El boom de Airbnb
La industria turística tradicional —que en el caso de España representa el 12% del PIB— está, como mínimo, alborotada.
Y los organismos públicos inician acciones para luchar contra la economía sumergida. Cataluña es el primer lugar de Europa que ha multado a Airbnb, Madrid acaba de regular su actividad y Navarra ha abierto expediente a viviendas turísticas que se saltan la normativa. Los hoteleros exigen que los apartamentos turísticos la cumplan, mientras que la patronal de los autobuses pide el cierre de Blablacar por considerarlo “competencia desleal”. Mientras tanto, crecen a marchas agigantadas los usuarios de este tipo de servicios. Quince millones de personas han utilizado Airbnb en lo que va de año en el mundo. En palabras de Frédéric Mazzella, fundador de Blablacar (diez millones de usuarios en Europa): “Frenar el movimiento de consumo colaborativo sería como querer parar el mar”.Aunque existen muchas otras iniciativas, ofrecemos aquí algunas claves, pros y contras de las dos plataformas más grandes, Airbnb y Blablacar. La idea básica es muy simple: ofrecer por poco dinero habitaciones (o apartamentos) privados y plazas libres en vehículos particulares. Además del precio bajo, estas fórmulas abren la posibilidad de conocer a personas vinculadas con el destino. Por otro lado, tiene inconvenientes como la menor seguridad (te pueden dejar tirado) o los posibles problemas con anfitriones o conductores. Ambas plataformas se sustentan en las opiniones de los usuarios, una tendencia que ya había adelantado Tripadvisor para los hoteles y que aquí se consolida y se amplifica: en Airbnb y Blablacar opinan las dos partes, el que ofrece el servicio y el que lo utiliza. Así todos los usuarios conocen a la otra parte implicada.
AIRBNB
¿Cómo surgió la idea?
En 2007, ante la falta de oferta hotelera durante un congreso en San Francisco (Estados Unidos), dos de los fundadores de la web compraron tres colchones hinchables (airbed, en inglés) y ofrecieron en su casa alojamiento y desayuno (bed & breakfast, b&b) a través de una web. Así nació Airbnb, compañía estadounidense que hoy está presente en 190 países (34.000 ciudades). En España funciona desde 2011. “Más de un millón de personas han visitado España con nuestra página, y contamos con más de 80.000 alojamientos”, dice Jeroen Merchiers, director general de Airbnb para el Este, Norte y Sur de Europa.
¿Cómo funciona?
La web pone en contacto a anfitriones que alquilan su casa o una habitación con posibles huéspedes. Es importante diferenciar este tipo de alojamientos de sistemas como el intercambio de casas o dormir gratis en un sofá (couchsurfing), donde no existe contraprestación económica. Aquí sí: el huésped paga por su estancia. Airbnb permite a cualquiera alquilar su casa completa o bien una o varias habitaciones. La web hace de intermediaria, ofrece un seguro a ambas partes y cobra por este servicio un 3% a los anfitriones y entre un 6% y un 12% al viajero, según el precio (cuanto más caro, menos porcentaje cobra).
“Viajo a menudo a Londres por trabajo y no me apetece estar en un hotel impersonal. Quedarme en casa de otras personas es una buena manera de conocer gente local, charlar y aprender más sobre la ciudad”, dice Jorge Planelló, de 30 años y profesional del márketing. “Además, en esa ciudad hay hoteles que cuestan 150 euros y son bastante malos, mientras que por ese precio con Airbnb puedes encontrar unas casas enormes y muy bien equipadas”, añade.
¿Quién usa Airbnb?
Alojarse con Airbnb suele ser, sobre todo, cuestión de jóvenes. La media de edad de los usuarios que se alojaron entre 2012 y 2013 en Barcelona, por ejemplo, fue de 36 años. “Usé la página para alquilar una casita cerca de Montserrat y todo fue muy bien. La verdad es que en este caso era casi el único sistema posible, porque se trata de un pueblo perdido en la comarca valenciana de la Ribera Alta”, dice Laura del Río, periodista de 32 años. Rocío Marín, una española de treinta años que vive en Irlanda, utilizó Airbnb para reservar alojamiento en un viaje a Ámsterdam. “El sistema de puntuación funciona bastante bien, con las referencias puedes conocer detalles de la casa y sus dueños. Además, si tienes algún problema, la compañía suele responder rápido”, dice.
¿A quién perjudica Airbnb?
¿Los usuarios de Airbnb se alojaban antes en hoteles? ¿O, quizás, no viajaban? Es muy improbable que la clientela de los hoteles de tres, cuatro o cinco estrellas abandone estos establecimientos, ya que ofrecen servicios, comodidades e instalaciones que no se esperan en una casa particular. “No hemos notado que bajen nuestros clientes, entendemos que ambos sistemas son complementarios”, dice Yeyo Ballesteros, de la cadena hotelera Room Mate. Según la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid, “el impacto de Airbnb es mayor en las categorías inferiores”. No están en contra del modelo, pero piden a los alojamientos particulares de la capital que cumplan la regulación madrileña, aprobada este verano. El decreto obliga a los apartamentos a registrarse ante la Comunidad de Madrid y señala que no podrán alquilarse por un plazo inferior a cinco días (una norma que ha sido recurrida recientemente por la Asociación de Gestores de Viviendas de Uso Turístico).
La Confederación Española de Hoteles, por su parte, denuncia que este tipo de plataformas “está fomentando la economía sumergida”. Su secretario general, Ramón Estalella, subraya que “para operar, un hotel necesita cumplir todo tipo de normas fiscales, de seguridad, laborales, de sanidad, de accesibilidad…, mientras que a los particulares que alquilan su casa esto no les afecta tanto”.
Los hoteles se encuentran con una realidad nueva. Jeroens Merchier, de Airbnb, lo tiene claro: “El viajero está cambiando. Hay quienes quieren ponerle puertas al campo y otros se preguntan qué piden los viajeros de hoy para adaptarse a este fenómeno. Lentamente se aprecia un cambio de actitud”. Kike Sarasola, el fundador de Room Mate Hoteles, por ejemplo, acaba de lanzar BeMate.com, una web en la que pretende que los hoteles puedan ofrecer sus servicios (entrega de llaves, párking, limpieza, restaurante, canguro...) a los usuarios de los apartamentos turísticos. Han empezado con 2.500 apartarmentos en diez ciudades donde está presente la cadena. Un intento de que las dos fórmulas se beneficien mutuamente.
¿Me multarán por alquilar mi casa?
En Cataluña es posible. Aunque la mayoría de las autonomías todavía no ha regulado este uso, la catalana es la primera comunidad española —y europea— que ha sancionado a Airbnb con 30.000 euros por incumplir la normativa catalana sobre alojamientos turísticos (aunque Airbnb ha recurrido la multa). La norma dice que no se pueden alquilar habitaciones, sino solo viviendas completas, registradas para ese uso ante la Generalitat y por un periodo inferior a 30 días. El boom turístico de Barcelona fomenta la demanda de este tipo de alojamientos, y su proliferación ya ha desatado la ira de los vecinos de la Barceloneta, que protestan contra la actitud incívica de algunos de estos turistas de bajo presupuesto.
Si una persona alquila su casa en Cataluña para uso turístico e incumple la ley, puede recibir una sanción que va de los 3.000 a los 24.000 euros. La Generalitat está realizando inspecciones para comprobar que la norma se cumple y ha llegado a cerrar algunos de estos apartamentos. Con este sistema, han regularizado 200.000 plazas, pero estiman que todavía quedan 300.000 ilegales. Si en el futuro se demuestra que Airbnb sigue promocionando viviendas fuera de la regulación, se podría llegar a bloquear el acceso a la página en Cataluña, dicen desde la Generalitat. Además, está en marcha una comisión para legislar específicamente sobre la economía colaborativa.
Madrid también tiene previstas sanciones que van de los 3.000 a los 300.000 euros para quienes inclumplan el decreto madrileño. Solo se pueden alquilar apartamentos enteros. “La normativa turística entró en vigor este verano y por ahora se ha optado por informar a los propietarios antes que sancionarlos”, explica una portavoz de la Consejería de Empleo y Turismo. Más adelante, la Comunidad pondrá en marcha inspecciones.
Navarra, por su parte, acaba de aprobar un decreto similar que exige a los pisos registrarse y firmar una declaración responsable para convertirse en alojamiento turístico. Tampoco aquí se pueden alquilar habitaciones, solo apartamentos enteros. “Hemos abierto entre 15 y 20 expedientes a propietarios que incumplen la norma, que podrían acabar en sanciones de hasta 6.000 euros”, señala Carlos Erce, director general de Turismo de Navarra.
¿Me pueden multar como cliente?
Hasta la fecha, no se ha sancionado a cliente alguno en España.
¿Qué dice Airbnb?
La plataforma informa ahora a las personas que alquilan sus viviendas de cuáles son las leyes nacionales y autonómicas vigentes. Cada anfitrión firma una cláusula en la web para confirmar que las cumple, aunque esto no significa que realmente lo haga. En Cataluña, además, los propietarios son los encargados de recaudar la tasa turística que se cobra por pernoctaciones.
¿Cómo está en otros países?
Dos destinos de referencia como Londres y Ámsterdam, y también Hamburgo, o las estadounidenses Portland y San Francisco, han aprobado normativas para fomentar el uso de Airbnb. Sin embargo, varias ciudades de Estados Unidos están intentando limitar el uso de la plataforma, entre ellas Nueva York, Nueva Orleáns y Malibú, lo mismo que la canadiense Montreal, o Berlín.