10 razones para enamorarse de Jamaica

Famosa por sus playas y su música, también posee ríos, bosques y otras muchas razones para enamorarse.

Su nombre, Jamaica, significa “lugar del oro bendecido”.

Esta isla del Caribe posee una larga historia de piratas, bucaneros y corsarios además de ser la cuna de reggae y lugar de origen de los auténticos rastafaris. Desde luego Jamaica es todo esto pero también es mucho más. Con unas playas de ensueño y una naturaleza exuberante es un lugar mágico al que viajar y conocer de primera mano. Porque pasar una temporada en Jamaica, en medio del mar Caribe, no deja indiferente a nadie y es algo que no se olvida.


1. Playas, palmeras… el paraíso
Manglares, palmeras, playas infinitas de arena blanca, mar azul turquesa, las costas del oeste y del norte de Jamaica asumen con gusto, desde hace décadas, su condición de representación fidedigna del paraíso. Montego Bay, uno de los grandes destinos turísticos de Jamaica, comenzó a atraer visitantes a finales del siglo XIX, cuando una revista médica estadounidense destacó los efectos curativos de sus aguas y un doctor, apellidado Baker, levantó un balneario donde ahora se encuentra la playa que hace referencia a su oficio: Doctor’s Cave Beach.

2. El mejor café del mundo
Considerado, por muchos, el mejor café del mundo, el café Blue Mountain de Jamaica solo se cultiva en las Montañas Azules (Blue Mountain) de la isla, una formación montañosa, la más alta del Caribe, que se extiende por el tercio oriental de Jamaica y tiene su cota más elevada en el Blue Mountain Peak, a 2.256 metros de altitud, desde cuya cumbre, a la que se puede llegar andando, es posible, en un día claro, alcanzar con la vista hasta la isla de Cuba. Las nubes del noreste, atrapadas por las montañas, riegan con lluvias suaves y constantes el suelo volcánico de las Montañas Azules, donde la lluvia, el sol, la tierra y la proximidad del mar han creado un microclima único, que favorece el cultivo del café.

3. La cuna de “James Bond”
El creador del agente secreto 007, el escritor británico Ian Fleming, adoraba Jamaica. Se enamoró de la isla durante la Segunda Guerra Mundial, cuando era oficial del servicio de inteligencia de la Marina Británica y tuvo que desembarcar, durante una misión oficial, en la costa norte. Finalizado el conflicto, regresó a Jamaica y se compró un terreno junto al mar al este de Ocho Ríos, muy cerca del pueblo de Oracabessa. Allí, en un lugar privilegiado por sus vistas y su vegetación, Ian Fleming levantó una casa de vacaciones con tres dormitorios, piscina y embarcadero a la que bautizó como Goldeneye, un nombre inspirado, según algunos, en el código de un plan secreto para defender Gibraltar en el caso de un ataque nazi y, según otros, en la admiración que sentía el escritor por la novela Reflections in a golden eye, de la norteamericana Carson McCullers.


4. Curris, ron y bacalao
Muchos barcos de muchos mundos han alimentado los fogones de Jamaica. La cocina autóctona de la isla cuenta con platos sorprendentes, como el bacalao en salazón, que comenzó a llegar a la isla en el siglo XVII en la bodega de barcos que lo cambiaban por ron en Port Royal. Otros platos típicos revelan influencias indias –el curri de cabra, la empanada o patty jamaicana–, británicas –la cerveza de jengibre–, africanas –el fruto conocido como ocra o quimbombó– y caribeñas –el bammy, pan redondo hecho de yuca, o la verdura conocida como calalou o callaloo–.

5. El restaurante de Usain Bolt
Una grandísima, enorme, imagen de Usain Bolt recibe a los clientes en el parking de la zona comercial de Constant Spring Road, en Kingston, y les señala dónde está la entrada del restaurante Tracks & Records. El hombre más rápido de la historia inauguró este local hace un par de años, con la intención de convertir, cuanto antes, la marca en una franquicia, al menos en el Caribe. Pero, de momento, solo hay un Tracks & Records en el mundo y está en Kingston. Es un local amplio, de techos altísimos, que opera como sports bar, con 45 pantallas de televisión que emiten canales deportivos de medio mundo. Tiene, también, áreas VIP, zona de restaurante, cabina para el DJ, un estrado para eventuales actuaciones y una tienda que vende discos de música actual de Jamaica y camisetas y recuerdos con el sello de Usain Bolt. Dos grandes pantallas luminosas recuerdan las cifras de su gloria: 9:58, el récord mundial de los 100 metros lisos, y 19:19, el récord mundial de los 200.

6. La capital de los piratas
Los más grandes, los más famosos, los más perversos piratas del Caribe recalaron en Port Royal, el puerto principal de la isla durante el siglo XVII y base preferente del ataque de los bucaneros y los corsarios británicos a las naves de la Corona española que unían Cádiz con Panamá.

Desde Port Royal, el pirata Henry Morgan atacó Panamá, Portobelo y Maracaibo. Tras el éxito de sus incursiones, fue nombrado gobernador y fue él quien, precisamente, introdujo la ley y el orden en Port Royal, afamado, hasta entonces, solo por el elevado número de piratas, prostitutas y taberneros (se cuenta que llegó a haber una taberna por cada diez habitantes) que animaban sus calles. Gracias a Morgan y a la industria creada por los piratas, Port Royal prosperó muy rápidamente. A mediados del siglo XVII ya contaba con más de 200 edificios, alojaba más de 6.000 vecinos, recibía no menos de 250 barcos al año y pagaba sus transacciones con monedas, en vez del habitual trueque.

7. Bobsleigh en el bosque
Mystic Mountain es una reserva natural, junto a las cascadas del río Dunn, que se ha convertido en uno de los lugares más visitados del área de Ocho Ríos gracias a sus propuestas de turismo activo: canopy, paseos, observación de pájaros, subida a la montaña en funicular y, especialmente, el rainforest bobsled, un descenso vertiginoso por una montaña rusa levantada dentro del bosque con vagones que simulan vehículos de bobsleigh, en homenaje al equipo de bobsleigh de Jamaica que se convirtió en la atracción principal de los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary (Canadá).

8. Los auténticos rastafaris
Las largas trenzas de los rastafaris han llegado a convertirse en un símbolo de la música reggae e incluso de la propia isla, a pesar de que sean muy pocos los auténticos seguidores, en Jamaica, de esta religión, que sigue las enseñanzas del Ras (significa “jefe”) Tafari (significa “héroe”) Haile Selassie, emperador de Etiopía, el primer rey negro, según esta fe, descendiente en línea directa de Salomón y de la reina de Saba, una encarnación de la divinidad (Jah) cuyo nombre, Haile Selassie, significa, en amárico, la “Fuerza de la Trinidad”.

9. La ruta de Bob Marley
Tres son los lugares sagrados en Jamaica para los seguidores de Bob Marley: Nine Miles, el pueblo donde nació, al norte de la isla, donde está su mausoleo; la mansión de 56 Hope Road, en Kingston, un regalo del productor Chris Blackwell, el dueño de Island Records, donde Marley creó el sello discográfico Tuff Gong, donde sufrió un atentado y donde hoy se levanta el Museo Bob Marley; y el barrio de Trench Town, un foco de poder espiritual en el que nacieron el ska, el rocksteady, el reggae y el dub, por donde se pasearon Jimmy Cliff y Desmond Decker, un volcán cultural, el barrio en el que creció Bob Marley y donde inició sus relaciones con la música, el fútbol, las mujeres, la hierba y la fe rastafari.

10. Con la gente local
La Oficina de Turismo de Jamaica acaba de crear el programa Meet the people, que brinda a los viajeros la posibilidad de explorar Jamaica de la mano de los propios habitantes de la isla. Más de 500 voluntarios se han inscrito, ya, en este programa, que anima a los turistas a aprender a bailar reggae, a preparar una típica comida jamaicana, visitar una comunidad de rastafaris, explorar los manglares o disfrutar de las más de 200 especies de pájaros que anidan en la isla. Entre los voluntarios dispuestos para el encuentro hay médicos, cocineros, fotógrafos, espeleólogos, músicos y bailarines. Una gran oportunidad.

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