La activación del casco depende de una serie de sensores (acelerómetro y giróscopo), y se alimenta de una batería recargable mediante USB, y cuya autonomía (con el airbag activo) es de 18 horas.
Para activar el dispositivo basta con cerrar la cremallera y sujetar el extremo de la misma. Igualmente, al abrirla, Hövding se desactiva, por lo que no habrá que cargar la batería todos los días.
Como todo airbag, el Hövding es de un sólo uso. La compañía que lo fabrica también lo repone, pero el coste es para el usuario o para la compañía aseguradora, si quiere hacerse cargo. Aunque parezca una tontería a primera vista, Hövding soluciona un problema común de los cascos de bicicleta: que son sencillamente feos. Los entusiastas del ciclismo están muy concienciados de su importancia, pero eso no quita que los cascos para ir en bici tengan un aspecto bastante ridículo.
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No faltan cicloturistas a los que les da mucha pereza llevar uno de estos horrores con agujeros en la cabeza.
Hövding elimina además las molestias de tener que llevar algo sujeto sobre el pelo. El dispositivo, eso sí, no parece muy agradable en climas cálidos. Tampoco es barato. Disfrutar de un dispositivo de protección estiloso (y probablemente más efectivo que un casco estándar), pero de un sólo uso cuesta 399 euros.