La diversidad geográfica de Chile es increíble.
Pocos países del mundo pueden presumir de reunir en un mismo territorio glaciares –al sur de los Andes–, desiertos, como el de Atacama, y grandes bosques templados, como los que se extienden por el centro del país. Y además, hay playas en el Pacífico con enormes olas para hacer surf, fiordos salpicados de islas donde remar en kayak, ríos caudalosos para practicar rafting, aguas termales para bañarse placenteramente, volcanes para aventureros desafiantes que quieran escalar sus laderas, rutas panorámicas para los que prefieren pedalear, miles de senderos para caminar entre valles y volcanes, y, como telón de fondo, la cordillera andina y sus excelentes estaciones de esquí.
Un paraíso para la aventura y el deporte al aire libre, con opciones para todos los niveles y un único límite: el tiempo que tengamos para probarlo todo.
01 Pichilemu, locos por las olas
Con más de 4.000 kilómetros de costa desde la frontera con Perú hasta el estrecho de Magallanes, es fácil deducir que en Chile encontraremos algún que otro paraíso para los buscadores de olas. Como Pichilemu, la capital chilena del surf, donde los locos de las olas surcan las heladas aguas del Pacífico todo el año mientras los bañistas abarrotan sus largas playas de arena negra entre diciembre y marzo (verano austral).
Aunque Agustín Ross Edwards quiso crear a principios del siglo XX un exclusivo centro vacacional, lo que hoy encontramos en Pichilemu es un lugar bastante menos sofisticado del que soñó. A cambio, disfrutaremos de un destino relajado, con animada vida nocturna (en verano), ambiente surfista y olas, muchas olas. Su larga playa de Infiernillo es conocida por su peligroso oleaje y sus rápidas corrientes, pero la mejor zona para surfear está seis kilómetros al sur, en Punta de Lobos, con olas izquierdas perfectas.
Hay muchos otros lugares para practicar un surf más tranquilo en Chile, como Buchupureo, destino mágico del litoral central y rival de Pichilemu entre los habituales de la tabla, o, en el norte, Iquique, donde cada 21 de mayo se celebra el campeonato Héroes de Mayo, uno de los grandes eventos surferos del país.
02 Pedaleando por carretera Austral
La carretera Austral es una de las rutas más increíbles del mundo, con 1.240 kilómetros –en su mayoría sin asfaltar– que atraviesan bosques, glaciares, granjas de pioneros y ríos color turquesa; todo ello junto al embravecido Pacífico. Se terminó de construir en 1996, después de 20 años de trabajo, y cada verano acoge un mayor número de ciclistas que aceptan el desafío de este viaje épico: recorrer Chile de norte a sur. Un reto mayúsculo que cada vez cuenta con mejor infraestructura durante todo el trayecto: en casi todas las poblaciones importantes que atraviesa hay tiendas de reparación de bicicletas y venta de recambios.
En realidad es un poco excesivo llamar carretera a esta ruta porque gran parte de la aventura consiste en sortear los baches y surcos enormes que presenta, pero no se puede negar su encanto; no hay gasolineras, tampoco bares. Suele presentar cortes por desprendimientos y las duras condiciones climáticas que sufre afectan seriamente a la calzada, algo que no intimida a los motoristas y cicloturistas que se atreven con ella. Dificultades aparte, es una forma de conocer el país –de norte a sur, o viceversa– con toda su complejidad.
Para los ciclistas menos ambiciosos, hay magníficas opciones por el resto del país para pedalear plácidamente junto a la orilla de un lago o recorrer laderas de volcanes humeantes. Uno de los destinos más populares para montar en bicicleta de montaña es San Pedro de Atacama, al norte, donde se pueden disfrutar de excursiones por la región de Los Lagos y acceder a zonas vírgenes donde el transporte público está restringido. Dos rutas muy recomendables son la que sigue el carril bici circular del lago Llanquihue, o el circuito Ojos de Caburgua, cerca de Pucón.
03 Explorar el desierto en Atacama
Trepar por dunas enormes, admirar petroglifos y contemplar espejismos son algunas de las experiencias que nos esperan en San Pedro de Atacama y sus alrededores. San Pedro, un oasis de adobe convertido en la principal atracción turística del norte del país, desprende buenas vibraciones porque (dicen) se asienta sobre una zona de cuarzo y cobre que transmite energía positiva. En realidad, debe su popularidad a su privilegiada ubicación, rodeado por algunos de los paisajes más espectaculares del país. Muy cerca de San Pedro está el mayor salar de Chile, rodeado de volcanes como el Licancábur (5.916 metros), pero también humeantes géiseres, abundantes formaciones rocosas y paisajes estratificados.
Explorar el desierto desde San Pedro es apasionante: podremos adormilarnos en fuentes de aguas volcánicas, meditar sobre los restos de antiguas civilizaciones, escalar volcanes activos, practicar surf en gigantescas dunas de arena y contemplar las estrellas en medio del desierto.
Al margen de Atacama, hay otros rincones desérticos en Chile menos turísticos. Más al norte, casi en la frontera con Perú, Putre es un pequeño pueblo del altiplano donde hay mucha menos gente y que permite explorar el salar de Surire, el parque nacional Volcán Isluga o la casi desconocida región natural fronteriza con Perú, con paisajes tan espectaculares como los desfiladeros de la Quebrada de Allane y las montañas multicolores de Suriplaza, que crece como destino para los viajeros más intrépidos; mejor conocerlo antes de que se corra demasiado la voz.
04 Esquiar en Portillo
Los esquiadores y amantes del snowboard lo tienen fácil en los Andes chilenos: la oferta de estaciones es amplia y, en su mayoría, muy accesibles desde la capital.
En el Valle del Aconcagua, Chile Central, encontraremos algunas de las mejores zonas del país, como Portillo, en torno a la espectacular laguna del Inca, en la frontera con Argentina. Frecuentada por las selecciones nacionales de esquí de países como Estados Unidos, Austria o Italia durante el verano (invierno austral), tiene 19 pistas, en su mayoría para expertos, y sobre todo la posibilidad de practicar heliesquí.
Para muchos, la meca chilena del esquí está en los imponentes Nevados de Chillán, en las laderas meridionales del volcán homónimo (de 3.122 metros). Aquí está la pista más extensa de Sudamérica (Las Tres Marías, de 13 kilómetros) y el telesilla más largo. En verano se puede practicar senderismo, rutas a caballo, escalada, barranquismo y cicloturismo. La guinda al pastel son las aguas termales del Hotel Nevados de Chillán, en la misma estación, con una piscina exterior de aguas termales para bañarnos calentitos rodeados de nieve. Para algo más íntimo, en Valle hermoso hay también aguas templadas, escondidas en una casa de madera abierta todo el año.
En el parque nacional Villarrica, cerca de la turística Pucón, los esquiadores cuentan con el atractivo añadido de poder deslizarse sobre un volcán activo, el cono perfecto del Osorno, perfecto para esquiar en familia. Y Punta Arenas presume de ser uno de los pocos sitios donde se esquía con vistas al océano.
05 Inmersión en Rapa Nui
Aunque bastaría pensar que estamos en el territorio más remoto del continente sudamericano (a 3.700 kilómetros al este de la costa chilena), en Isla de Pascua aguardan, además, aguas de color añil y enigmáticos moáis, esparcidos por un paisaje inquietante (cada vez más plagado de turistas). Además de descubrir el misterio de esos hieráticos gigantes de piedra y asomarnos a los volcanes extintos, el tercer gran reclamo de Rapa Nui es el submarinismo.
Las aguas de la isla de Pascua, con visibilidad inmejorable a más de 40 metros de profundidad y un paisaje espectacular, son perfectas para bucear todo el año: la temperatura del agua oscila entre 21 (invierno) y 27 grados (verano). Casi todas las zonas de inmersión están dispersas por la costa este, como Moto Nui (con una visibilidad hasta 60 metros), La Cathédrale y La Pyramide. En la isla hay tres centros de submarinismo y operadores que organizan excursiones a Moto Nui.
También encontraremos enclaves emocionantes para el submarinismo como el archipiélago Juan Fernández, y, al margen de las islas, en la costa del Norte Chico, la reserva nacional Pingüino de Humboldt (al norte de La Serena).
06 Rafting y kayak
Los ríos, lagos, ensenadas y fiordos han convertido a la Patagonia chilena en un magnífico destino para los amantes del agua, que cuentan además con rápidos de primera en los embravecidos ríos que atraviesan los Andes. En el norte de la Patagonia, y a pesar de las presas hidroeléctricas, el Futaleufú ofrece magníficas aguas bravas de clase IV y V, mientras otros descensos famosos aguardan en las afueras de Pucón y el bello Petrohué, en Puerto Varas (región de Los Lagos). El río Simpson y el río Baker, en la región de Aisén, también merecen la pena. Incluso cerca de Santiago, el Cajón del Maipo ofrece sensaciones suaves pero divertidas.
Para palear a bordo de un kayak lo mejor es visitar los fiordos del parque Pumalín y las bahías de Chiloé, al sur de Chile, así como la región de Los Lagos. Los remeros más intrépidos llegan incluso hasta el cabo de Hornos.
07 Ascender un volcán
Escalar un volcán es otra aventura que en Chile resulta posible y hasta sencilla. Los 6.893 metros del Ojos del Salado, el volcán más alto del mundo, no son un reto para todos los públicos, pero hay muchos otros volcanes (incluso activos) por explorar, como el cono perfecto del inactivo Parinacota, al norte del altiplano, con su gemelo al otro lado de la frontera boliviana.
Otro brazalete de conos volcánicos de menor altura atraviesa La Araucanía, la región de Los Lagos y Torres del Paine. Los más populares son el volcán Osorno, con un incentivo añadido, sus cuevas de hielo, y el Villarica, que aún humea. Mientras, los aficionados a escalar hielo pueden acudir a Loma Larga y a los macizos del Plomo, a unas horas en coche desde Santiago.
Para escalar las cimas fronterizas (como la de Ojos del Salado) hay que pedir un permiso a la Dirección de Fronteras y Límites.
08 Senderismo sobre hielo
En la Patagonia chilena, la excursión sobre hielo más conocida es la del glaciar Grey, en el parque nacional Torres del Paine, un paseo divertido por un paisaje esculpido en cristal. No hace falta tener experiencia: tomando como base la casa de Conaf (el antiguo refugio Grey), hay excursiones guiadas de 6 horas (ida y vuelta), la mitad de ellas sobre el hielo, que se pueden hacer de octubre a mayo.
Pero hay muchas otras opciones para el senderismo sobre glaciar, como el ascenso al de San Rafael, desde la carretera Austral. Este parque nacional, imponente y remoto, y su masa glaciar, conforman la mayor atracción turística de esta zona de la Patagonia. Antes era complicado (y caro) llegar hasta aquí pero la construcción de una nueva carretera ya permite excursiones de un día desde Río Tranquilo. En Puerto Guadal, en el extremo suroeste del lago General Carrera, nos encontramos un pueblo que parece estar durmiendo siempre la siesta, pero las excursiones desde allí son geniales y nos permiten alcanzar glaciares y contemplar fósiles.
09 De árbol en árbol en Araucanía
Esta región del centro de Chile impresiona por sus ríos y lagos, los amenazadores volcanes de cumbres heladas y los ríos atronadores que surcan bosques antiguos y pueblos habitados por los indomables mapuches. Aunque no es tan escarpada ni tan accesible como la Patagonia, en Araucanía encontraremos parques nacionales espectaculares y un verdadero paraíso para los entusiastas de los deportes de aventura y las emociones fuertes.
Una de las actividades estrella son los circuitos de tirolinas entre las copas de grandes árboles (conocido como canopy). Se puede practicar cerca de Santiago (Cajón del Maipo), en el Jardín Botánico de Viña del Mar, o también en el sur, pero es en la zona de Pucón, Villarica y Valdivia donde goza de más popularidad. El trayecto más largo de Sudamérica es El Cóndor, en Pucón, que pasa además por tres volcanes (Villarica, Quetrupillán y Lanín) y por dos lagunas. También hay otro famoso canopy cerca de Puerto Varas, en el Lago Llaquihue, apto para todos los públicos, incluidos niños y ancianos.
Si queremos una experiencia más completa, podemos ir hacia el sur, a la Reserva del Huilo-Huilo, donde podremos combinar trekking y tirolinas en medio del bosque nativo. Si no queremos bajar de los árboles, no hace falta: en el Canopy Village podremos dormir en unas cabañas elevadas unidas por una pasarela de madera y magníficas vistas al volcán Mocho.
10 Un país para senderistas
Algunas de las rutas senderistas más bonitas y emblemáticas del mundo se encuentran en Chile. Su belleza compensa las pesadas mochilas y el cansancio. Hay mil opciones, pero sugerimos algunas para que el viajero se sienta inevitablemente tentado a incluir un buen par de botas en su maleta. Chile cuenta con 4.000 km de montañas, así que conviene elegir: desde el desierto hasta el bosque pluvial.
Empecemos por lo obvio: las Torres del Paine, por sus imponentes glaciares, espectaculares lagos y sus monolitos de granito. Pero también porque es un parque nacional bien comunicado y equipado con refugios y cámpines que permiten desde excursiones cortas hasta circuitos de varios días. La desventaja: que en verano hay multitudes. Para disfrutar de un mayor aislamiento, el circuito de los Dientes de Navarino (Tierra del Fuego) es igual de impresionante pero acceso más difícil. Al norte de Patagonia, el parque Pumalín ofrece fantásticas excursiones de un día y ya es posible ascender con guías locales al volcán Chaitén, que entró en erupción hace poco. En la región de Los Lagos abundan también los senderos, como los del parque nacional Conguillío, en la costa de Valdivia.
Quienes se alojen en Santiago pueden huir de la contaminación con una excursión al cercano Monumento Natural El Morado o al parque nacional La Campana. Y en el norte, en el desértico oasis de San Pedro de Atacama hay varias excursiones interesantes, igual que en el Parque Nacional Lauca. Dos sugerencias más: la primera es recorrer el sendero de Los Chiquillanes para llegar a Siete Tazas, cerca de la región vinícola, donde un río cristalino cae por siete charcas excavadas en el basalto negro. La segunda es hacer una ruta de senderismo de cuatro días a Cerro Castillo, una catedral de roca en el corazón de la Patagonia.