El parque nacional Iztaccíhuatl Popocatépetl es una de las primeras áreas naturales protegidas por el gobierno de México.
Está asentado en las faldas y conos de la Sierra Nevada, rodeado de bellos parajes y bosques de pino, encino y oyamel donde habitan venados de cola blanca, gallinas de monte, teporingos y charas, entre otras muchas especies. En la cosmovisión de las viejas culturas indígenas del México prehispánico estos volcanes eran considerados seres vivos, con un pasado protagónico divino y heroico. El nacimiento del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl ha dado origen a numerosas leyendas, incluyendo la del idilio de los volcanes, que se remonta a la época prehispánica.
Forma parte de la red mundial de reservas de la biosfera de la UNESCO desde 2010, aunque bajo la denominación "Los Volcanes".
El parque nacional forma parte de la Sierra Nevada, un macizo montañoso de alrededor de 100 km que va de norte a sur separando las cuencas de México y Puebla; esta serranía se localiza en la parte centro-oriental del Eje Volcánico Transversal o Eje Neovolcánico, una cordillera que cruza el país de costa a costa, cercana al paralelo 19° N. El área natural protegida está delimitada por las siguientes coordenadas geográficas: límite extremo norte 98° 40’ 18” y 19° 28’ 2”; límite extremo oeste 98° 46’ 40” y 19° 20’ 29”; límite extremo este 98° 37’ 28” y 19° 16’ 16”; límite extremo sur 98° 40’ 27” y 19° 14’ 36”; en el área limítrofe de los estados de México, Puebla y Morelos, e incluye los municipios de Texcoco, Ixtapaluca, Chalco, Tlalmanalco, Amecameca, Atlautla y Ecatzingo, en el Estado de México; Tlahuapan, San Salvador el Verde, Chiautzingo, Huejotzingo, San Nicolás de los Ranchos y Tochimilco, en el estado de Puebla; y Tetela del Volcán, en el estado de Morelos. Hacia el poniente se encuentran la Ciudad de México y el valle de Chalco, una de las regiones más pobladas del planeta; hacia el oriente las ciudades de Puebla, Atlixco, Izúcar de Matamoros y Texmelucan; y hacia el sur las ciudades de Cuernavaca, Cuautla y Yautepec.
México, país megadiverso, ha definido una estrategia para conservar su biodiversidad a través de la delimitación de regiones prioritarias para la conservación, y la Sierra Nevada es una de ellas. En esta serranía se han registrado 471 especies de flora, fauna y hongos; 18 de esas especies son endémicas y 35 se encuentran en alguna categoría de riesgo de acuerdo a la NOM-059-SEMARNAT-2010, incluidos todos los endemismos.
Los antiguos mexicanos veneraban a estos volcanes como auténticas deidades. La cosmovisión indígena estableció una relación sagrada con la naturaleza donde los cerros, las montañas y los volcanes representaban a los tlaloques, considerados los creadores de las nubes, las lluvias, el granizo y el rayo, y servidores de Tláloc, dios de la lluvia, de los cerros, de la tierra y de los fenómenos meteorológicos que hacen posible el crecimiento de las plantas, de las cosechas y de los animales. En el siglo XVI, los cronistas españoles fray Diego Durán y fray Bernardino de Sahagún dejaron testimonio de las grandes festividades que se hacían en honor a estos cerros y el culto que se les profesaba. Se ha registrado una veintena de sitios arqueológicos dentro de estas montañas; la gran mayoría de ellos eran adoratorios dedicados a Tláloc. Actualmente, los especialistas que saben manipular los fenómenos atmosféricos continúan con esa tradición ancestral de rendir culto a estas montañas y ascender a ellas para pedir la lluvia que hará crecer las cosechas, o agradecer el temporal cuando ha terminado.
El parque es un sitio ideal para los amantes de la naturaleza. Los alpinistas, con la preparación necesaria, pueden ascender a la cumbre de la Iztaccíhuatl, mientras que los visitantes no especializados pueden hacer caminata de media montaña o practicar el senderismo, el ciclismo de montaña, acampar o disfrutar de un día de campo en compañía de la familia o los amigos. En días claros, desde Paso de Cortés se puede observar, en el oriente, el Pico de Orizaba, la Malinche y los valles de Puebla y Tlaxcala; y en el poniente, el Nevado de Toluca, la Sierra de las Cruces y la gran cuenca de México. Gozar de los hermosos paisajes que ofrece el parque nacional y disfrutar del aire limpio y frío de la montaña vivifica el cuerpo y enriquece el espíritu.