Una mañana cualquiera en Nueva York.
Varias bicicletas aparcadas junto a una valla. Un tipo se acerca con una cizalla. Siete minutos después, y tras ser visto por una decena de testigos, sale pedaleando tranquilamente con una de las bicis. Un amigo suyo lo graba todo. Pero Casey Neistat, el autor del robo, no es un ladrón exhibicionista. Con su acto, coordinado con The New York Times, quiere denunciar la pasividad de la sociedad ante el problema de los robos de bicicletas. Robar una bicicleta es barato, relativamente fácil y, una vez en tu poder, venderla no resulta complicado. Por eso Andrés Roi, Cristóbal Cabello y Juan José Monsalve, tres estudiantes de ingeniería chilenos, se han propuesto hacerlo más complicado.
“Siempre hemos andado en bicicleta y encontramos en la problemática de los robos un punto en común que nos motivaba“, explica Monsalve. Un trabajo para la Universidad de Adolfo Ibañez de Chile fue el germen de su proyecto. Uno de sus profesores les encargó mejorar un medio de transporte a través de la ingeniería. Lo tuvieron claro y eligieron la bicicleta. Como a Roi le habían robado por segunda vez su velocípedo acabó convenciendo al resto de crear una bicicleta que no se pudiera robar.
A uno de cada cinco ciclistas le han quitado la bici alguna vez en España, según el Barómetro de la Bicicleta. Unas cifras que se repiten en el resto del mundo. “La posibilidad de que te desaparezca una bici es tres veces mayor a la de que te hurten un coche o una moto”, asegura Pedro Malpica, sociólogo de Universidad de Sevilla especializado en movilidad. En Barcelona, en los depósitos de los mossos entra una bicicleta diaria y en Alemania se calcula que anualmente se sustraen casi medio millón. “Todo candado convencional puede romperse”, aclaran los ingenieros que en su web aseguran que se roba una bici cada segundo.
En la calle existen cuatro bienes: dinero, drogas, sexo y bicis. “Y, virtualmente puedes intercambiar unos por otros”, ahonda el sargento Joe McKolsky, de la policía de San Francisco y especializado en el robo de estos vehículos. El mecanismo de Yerka Project, como los tres jóvenes han denominado a su creación, consiste en una intervención hecha en el la parte inferior del cuadro. Este se abre y el sillín, que se extrae completamente, ejerce como cierre bloqueando la bici. Si se quiere robar, hay que destrozarla por lo que esta pierde todo su valor.
Cuando presentaron el trabajo a sus profesores descubrieron que no solo iban a sacar una buena nota. GarageUAI, una institución dentro de la universidad en la que estudian destinada al apoyo de los alumnos emprendedores, decidió apoyarles para que la bici inrobable se hiciera realidad. Así, hace algo más de un mes, hicieron pública su idea, a través de la web www.nadiemelaroba.cl. Las redes sociales hirvieron. “Actualmente estamos en conversaciones con varios interesados en ser socios e inversores. Estamos trabajando para que funcione y poder llevar nuestro producto a todo el mundo”, dice Monsalve.
El equipo de ingenieros quiere aplicar su mecanismo a diversas bicis, urbanas, cruisers o de montaña, lo que variará su precio, que oscilará entre los 280 y los 700 euros. “En dos años nos gustaría poder estar vendiéndola”, comenta Cabello. Mientras tanto habrá que esperar y continuar candando la bici con todo tipo de ingenios para evitar que alguien venga con una cizalla y te la robe.