Islas Feroe
Un pueblo de cuento donde las casas tienen tejados de hierba, en Islas Feroe
Los techos cubiertos con una capa de hierba son característicos de varios países nórdicos europeos, un tipo de construcción que también se puede ver en Islandia, y que tiene una enorme tradición en las islas Feroe. Pero éste pueblo tiene un encanto aún más particular. Es un rincón cargado de historia y bien conservado. Se llama Kirkjubøur, y se encuentra en la costa oeste de la isla Streymoy. Apenas está poblado actualmente, pero fue un importante centro religioso en la Edad Media (por ser sede episcopal cristiana desde el año 999, aunque su historia se remonta a los tiempos vikingos).
Aunque el pueblo de Kirkjubøur fue reconstruido luego de ser arrasado por tormentas hace dos siglos, lo que vemos hoy es el aspecto tradicional del lugar (y muy bien conservado). Los techos a dos aguas cubiertos de hierba son una respuesta a la disponibilidad del clima y de materiales desde hace siglos, un modo de construcción sustentable y tradicional que protege del frío, el viento y la humedad.
Con una catedral inacabada, museos, otra iglesia en pie desde el siglo XI, y sus pocas pero pintorescas casas en el marco de un paisaje imponente, éste reducto es serio candidato a ingresar en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Razones suficientes para sumarse a nuestra lista de lugares increíbles.
Los techos cubiertos con una capa de hierba son característicos de varios países nórdicos europeos, un tipo de construcción que también se puede ver en Islandia, y que tiene una enorme tradición en las islas Feroe. Pero éste pueblo tiene un encanto aún más particular. Es un rincón cargado de historia y bien conservado. Se llama Kirkjubøur, y se encuentra en la costa oeste de la isla Streymoy. Apenas está poblado actualmente, pero fue un importante centro religioso en la Edad Media (por ser sede episcopal cristiana desde el año 999, aunque su historia se remonta a los tiempos vikingos).
Aunque el pueblo de Kirkjubøur fue reconstruido luego de ser arrasado por tormentas hace dos siglos, lo que vemos hoy es el aspecto tradicional del lugar (y muy bien conservado). Los techos a dos aguas cubiertos de hierba son una respuesta a la disponibilidad del clima y de materiales desde hace siglos, un modo de construcción sustentable y tradicional que protege del frío, el viento y la humedad.
Con una catedral inacabada, museos, otra iglesia en pie desde el siglo XI, y sus pocas pero pintorescas casas en el marco de un paisaje imponente, éste reducto es serio candidato a ingresar en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Razones suficientes para sumarse a nuestra lista de lugares increíbles.