Del Golfo de la Asinara a la Costa Esmeralda
Aguas de una azul turquesa, abruptas costas, bahías escondidas, rocas esculpidas por el viento, playas de arena blanca sumergidas en el color rosa del granito: son las señas de identidad de la costa de Cerdeña que se extiende entre Porto Torres y Olbia.
Ambas son el destino de un itinerario de viaje que va de la Asinara a la Costa Esmeralda para visitar la Cerdeña menos conocida y disfrutar de un poco de ligereza, en una tierra milenaria con numerosos lugares salvajes y escondidos por descubrir.Un itinerario ideal, enteramente costero, de casi 200 km, nos guía a través de un litoral septentrional, entre las provincias de Sassari y de Olbia-Tempio Pausania.
De Porto Torres a Castelsardo
Se parte de Porto Torres, en el golfo de la Asinara, la principal parada de la Cerdeña noroccidental y punto de referencia de las excursiones por la playa de Platamona, rodeada de pinos y eucaliptos. En la ciudad, hay que ver San Gavino (1080) la mayor y más antigua basílica románica de Cerdeña y el yacimiento arqueológico romano con las termas y el Puente Romano, también éste el mayor y más antiguo de la isla.
Es aconsejable hacer un par de desviaciones antes de proseguir por la ruta principal: una hacia el oeste para disfrutar del espléndido mar de Stintino, de un azul que se esfuma del celeste al marino, el Parque nacional de la Asinara y la Pelosa, una espléndida playa de arenas blancas y de muy poca profundidad; la otra desviación nos lleva al altar prenurágico de Monte d'Accoddi, monumento megalítico que se remonta a la mitad del siglo IV a.C.
Volviendo a la costa, en un promontorio rocoso surge Castelsardo: fundado en 1102 por los nobles genoveses Doria, desde entonces ha permanecido intacto: las murallas, los estrechos corredores y el castillo en lo alto.
A 4 km de la localidad encontramos la Roca del Elefante, uno de los accidentes que el viento, la lluvia y la salinidad han moldeado y esculpido con la forma del gran mamífero que le da nombre.
De la Costa Paradiso a Palau
Las aguas transparentes de la Costa Paradiso acompañan el recorrido hacia Santa Teresa de Gallura: a lo largo del camino aparece la Isla Rossa, del color del granito. Capo Testa, donde el viento está siempre presente y una península enteramente de roca: aquí es donde los romanos extraían el granito y en esta antigua cantera se pueden apreciar aún hoy los restos de antiguas columnas.
Santa Teresa, una de las localidades más visitadas de la Gallura, domina las Bocas de Bonfacio, de las que parten las embarcaciones que conducen a Córcega por el archipiélago de la Magdalena.
Palau, es por tanto, la puerta de acceso a la Magdalena, cuya costa rocosa, también ella modelada por el viento, ha creado figuras sumamente evocadoras, como el gigantesco Oso, justo en frente de Caprera. Cerca se sitúa Porto Raphael, donde surge la escalinata que una vez alcanzada la antigua atalaya militar nos ofrece el panorama más bello de la Magdalena y la costa.
De Arzachena a la Costa Esmeralda
El camino prosigue hacia Arzachena, con su elemento más representativo: la Roccia del Fungo (la Roca de la Seta), de granito.
En Baja Sardinia, una de las mayores localidades turísticas de la zona, inicia la Cerdeña del glamour de los hoteles de lujo y de las villas de ensueño escondidas en medio de la vegetación.
A continuación, Costa Esmeralda: promontorios rocosos, profundas ensenadas y playas increíbles. Porto Cervo es la más refinada y mundana, reino veraniego de la jet-set internacional, basta admirar los yates y los veleros aquí atracados. Polto Quatu (un espléndido fiordo), Liscia di Vacca (una pequeña joya de pueblecito), Porto Pollo y Cala di Volpe (pequeño puerto natural entre dos playas).
Las playas más bellas son la del Príncipe, Capriccioli, Liscia Ruia, Razza di Giunco y la de la foz del río Liscia, donde en primavera las dunas de arena se colorean de rosa gracias a la floración de la armeria marítima.
No hay que perderse
Un paseo por el archipiélago de la Maddalena y por la Isla de Tavolara, área protegida.
Una visita a Porto Rotondo que se disputa con Porto Cervo el podio de la mundanidad; a Olbia, a Tempio Pausania, la capital del corcho y a San Pantaleo, entre imponentes promontorios de granito –los denominados tafoni- formados por la acción erosiva del viento. Casas bajas y muchos artistas, sobre todo pintores.
En Capo Figari, cerca de Golfo Aranci, se pueden observar los muflones en libertad. Un punto estratégico es el Fortino abandonado en la bahía de Cala Moresca.
Deportes
A lo largo de todo el territorio se pueden practicar numerosos deportes: desde los paseos a caballo hasta el avistamiento de aves, del senderismo al golf, del tenis a las excursiones en lancha, de la vela al windsurf. Desde Santa Teresa de Gallura hasta Tavolara la concentración de centros de submarinismo es enorme.
Compras
Alfombras, tapices, cojines de lana, algodón y lino; en Castelsardo y en Porto Torres las alfombras y los estupendos cestos trenzados de palma. La orfebrería sarda es sumamente particular, uno de los souvenir que hay que llevarse los bottoni de filigrana, generalmente enriquecidos con granate y la famosa fede sarda, con la parte superior de filigrana granulada. En Olbia destacan los trabajos de corcho de la Gallura y todos los productos de artesanía sarda.