El título de esta ruta es el sobrenombre perfecto de la laguna de Bacalar, porque sus plácidas aguas cubren toda la gama posible entre el azul turquesa y el azul de Prusia.
Es, de hecho, el mismo milagro de tonalidades del mar Caribe, pero tierra adentro, rodeado aún de selva.
No es exagerado decir que entre los grandes cuerpos de agua de México es uno de los más hermosos o, tal vez, el más hermoso de todos. Sobré su costa occidental se sitúan el pueblo de Bacalar, algunas comunidades más pequeñas y grupos de cabañas.
En las cercanías hay también zonas arqueológicas y parques ecoturísticos. En conjunto, pues, el viajero encuentra aquí una formidable combinación de panorámicas extraordinarias, cultura, diversión y una excelente red de servicios.
Esta ruta corresponde casi en su totalidad al tramo de 60 kilómetros de la carretera federal 307 (Chetumal- Cancún) que corre paralelo a la laguna de Bacalar y que inicia a escasos 22 kilómetros de Chetumal. Este tramo no ofrece ninguna dificultad: es ancho, con grandes rectas y base de concreto hidráulico. Sólo la zona arqueológica de Chacchoben está fuera de esta vía. A ella se llega por la carretera federal 293 (asfaltada y de dos carriles), que parte de la 307 al norte de la laguna, muy cerca de Pedro A. Santos. Hay señalamientos claros tanto para esta zona como para los demás puntos de la ruta.
Bacalar
Situado 38 kilómetros al noroeste de Chetumal, este pueblo reúne distintas cualidades que lo vuelven único y por las que ahora aspira a ser designado Pueblo Mágico por la Secretaría de Turismo federal. Tiene una historia mucho mayor de lo que aparenta. Fue fundado en el año 435 d.C. como el pueblo maya de Siyancaan Bakhalal. Tras la feroz guerra de conquista en la Península de Yucatán, don Gaspar Pacheco lo refundó como la Villa de Salamanca de Bacalar en 1544.
A lo largo del virreinato, vivió siempre bajo la amenaza de los piratas ingleses, quienes llegaron a arrasarlo en 1652. Más tarde, fue uno de los principales escenarios de la Guerra de Castas: en 1848 cayó en manos de los mayas rebeldes; al año siguiente lo recuperó el gobierno criollo de Yucatán. En 1858 los mayas cruzoob lo volvieron a conquistar, y esta vez dieron muerte a todos sus habitantes. Los rebeldes lo mantuvieron en su poder hasta 1901, cuando las fuerzas del gobierno federal lo ocuparon definitivamente.
Aunque a lo largo del siglo XX creció en tamaño y población, Bacalar sigue teniendo una muy agradable atmósfera pueblerina, que es el complemento perfecto a la caleidoscópica presencia de la gran laguna adyacente. Su parte más antigua tiene un trazo reticular y se extiende entre la carretera federal 307 y la laguna. En esta área se localizan el Fuerte de San Felipe y una ancha plaza a sus espaldas. Una cuadra más hacia el poniente está la Iglesia de San Joaquín, edificada a mediados del siglo XVI, si bien conserva poco de su riqueza original. La imagen de su santo patrono es considerada muy milagrosa (según la tradición local, esta imagen decidió quedarse en Bacalar), y sus festejos en agosto son muy llamativos. La mayoría de los pequeños hoteles y restaurantes del poblado se encuentran sobre la ribera de la laguna, al sur del centro y a lo largo de unos cuatro kilómetros, hasta el Cenote Azul. La avenida Costera Bacalar es la vialidad que une todos estos puntos. Los hoteles y restaurantes son en Bacalar la principal vía de acceso a la laguna. Uno puede echarse a nadar desde sus pequeños muelles o bien alquilar ahí lanchas, motos acuáticas o kayacs.
Fuerte de San Felipe
Punto de visita obligada en Bacalar es esta famosa fortaleza construida por orden del capitán general de Yucatán Antonio de Figueroa y Silva en 1733. Es una formidable estructura militar de espesos muros, baluartes en sus cuatro esquinas y un foso de 4 metros de profundidad, que en su tiempo debió haber tenido agudas estacas. Se calcula que unos sesenta soldados, además de oficiales, pudieron haber formado su guarnición.
Durante la Guerra de Castas el edificio cambió de manos varias veces y quedó totalmente inservible, hasta que en 1938 el ejército federal se encargó de restaurarlo. Hoy alberga un pequeño pero excelente Museo de la Piratería que muestra embarcaciones a escala, dispositivos interactivos, mapas y piezas históricas, a través de un espléndido despliegue museográfico. Está a cargo del Instituto Quintanarroense de la Cultura y abre de martes a domingo de 9:00 a 20:00 horas.
El arbolito que está sembrado frente a las puertas del museo es de Palo de tinte o Palo de Campeche, una especie originaria de la península de Yucatán que da un oscuro pigmento indeleble muy apropiado para teñir textiles. Dicho árbol, que antes de la aparición de los pigmentos sintéticos era muy cotizado, fue el objeto de la codicia de los ingleses y la razón principal por la que durante siglos mantuvieron con esmero su base pirata de Belice.
Cenote Azul
Unos 4 kilómetros al sur del centro de Bacalar se localiza este bellísimo cenote. Se puede llegar a él por la Costera Bacalar o por la carretera 307. Tiene unos 100 metros de diámetro, aproximadamente, y está rodeado de una espesa, aunque engañosa vegetación, porque en realidad la laguna de Bacalar comienza unos cuantos metros más allá, sobre su costado oriente (el cenote surte de agua a la laguna).
Su nombre es muy adecuado; su color es azul oscuro debido a su gran profundidad, que supera los 90 metros. El sitio, a pesar de ser peligroso, es un imán para los amantes del buceo. También se puede nadar y practicar canotaje en él. En la orilla está el restaurante homónimo, famoso por sus mariscos y sus carnes de animales silvestres. Abre todos los días de 8:00 a 18:00; y en temporada alta, hasta las 20:00 horas
Alrededores de Bacalar
Tanto al norte como al sur de Bacalar el viajero podrá encontrar diversos puntos de acceso a la laguna, que unas veces corresponden a pequeñas comunidades y otras a pequeños hoteles. 16 kilómetros al sur de Bacalar está el caserío de Xul-Há, nombre maya que significa "fin del agua".
En efecto, ahí está el extremo sur de la laguna de Bacalar. Unas escalinatas muy rústicas al final de una de las calles del pueblo llevan hasta la orilla de la laguna, donde uno puede echarse un chapuzón. 8 kilómetros al norte de Bacalar, por la carretera federal 307 está Villas Ecotucán, un espléndido hotel ecológico con acceso a la laguna que en vez de habitaciones convencionales cuenta con coloridas cabañas muy agradables.
La energía eléctrica del lugar proviene de celdas solares propias, y las aguas negras y grises son enviadas a diversos sistemas de reciclaje. El lugar ofrece a sus huéspedes kayacs, canoa, y bicicletas. Tiene también cabañas de alquiler de largo plazo. Km 27.3, Carretera Chetumal-Cancún. www.villasecotucan.info. 21 kilómetros al norte de Ecotucán (y a 29 de Bacalar) está el poblado de Buenavista. Dentro del pueblo, a un kilómetro de la carretera está el Balneario Buenavista, un parque muy sencillo a orillas de la laguna. Cuenta con restaurante, juegos infantiles, camastros y palapas de alquiler. Sus kayacs se ven en muy buenas condiciones.
Chacchoben
Tan sólo 8 kilómetros al norte de Buenavista (y a 37 de Bacalar) inicia a mano izquierda (noroeste) la carretera federal 293 rumbo a Chunhuhub y Mérida. Hay que doblar ahí para llegar otros 8 kilómetros después a esta zona arqueológica. Al igual que Kohunlich y Dzibanché, Chacchoben nació como una pequeña aldea hacia el año 200 a.C. A lo largo del primer milenio de la era cristiana tuvo lugar un importante auge constructivo que decayó hacia el año 700. Un par de siglos después la ciudad fue abandonada, para luego ser parcialmente repoblada en los años cercanos a la Conquista.
Los restos de esta urbe cubren unas 70 hectáreas. El primer edificio que ve el visitante es el Templo 24, una alta y muy impresionante pirámide que revela por sus detalles arquitectónicos un probable parentesco con otras ciudades mayas del Petén. Sigue la Plaza B, a cuyos lados se encuentran algunas estructuras no totalmente desmontadas. Aparecen después varias plataformas alargadas sobre las que debió haber habido recintos residenciales para los grupos dominantes de la urbe. En el extremo sur del área abierta al público se levanta el Gran Basamento, que efectivamente es una plataforma artificial muy alta sobre la que se construyeron varias pirámides, entre ellas el magnífico Templo 1. La exploración de este sitio inició en 1994. Al no tener ninguna referencia previa sobre el lugar se optó por darle el nombre del ejido en cuyas tierras se encuentra. En septiembre de 2002 el lugar fue abierto al público. Puede visitarse de lunes a domingo de 8:00 a 17:00 horas.
Parque ecoturístico Uchben Kah
Desde Chacchoben hay que regresar a la carretera federal 307. En el entronque se dobla al noreste (izquierda) para llegar, 3 kilómetros más adelante, al poblado de Pedro Antonio de los Santos. Ahí se encuentra este nuevo Parque Ecoturístico que opera desde mediados de 2006.
El parque abarca 90 hectáreas de la ribera norte de la laguna de Bacalar. El lugar está diseñado para la práctica de caminatas y ciclismo de montaña en medio de la selva, que ahí se conserva bastante completa. Hay también recorridos guiados en kayac a través de lo que en la zona llaman creeks (o sea, arroyos lentos subsidiarios de la laguna) y sobre la laguna, con el propósito de avistar la fauna de la zona, que incluye distintos tipos de aves, algunos mamíferos como venado, tapir y cocodrilos. Existe una versión nocturna de este recorrido en el que cada viajero lleva su lámpara en la cabeza y que permite sorprender a la distancia a los cocodrilos que están al acecho sobre la orilla de la laguna.
Las instalaciones centrales del parque ocupan lo que hace medio siglo fue una estación caobera y chiclera que con el paso del tiempo fue abandonada. La antigua tienda de raya, la casa del administrador y las otras construcciones que quedan en pie están siendo adaptadas para prestar servicios tales como restaurante, tienda de abarrotes, baños, vestidores y regaderas, mostradores para renta de equipo de esnórquel, teléfonos, cajero automático y fuente de sodas. Hay también espacios para acampar y secciones de la costa para recreaciones acuáticas. Este proyecto nació como una iniciativa comunitaria de 47 ejidatarios de Pedro A. Santos.