro, es la mayor de todas, San Benedicto, Roca Partida e Isla Clarión (en esta última, por alejada, rara vez se bucea).

El viaje

Llegamos a Los Cabos para embarcarnos en el Rocío del Mar, un crucero de buceo con capacidad para veinte personas más su tripulación, el cual nos llevaría a través del Pacífico durante 28 horas para arribar a la isla Socorro y después explorar las demás islas en un viaje de nueve días.

Una vez a bordo y viendo como desaparecían las luces de Los Cabos en el horizonte, me vino un sentimiento de nostalgia, un hormigueo en el estómago al dejar la civilización atrás por algunos días.

Isla Socorro

El sonido de la campana del barco avisó que era hora de equiparse para el primer buceo, salí a la plataforma y todo era demasiado hermoso. Observé unos riscos color sangre, iluminados por los primeros rayos de sol y cientos de pájaros bobos volando alrededor del barco, el guía me señaló el lugar donde bucearíamos: unas lenguas de lava que descienden desde una montaña hasta el fondo marino, todo parecía salido de alguna película.

Isla Socorro tiene dos sitios de buceo que son espectaculares y bien conocidos por los buceadores: Cabo Pierce y Punta Tosca, ambos resultado de lava derretida que formó una “lengua” que abarca una gran distancia dentro del mar, creando estaciones de limpieza formadas por peces ángel de Clarión (Holocanthus Clarionensis) y peces mariposa (Amphichaetodon howensis) que se encargan de dar un servicio de limpieza eliminando parásitos, piel muerta y hongos a las mantarrayas gigantes, que llegan a medir 5 metros de envergadura, y a cardúmenes de decenas de tiburones martillo (Sphyrna mokarran).

La estación de limpieza que más me sorprendió fue en el punto de buceo de Cabo Pierce. A 40 metros de profundidad, decenas de coloridos ángeles y mariposas se encontraban esperando a sus huéspedes. Cuando algún grupo se acerca para recibir sus servicios, éstos nadan rápidamente limpiando dentro de sus bocas y branquias. Desafortunadamente nuestra llegada ahuyentó un banco de tiburones martillo pues son extremadamente tímidos y nuestro tiempo de fondo era muy reducido debido a la gran profundidad. Me hubiera encantado ver esos hermosos ángeles de Clarión limpiar la dentadura de un tiburón, aunque nuestra aventura apenas comenzaba y habría más oportunidades para ese espectáculo natural.



Después de cuatro buceos en el día, nos reunimos en el comedor del barco para cenar y platicar nuestras aventuras, cuando de pronto, un marinero llegó corriendo para avisar que la plataforma del barco estaba rodeada por tiburones sedosos (Carcharhinus falciformis) atraídos por las luces. Rápidamente preparé mi cámara y salté al agua sin pensar que era de noche y estaría esnorqueleando en medio de un grupo de tiburones. ¡Era como un sueño! Sus aletas cortaban la superficie y proyectaban su reflejo en el agua, nadando curiosamente directo al domo de mi cámara. No sé si fue el vino o la adrenalina, pero una vez fuera del agua, al ver las imágenes, pensé que debí haber planeado un poco mejor esa inmersión, aun así, fue sorprendente compartir parte de la velada con esos depredadores.

Encuentros asombrosos

Al día siguiente, nos dirigimos hacia Punta Tosca, al otro extremo de la isla. Convencimos a la tripulación para entrar al agua lo más temprano posible y a tan solo unos minutos de la primera inmersión, vi una enorme silueta que se acercaba entre la penumbra, y a juzgar por el tamaño, pensé primero que era un tiburón ballena joven. Para mi sorpresa, era un enorme tiburón tigre (Galeocerdo cuvieri). Desgraciadamente despareció en cuestión de segundos antes de poder fotografiarlo.

La siguiente inmersión fue la mejor experiencia que he tenido con mantarrayas gigantes (Manta birostris). Estábamos esperando junto a una estación de limpieza a que algún animal acudiera a su cita de belleza, cuando un ejército de seis mantas gigantes de más de 5 metros nadaron hacia nosotros, formados y realizando un majestuoso ballet acuático. Fue una experiencia inolvidable.

Roca Partida

La isla está en medio de la nada, en el enorme océano. Es lo que queda del centro de lava solidificada de un volcán, las olas borraron las paredes de la montaña, dejando solamente un pináculo que comienza alrededor de 15 metros sobre el mar y desciende verticalmente a 60 metros de profundidad, a la punta de una enorme montaña submarina.

Este lugar es, sin duda, el mejor sitio de buceo que tiene México, es un oasis de vida en medio de un desierto azul; sitio de descanso, reproducción y alimentación para cientos de tiburones de punta blanca, sedosos, de Galápagos, martillos, puntas plateadas, cardúmenes de cientos de gigantes atunes de aleta amarilla, que llegan a pesar más de 200 kilos.

Así caímos al agua en un mar embravecido y descendimos en medio de cardúmenes de cientos de jureles. Nos acercamos a la pared de la roca y encontramos pequeñas plataformas como si fueran terrazas a diferentes profundidades y todas ellas ocupadas por decenas de tiburones de punta blanca (Carcharhinus longimanus) que durante el día las utilizan para descansar.

A medida que bajamos más, comenzamos a ver tiburones más grandes; de pronto, me encontré a 40 metros de profundidad fotografiando un grupo de tiburones de punta plateada (Carcharhinus albimarginatus) y por un momento dejé la cámara a un lado para disfrutar el hermoso espectáculo que ocurría a mi alrededor: decenas de tiburones de Galápagos (Carcharhinus galapagensis) y puntas plateadas me rodeaban en perfecta simetría creando un enorme vórtice viviente a mi alrededor.



Debido a que todas estas inmersiones son a gran profundidad y por un tiempo de fondo prolongado, es indispensable realizar una parada de seguridad a 5 metros por 3 minutos. En alguno de esos momentos, flotando en medio del azul debido a que la corriente nos alejó de la roca, vi cómo mis compañeros señalaban hacia un punto en específico, nadé rápidamente para ver a qué se referían y encontré a una madre con su cría de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae). ¡Parecían dos enormes aviones de carga los “pequeños”!

Isla San Benedicto

Es una isla volcánica con una montaña en uno de los costados, la cual está formada por ceniza del volcán que hoy en día está activo, estas cenizas forman enormes cuchillas desde la punta de la montaña hasta la orilla de la playa. Pareciera que un gato gigante arañó las colinas de este lugar, dándole formas caprichosas y otras tantas simétricas.

Nuestra primera inmersión fue en un sitio llamado “El Cañón”, una cordillera de pequeñas montañas de roca volcánica y algunas de ellas son estaciones de limpieza.

Descendimos en un banco de arena volcánica color negro y nuestro guía nos indicó la dirección de la cordillera, a medida que avanzábamos, no parecía haber mucha vida marina ni corales, tuvimos una fuerte corriente que dificultaba nuestro avance, y de pronto, el guía me señaló una montaña y me indicó acercarme lentamente y muy pegado al fondo, tratando de respirar lo menos posible.

Hice caso a todas sus indicaciones y de pronto vi una nube de cientos de tiburones martillo nadando alrededor de este montículo que estaba cubierto por peces mariposa, que trabajaban arduamente para limpiar a este gran cardumen de tiburones.

El agua no era muy clara y los rayos de sol apenas comenzaban a penetrar la superficie, dándole un toque tenebroso al momento; mientras, nosotros permanecíamos “pecho tierra” moviéndonos lo menos posible, esperando a que regresara el cardumen que iba y venía.

De pronto aparecieron tan rápido como se fueron, estábamos rodeados por cientos de tiburones martillo de 3 metros de largo. Sabemos que son inofensivos pero su aspecto, tamaño y gran número, intimida y emociona a cualquiera.

Otro famoso sitio de buceo en la isla es un pináculo volcánico que emerge hasta la superficie atrayendo mantas gigantes que nadan alrededor de éste, en una majestuosa danza que puede llegar a durar horas, también se pueden observar diferentes especies de tiburones y cardúmenes de jureles (Trachurus trachurus).

Era la última inmersión y nadaba al lado de una manta a pocos centímetros, observé cómo su mirada expresaba paz y armonía. No me explico cómo hay quienes las matan; a la fecha, han sido casi totalmente borrados del Mar de Cortés.

Sabemos que hay muchas embarcaciones que penetran ilegalmente a estos santuarios, atrapan muchos tiburones y atunes, entre otras especies, pero me reconforta pensar que estas islas en particular son un santuario para los animales aquí descritos, debido a la gran distancia que tienen con la parte continental.

Queda en cada uno de nosotros, el rechazar el consumo de carne de tiburón o manta para que ellos puedan seguir nadando en uno de los pocos lugares salvajes, el archipiélago de Revillagigedo.