Ex Hacienda Molino de Flores
Molino de Flores es un viejo casco de hacienda que se ubica en Texcoco, a una hora de la Ciudad de México, se trata de uno de los destinos de fin de semana más frecuentados por los habitantes de este municipio, pero también de otras partes del Estado de México y de la capital del país.
En las inmediaciones de Molino de Flores, se encontraban, durante los tiempos prehispánicos, los célebres jardines del emperador Netzahualcóyotl. Tales jardines fueron construidos por mandato de dicho tlatoani, en algún momento del siglo XIV. Posteriormente, la llegada de los conquistadores españoles, marcó el origen de esta gran hacienda, la cual, en su mejor momento, llegó a ser una de las más importantes del país.
El español Juan Vázquez, obtuvo el permiso para establecer, en estos terrenos texcocanos, un batán, es decir, una propiedad dedicada a la industria textil. No mucho después, en Molino de Flores también se emprendió la producción de harina de trigo, producto altamente redituable en la Nueva España. Con ello la hacienda creció de manera notable y alcanzó su mayor esplendor. La denominación que ostenta el lugar, hasta la fecha, obedece a que uno de sus dueños fue Alfonso Flores de Valdez.
Muchas de las construcciones que se observan en Molino de Flores, fueron llevadas a cabo por Miguel de Cervantes y Velasco, el famoso Marqués de Salvatierra. Este personaje fue quien impulsó la construcción del edificio principal, el Templo de San Joaquín, el pórtico de acceso y la Capilla del Señor de la Presa. Ciertas fuentes señalan que, este último, fue edificado en honor de una milagrosa aparición que tuvo lugar en las laderas de roca que hay en los márgenes del río Cuxcahuaco, mismo que cruza por toda la añeja propiedad.
Algo muy interesante con respecto a la Capilla del Señor de la Presa, es que, tal y como sucede con la pirámide de Malinalco, es una estructura excavada directamente sobre la roca y que además, está sostenida de manera parcial, por las laderas del Cuxcahuaco. Miguel de Cervantes y Velasco también se ocupó de trazar los jardines de la hacienda, los cuales incluían cascadas, flores y varias fuentes.
La hacienda Molino de Flores siguió funcional hasta los días del Porfiriato, cuando además se ocupaba en abastecer de pulque a la Ciudad de México. No obstante, con la Revolución Mexicana, la propiedad fue abandonada, y aunque en 1937 Lázaro Cárdenas la declaró Parque Nacional, desde entonces ha sufrido un notable deterioro. Sin embargo, esto último ha servido para que la ex hacienda Molino de Flores haya sido elegida, como escenario para diferentes películas.