Hay gente que, nada más subir al avión, se ata el cinturón, se pone el antifaz y se reclina hacia atrás todo lo que puede y más, desoyendo las advertencias del despegue, sin importarle si sirven cena y el de atrás quieren comer algo sin tener la butaca en sus narices.
Es gente que parece cansadísima, que no aspira a ir lo más cómoda posible (aunque tú no lo estés tanto), que no dejan de empujar y empujar hacia atrás, con la esperanza de que el mecanismo ceda un poco más y consigan reclinarse unos milímetros extra. Es gente que no le importaría viajar estirada, cuan larga es.
Frente a esta actitud puede resultar muy embarazoso pedir que evite reclinarse porque pretendes ver la película con la pantalla recta hacia tus ojos, porque te molestan las rodillas, o porque simplemente sientes claustrofobia, o porque ni siquiera puedes operar con el menú. Sin embargo, Defensor de Rodillas (Knee Defender) es un gadget que evita que el pasajero que tienes delante se recline más de lo que tú quieres.
El sistema consiste en dos clips de plástico que se sitúan en el asiento de delante, impidiendo que éste se pueda echar para atrás o no lo haga del todo. Aunque no te asegura que puedas tener un conflicto con el pasajero:
{El gadget viene con un “tarjeta de cortesía” que se entrega al pasajero de delante y en la que se explica por qué has colocado los clips y cuántos centímetros podrá reclinar su asiento. La tarjeta también incluye las instrucciones que debe seguir el pasajero de delante para presentar una reclamación a la aerolínea con el fin de convencerla de que debe proporcionar un espacio entre filas suficiente como para que la gente pueda reclinar su asiento sin aplastar a los demás.}
No es la primera vez que hablamos de Knee Defender en Diario del viajero, pero últimamente parece haberse puedo de moda otra vez debido a las enconadas críticas de algunas asociaciones de viajeros al invento. La polémica está servida.