Cuando estamos de viaje, aparecen líneas rojas que no se deberían cruzar.
Frases comprometidas o peligrosas que nunca deberíamos pronunciar. Por ejemplo, éstas:
1. Echa, echa; si a mí me gusta el picante
Expresión habitual entre panolis primerizos mientras rocían el plato con chile habanero en México o con naga jolokia en India como si fuera orégano. Lo siguiente que el atrevido acierta a pronunciar entre estertores es: “¡¡Llamad a los bomberos!!
2. No te preocupes, aguanto hasta la siguiente parada
Expresión habitual entre viajeros/as de autobús o transportes colectivos que por su impericia viajera aún no son conscientes de la capacidad real de su vejiga. La chulada suele acabar en contoneos de la pelvis y pidiendo a gritos que paren de una vez ese jodido autobús.
3. En la agencia me han asegurado que el hotel está en primera línea de playa
Frase más habitual de lo que parece que demuestra que aún quedan ingenuos que creen en la bondad humana, en que Elvis vive y en que los Reyes no son los padres.
4. Hay que ir a Cuba antes de que muera Fidel
Oída a un señor que solo lee el Marca y que aún no se ha enterado de que Fidel lleva años amojamado (aunque vivo) y pinta menos en Cuba que Belén Esteban en la Real Academia de la Lengua.
5. Conozco un hotel bueno y barato en París….
Típico comentario del que estuvo una sola vez en París de viaje de estudios y no se percató del mobiliario estilo familia Monster del hostal porque iba ciego de calimocho y petas desde que cruzó la frontera por la Junquera.
6. ¿Falta mucho?
Mítica frase del personal infantil y de adultos que no se han leído el programa del viaje. Repetida hasta la saciedad por niños produce cefaleas, ardor de estómago y nostalgia de Herodes entre los mayores.
7. Tenemos que abrir un grupo de Facebook y quedar todos un fin de semana en una casa rural
Celebérrima propuesta de intenciones de participantes en viajes de grupo que, henchidos de amor universal por el momento ‘kumbayá’ y fuego de campamento ‘todos-somos-cojonudos’, no sabe que en cuanto aterrice el avión de vuelta, cada mochuelo volverá a su olivo y “si te he visto, no me acuerdo”.
8. A ver si quedamos una noche y te pongo el vídeo del viaje
Suele exclamarla además aquel al que más le tiembla la mano con la cámara de vídeo en modo REC. Así que solo imaginar ocho horas de sesión sin editar en el salón de su casa te dan ganas de abrir la escotilla del avión y acabar de una vez por todas con la pesadilla.
9. La alfombra es auténtica, y se la he sacado por la mitad de precio
Exclamación habitual entre “enteraos” que no saben que si ellos tienen un MBA, el vendedor de alfombras de Fez tiene un Nobel en regateo y dos Honoris Causa por Harvard y Yale respectivamente en timar a turistas occidentales con un máster.
10. ¿Y no nos ponen unos chupitos?
Onerosa frase para tu bolsillo que siempre suele soltar un comensal achispado al final de una cena en grupo sin saber que ni en Reikiavik ni en Nueva York ni en Sídney existe la costumbre española de pedir por la cara un tapón de alcohol duro tras pagar la cuenta. Por lo general, el “chupito” termina costando casi tanto como la cena. Por listillos.
11. Como en México no se come en ningún sitio
Un clásico entre aquellos que han hecho un pésimo negocio malgastando dinero en un viaje, cuando a ellos lo que de verdad les pone es el sofá de su casa.
12. Yo no necesito mapa ni GPS
Frase común entre los sobradillos del volante, que suele pronunciarse media hora antes de acabar perdido en un camino de tierra en un bosque oscuro a medianoche frente a la casa de Norman Bates.
13. ¿En la maleta? Solo llevo una bomba
Típica broma gilipollas que aún hacen muchos graciosos en el control de seguridad del aeropuerto; hecha en EEU es garantía de que pierdes ese avión… y los de los próximos tres años.
14. Si va a ser un momento, luego desconecto otra vez los datos
Pardillo/a drogodependiente del guasap habilitando los datos móviles en Nueva Delhi para ver qué chorradas le han escrito los amigos sin saber que la broma le va a costar mínimo 100 euros.
15. Yo soy viajero, no turista
Sin comentarios. Se les disculpa porque al final, pedantes hay en todos lados.