10 cosas que hacemos en los hoteles pero no contamos

Cuando viajamos y nos alojamos en hoteles hay algunas cosas que hacemos, pero que no queremos contar a nadie por vergüenza.

Cuando salimos de casa y nos vamos de vacaciones tenemos cierta tendencia a despendolarnos. Ocurre en los hoteles, donde nos sentimos tan libres que solemos actuar de maneras que se alejan de lo que habitualmente hacemos en casa. Desconectamos de todo y, en cierto modo, volvemos a nuestra infancia, siendo desordenados y actuando de forma imprevisible. A continuación vamos a repasar 10 de esas cosas que en alguna ocasión hemos hecho en los hoteles, pero que por vergüenza no solemos contar a nuestros amigos y familiares.

1. Nos llevamos las cosas

Asaltar la habitación del hotel y llevarnos algunos de los objetos que encontramos dentro es algo muy español y del turista de hace unas décadas. Pero hemos crecido acostumbrados a ver cómo lo hacían nuestros abuelos y nuestros padres, por lo que en cierta manera, con honrosas excepciones, nosotros también lo hacemos. En algunos hoteles ya hay control acerca de los distintos objetos que se incluyen en las habitaciones, especialmente las toallas. Si nos llevamos algo que no debemos nos lo cobrarán cuando abandonemos el cuarto. Para este tipo de casos en los que tengamos el acto reflejo de llevarnos algo, en algunos hoteles nos proporcionan simpáticos kits de bienvenida con productos que sí podemos meternos en la maleta sin sufrir ningún tipo de represalia.

2. Dormimos más de la cuenta

Al ir de viaje a otra ciudad tenemos la intención de hacer turismo, de pasarlo bien recorriendo el lugar y de hacer cosas distintas, pero también sufrimos una gran tentación de remolonear en la cama. Así que en muchas ocasiones, antes de levantarnos a primera hora de la mañana, lo que hacemos es quedarnos debajo de las sábanas durmiendo hasta horas intempestivas. Perdemos tiempo de vacaciones y no aprovechamos lo que deberíamos aprovechar, pero lo que hacemos es perder el tiempo. No es que nos importe mucho perder el tiempo si disfrutamos de la cama, descansando y poniéndonos a tono para seguir haciendo turismo después. Pero seguro que no se lo contamos a nuestros amigos.

3. Nos bebemos el minibar

El minibar es un peligro. Normalmente en nuestro día a día no tenemos costumbre de beber alcohol y mucho menos exóticas botellitas como las que podemos encontrar dentro de él. Cuando nos quedamos en la habitación, antes de dormir o en otro momento, atacamos el minibar y nos bebemos las botellitas. Siempre con control, pero lo hacemos, y el precio no suele ser precisamente económico. Además, también acaba cayendo alguna bolsa de patatas o de cacahuetes, por eso de no beber con el estómago vacío. Pero tampoco es una costumbre, no nos sintamos tan mal por hacerlo alguna vez.

4. Somos desordenados

Desordenamos al máximo prácticamente por afición. Sabemos que podemos doblar la ropa y dejarla bien puesta en la silla o en el armario, pero no lo hacemos. Preferimos quitarnos la ropa a lo bestia, lanzándola por los aires y dejando que caiga donde tenga que caer. Somos un poco más desordenados de lo que deberíamos. También dejamos caer al suelo los envoltorios de las patatas que nos hemos comido antes, y los botellines del minibar los abandonamos vacíos “donde pillamos”. Las señoras de la limpieza tienen luego que sufrir nuestros arrebatos de desorden que nos conectan con ese lugar donde no existen reglas.

5. A por el bufé

El bufé libre de los hoteles es un absoluto peligro para nuestra línea. En casa comeríamos una comida equilibrada, con un primer plato y un segundo, como mucho. En un hotel que no tuviera bufé lo que haríamos sería pedir los platos correspondientes, algo rico, pero sin excesos. Con los bufé, ya sea de comida o de desayuno, nos dejamos llevar y esto se convierte en una pesadilla para nuestro estómago. Comemos, comemos y comemos. Más por gula que por otra cosa. Queremos probarlo todo. Y cuando llegamos al postre, aunque estamos llenos, hacemos sitio para comer un poquito más. Luego es mejor que nos vayamos a caminar a un ritmo rápido si queremos quemar las muchas calorías que hayamos acumulado.

6. Los canales de televisión prohibidos

Somos personas respetables y tenemos una vida normal, no somos pervertidos. Pero en los hoteles, con los canales de televisión dedicados a los contenidos para adultos, tenemos la tentación de comportarnos de una forma distinta. Un vistacillo a una película erótica por aquí, una sesión con nuestra pareja viendo vídeos de pago a nuestra disposición a la carta… seguro que le queremos poner un toque de pasión a nuestra relación viendo estos contenidos que no dejan ningún tipo de rastro en el hotel. Y es curioso, porque con Internet todo esto no es muy necesario, pero lo seguimos haciendo.



7. Mucho ojo con la piscina durante la noche

Lo hemos visto en películas y al final nos dan tentaciones de hacerlo también a nosotros. Hablamos de asaltar la piscina del hotel durante la noche, colándonos sin que nadie nos vea para bañarnos de forma privada. Lo peor es que no nos bañamos tal cual, sino que lo hacemos desnudos. Porque no hay mejor forma de celebrar una infiltración nocturna que hacerlo a lo grande. Seguro que nuestra pareja nos lo agradece si estamos buscando una forma de aportar algo distinto a nuestra relación.

8. Preguntar por los famosos

Si visitamos algún lugar turístico y el hotel en el que nos alojamos tiene un poco de categoría solemos tender a preguntarles a los empleados del hotel por los huéspedes de fama que se han alojado allí. Esto es normalmente información confidencial y no nos deberían decir nada, pero tenemos un lado cotilla que es imposible frenar en muchos momentos. Intentemos ser un poco buenas personas y no poner en un aprieto a los pobres empleados del hotel.

9. Meter comida de fuera en la habitación

Una mochila a la espalda, una maletita pequeña… a veces esconden algo más que ropa. También es muy habitual que para ahorrarnos la comida del restaurante del hotel nos llevemos a la habitación montones de cosas que hayamos comprado en supermercados o tiendas cercanas. La práctica de pedir una pizza para llevar en una pizzería cercana al hotel y luego comerla en la habitación está más extendida de la cuenta y en algunos hoteles es algo que está muy mal visto.

10. Ser muy quisquillosos con las habitaciones

La cama de la habitación no tiene las sábanas suaves, la ventana está en la derecha y nos gustaría en la izquierda o la televisión es de una marca que no nos gusta. A veces pedimos que nos cambien la habitación por cosas que resultan bastante incomprensibles, pero son nuestras manías. Depende del grado de ocupación del hotel que tengamos suerte y nos den una habitación más a nuestro gusto.

Foto: (vincent desjardins) – rick

















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