Calabria
Kilómetros de costa salvaje que se alterna con llanuras de arena, evocadores pueblecitos que se asoman a un mar puro y límpido, pero también animadas playas equipadas: así es el litoral del Tirreno de Calabria, un lugar ideal para las vacaciones, tanto para los que buscan la tranquilidad como para aquellos que quieren la diversión absoluta.
La costa de Calabria ofrece multitud de oportunidades para satisfacer los deseos del turista más exigente.
Riviera dei Cedri
Para los que llegan desde el norte, el primer impacto que ofrece Calabria es la Riviera dei Cedri, llamada así por la gran cantidad de cultivos de cedros presentes en la zona. Se trata del Alto Tirreno y la primera localidad que acoge al visitante es Praia a Mare, en la frontera con la región de Basilicata. Incluida en el Parque Nacional del Pollino, Praia a Mare con sus espléndidas playas de arena oscura es una de las localidades turísticas más conocidas de la región. No se puede dejar de hacer una vista a la Isla Dino, que surge frente a Capo dell'Arena con sus maravillosas grutas. Descendiendo nos encontramos con Scalea, característico centro histórico con una antigua muralla, donde no es difícil perderse por sus encantadoras callejuelas. En el paseo marítimo surgen numerosos hoteles adecuados para todo tipo de turistas.
Los que quieren ir de compras pueden dirigirse a Diamante, localidad llena de talleres artesanales y tiendas de moda. El visitante se sorprenderá con un centenar de espléndidos murales realizados en las casas de pescadores del casco histórico y con la excelente cocina del lugar, famoso por ser el reino de la guindilla. Cerca de aquí se encuentra la pequeña isla de Cirella, llena de grutas y ensenadas y dominada por una fortaleza militar del siglo XVI.
El mar, en toda esta zona, es magnífico, pero sin lugar a dudas entre Amantea y Belmonte se encuentra uno de los tramos más bellos. Aquí se encuentran los dos escollos de Isca y, en 1991, el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) la ha declarado 'Oasis azul de los escollos de Isca', un lugar mágico y la meta predilecta de los amantes del submarinismo.
Costa degli Dei
También llamada Costa Bella por su cercanía a las islas Eolias, la Costa degli Dei (Costa de los Dioses) cuenta con 55 kilómetros de largo en la provincia de Vibo Valentia, en la parte sur del Tirreno. Las playas de piedras y guijarros dan paso a las playas blancas que se suceden en pequeñas calas.
Famoso por su cocina (sus trufas son conocidas en todo el mundo), además de por su espléndida ubicación en el golfo de Santa Eufemia, Pizzo Calabro es un pueblecito de pescadores que surge en lo alto de un mar al que parece precipitarse. Después de una comida tradicional es casi una obligación hacer una visita a uno de los lugares con mayor encanto de toda la costa calabresa: Tropea: un mar cristalino, una arena caribeña, un lugar peculiar, un paisaje que corta la respiración sobre las islas Eolias (a las que se puede llegar desde aquí), son las características esenciales de Tropea, conocida y apreciada también por su feria del pescado azul y de la cebolla roja.
Si continuamos hacia el sur justamente frente a Stromboli surge el promontorio de Capo Vaticano, considerada una de las mejores playas del mundo. Los maravillosos y ricos fondos marinos y las típicas bahías, como la de Grotticella, hacen de ella una auténtica joya.
Costa Viola
La Costa Viola surge en la parte más al sur de la costa del Tirreno, aquí el mar es abierto y el agua en algunas horas del día presenta una coloración violácea. Además de la naturaleza pura del Monte de San Elías y de las playas doradas, el visitante de Palmi, encantador pueblecito en la provincia de Reggio Calabria, quedará sorprendido de los restos arqueológicos que se remontan al neolítico. Del placer de la historia al de la naturaleza: Bagnara Calabra surge entre las colinas que se precipitan al mar, entre viñedos se puede disfrutar de un panorama único de las Islas Eolias y del Estrecho de Mesina.
Otro lugar bellísimo, quizás uno de los más emocionantes de Italia, es Scilla, pueblo de pescadores, celebrado por Homero y Virgilio y apreciado por los turistas que llegan aquí para asistir a la característica pesca del pez espada.