Reserva de la Biosfera El Vizcaino

Tiene una gran variedad de paisajes, entre ellos: playas de conchas, marismas, dunas y montañas; también se encuentran gran cantidad de vestigios arqueológicos y monumentos históricos, destacando entre ellos, el arte rupestre monumental.




Estudios arqueológicos reportan más de 300 sitios y sugieren que las pinturas se remontan a más de 10 000 años de antigüedad y que fueron plasmadas por un grupo de californios del cual no se conoce su nombre, fueron hechas con pigmentos minerales y reflejan un maravilloso arte abstracto que habla de hombres con un profundo interés por la naturaleza y se relacionaron con ella a través de formulaciones energéticas, mágicas e inmateriales que difícilmente pueden ser interpretadas bajo los criterios de nuestra cultura occidental. Esta galería de arte rupestre es considerada como Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1993.

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A la llegada de los españoles a la cintura y el sur de la península existían tres grupos indígenas conocidos los cochimíes, los guaycuras y los pericúes. El origen de estos grupos es diferente ya que no todos ellos arribaron a la península por el norte, provenientes de los grupos yumanos del suroeste americano. Tal es el caso de los pericúes, que habitaron la región de los cabos y que provenían del pacifico melanésico llegando en embarcaciones a las costas peninsulares hace más de 60 siglos.

Los cochimíes, el grupo que vivía en El Vizcaíno, habitaron la región entre los paralelos 26º y 29º ; eran nómadas y vivían de la caza, pesca y recolección; veneraban al berrendo, el venado y al borrego cimarrón. Se alimentaban de almejas asadas y de frutos de las pitayas y cardones que recolectaban durante la estación del mejibo (felicidad) entre junio y agosto; dividían el año en seis estaciones; no construían casas y vivían a la intemperie en los oasis, como el de Kadakamang (San Ignacio).

Fueron considerados como los hombres más felices sobre la tierra por los cronistas coloniales Barco, Begert y Clavijero, hasta que se extinguieron a principios de este siglo, debido a las enfermedades traídas del viejo mundo. Al preguntarles los españoles, sobre el impresionante arte rupestre de la Sierra de San Francisco, respondieron que ellos no lo habían creado y que habían sido gigantes del pasado quienes lo habían hecho, según su tradición oral.
La época de las misiones llegó tras los infructuosos intentos de Hernán Cortés por colonizar, la que se creía, la isla más grande del archipiélago del Golfo de California; la mítica Calidafornax. Las perlas fueron suficiente motivo para que un reducido número de personas iniciaran este fructífero negocio que duró más de dos siglos.

El poblamiento de la península no pudo llevarse a cabo por su aridez extrema, el reto para su colonización se le presentó inicialmente a los jesuitas, siendo el esfuerzo más vigoroso y organizado; logrando establecer misiones en los oasis. A su expulsión, no se fundaron nuevas misiones y los franciscanos, orden que fue encabezada por Fray Junípero Serra, sólo permanecieron en la antigua California por cinco años. Los dominicos continúan con la labor misionera hasta nuestros días.

Se localiza en el extremo norte del estado de Baja California Sur, limita al norte con el paralelo 28º, el Mar de Cortes al este, el pacifico al oeste y hacia el sur un límite oblicuo a la altura del paralelo 26.5º. Se tiene acceso por la carretera transpeninsular número uno.

El paisaje es contrastante, ya que aparecen sucesivamente majestuosos escenarios que revelan procesos geológicos arcaicos derivados de una vigorosa actividad, producida por el fallamiento existente entre la placa tectónica de norteamérica y la del pacífico. Esta última se desliza lentamente con rumbo noroeste desde hace 150 millones de años creando la cuenca que contiene al Mar de Cortés.

La ballena gris (Eschrichtus robustus) realiza una de las migraciones más espectaculares que se conocen, viajando ocho mil kilómetros, desde las Lagunas de Ojo de Liebre y San Ignacio, donde se aparea y se reproduce, hasta el mar de Chukchi en el Círculo Ártico, donde se alimenta y prepara su viaje de retorno.

Esta especie estuvo muy cerca de su extinción por la caza excesiva y desregulada que se realizo en la primera mitad del presente siglo. Gracias a los esfuerzos que para su protección llevo a cabo el Gobierno de México desde 1947 en diversos foros internacionales, la ballena gris se recuperó a partir de una pequeña población de 1 000 ejemplares, mientras que la población del Atlántico sí llegó a su extinción.

En la actualidad aproximadamente 900 ballenatos se producen anualmente en las lagunas de la reserva, incrementando gradualmente la población de ballenas grises, la cual se estima hoy en día en más de 20 000 individuos. Actualmente se lleva a cabo uno de los avistamientos más importantes del mundo de la ballena gris, tanto por su belleza como por la estricta normatividad en la que esta actividad turística se lleva a cabo. Las lagunas de la reserva son consideradas como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Las lagunas y esteros reciben anualmente miles de aves acuáticas que migran del norte, esta zona es considerada como una de las áreas más importantes de invernación de aves de la ruta migratoria del Pacifico; pero por otra parte se encuentran importantes colonias de anidación de pelícanos, patos buzos, gaviotas, águilas pescadoras y nocturnos entre las más notables.


Decreto: 30 de noviembre de 1988

Superficie: 2,493,091 hectáreas

Municipio: Mulegué

Clima: Seco, semicálido, con lluvias en invierno

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