Islas imperdibles si viajas a la costa azul de Francia
Tanto si eres aficionado al fútbol como si no lo eres, apuesto a que te has enterado de que este año Cristiano Ronaldo, el futbolista portugués del Real Madrid, pasó unos días en un barco cerca de Saint Tropez, en la Costa Azul.
Y seguro que te fijaste en algo más que el escultural cuerpo del luso mientras se hacía un 'tú me das cremita yo te doy cremita' con sus amigos. En las claras aguas del Mediterráneo que bañan la Costa Azul, la llamada Riviera Francesa. Pero no, éste no es un artículo más que habla de las maravillosas ciudades de la citada riviera: Marsella, Saint Tropez, Cannes, Niza' Quiero ir un paso más allá y hablaros de una ruta que no tanta gente realiza, la que recorre las islas de la Provenza. Se trata de esos pequeños paraísos que encierran islas e islotes cercanas a la costa y a las que puedes acceder, si no tienes barco, a través de ferries.Islas Frioul. Un buen lugar para iniciar la ruta es Marsella gracias a su buena comunicación por vía aérea y a la cercanía con España. Tan cerca y tan lejos de la bulliciosa ciudad portuaria se encuentran las islas Frioul, cuyo puerto deportivo y sus restaurantes reciben la visita de los marselleses en los momentos de ocio. Hay transbordadores desde el Puerto Viejo de Marsella bastante económicos y, aparte de ir a comer, puedes pasear por su rocoso paisaje o visitar sus vetustas fortalezas militares.
Isla de If. No muy lejos de allí tienes la posibilidad de visitar una isla con mucha literatura: If. Si no te suena, te recuerdo que en esta isla el escritor Alejandro Dumas situó la prisión de la que tuvo que escaparse El Conde de Montecristo. Como es normal en estas islas, una construcción militar ocupa casi todo el islote, posiblemente la cárcel en la imaginación de Dumas. Es desembarcar allí y un halo de romanticismo invade tu cuerpo.
Frente a las Calanques marsellesas, una especie de fiordos a los que no se puede acceder en coche, se pueden observar tres islotes deshabitados: L'Estacade, La Pierre Tremouere, Tete de la Botte. Acceder a ellos es imposible si no dispones de un pequeño barquito o algún amigo que tenga un pequeño barquito. Lo que sí puedes hacer es coger un barco que te lleve a las Calanques y pase cerca de estas pequeñas islas.
Isla de Porquerolles. Unos kilómetros al oeste de Marsella se llega a Hyères y, perteneciente a su término municipal, pero en el mar, encontrarás la isla de Porquerolles. Tiene unos 12 kilómetros cuadrados y se trata de un barrio con mucha historia. Se puede llegar a ella en ferry y pasar allí el día recorriéndola, bien andando o en bicicleta, para llegar a alguna playa paradisíaca donde poder disfrutar de la claridad y buena temperatura de sus aguas. Si te gustan las piedras, puedes visitar desde restos griegos hasta castillos y fortalezas del siglo XIX. Si no eres de experimentar ni de investigar, existen visitas guiadas que te explican la historia de la isla.
Port Cros. Vecina de Porquerolles es Port Cros, una isla con abundante vegetación que ha sido reconocida como Parque Nacional. Al tener esta catalogación, sólo se pueden visitar las partes permitidas. Hay un par de playas a las que llega dando un agradable paseo entre la frondosidad de los árboles. El agua es tan clara como en Porquerolles.
Heliópolis. Y la tercera isla del archipiélago de Hyères es la de Levante, cuyo mayor atractivo es Heliópolis, uno de los primeros parques naturistas de Francia. El 80% restante de la isla no puede visitarse por tratarse de terreno militar.
Una vez hayas quedado embaucado con el glamour de Cannes, de su festival de cine y de sus tiendas con las firmas más importantes, no debes dejar de hacer una visita a las Islas Lérins: Sainte-Marguerite y Sainte Honorat. Una vez más, los fortines y bastiones son uno de los principales monumentos de las islas. En la isla de Sainte-Marguerite el Fuerte Santa Margarita fue construido por orden del Cardenal Richelieu. Fue una prisión, aunque hoy acoge un museo de arqueología submarina. También podrás visitar la morada de la Máscara de Hierro. La supuesta mazmorra del misterioso personaje se puede ver en el museo. Otra opción es darse un paseo por caminos llenos de vegetación, senderos balizados a través de los cuales puedes recorrer la isla para visitar, por ejemplo, la playa del embarcadero o la Punta de Batéguier, calas de aguas tranquilas y claras.
Dentro de la isla de Sainte Honorat, el monumento más imponente es la Abadía de Lérins, donde aún hoy quedan monjes cistercienses. Te aconsejo disfrutar del contraste de la relajación de la citada abadía con el bullicio inmobiliario de la Costa Azul. Quizá 'calma' sería la palabra perfecta para definir las islas de Lérins. El monasterio está rodeado por una muralla y fue reconstruido durante el siglo XIX, por lo que la imagen actual no es exactamente la original. Si vas a Sainte Honorat no te vayas sin probar el marisco de la zona y el vino de la isla en alguno de sus restaurantes. Son los propios monjes cistercienses los que fabrican el vino. Y si no quieres vino, las manos monacales también producen licores y dulces. Puedes llegar a las Islas de Lérins a través de un transbordador desde el puerto de Cannes. Pero, eso sí, no te asustes con el tamaño de los yates que puedas encontrar allí. La mayoría, si no estás en la élite, nos tenemos que conformar con mirar los toros desde la barrera. No sé si la visita de estas islas te ayudará a que tu vida se parezca un poco más a la de Cristiano Ronaldo, pero, eso sí, el 'tú me das cremita yo te doy cremita' no nos lo quita nadie.