Oaxaca, Ciudad Patrimonio
Un estado tan rico en biodiversidad y cultura como Oaxaca ofrece al viajero una experiencia única en el mundo.
En sus costas bañadas por el Océano Pacífico es posible practicar deportes acuáticos como surf y el snorkeling, visitar santuarios de tortugas, avistar ballenas y otros seres marinos, pero, sobre todo, admirar la belleza natural de sus playas, la calidez de sus habitantes y el exquisito sabor de su comida típica.
Atravesada por tres grandes sierras, Oaxaca ofrece un paisaje impresionante en todos los caminos que la recorren. Cadenas monumentales de montañas adornan su horizonte, y permiten al visitante vivir una experiencia única en contacto con su magnífica biodiversidad.
A lo largo del estado se vive un ambiente pacífico que permite al viajero disfrutar practicando actividades tan simples como la caminata. La capital recibe a sus visitantes con una rica arquitectura novohispana, plena de templos, exconventos y edificios de gran valor colonial, que la convierten –al lado de la zona arqueológica de Monte Albán- en Patrimonio de la Humanidad. Sus calles se encuentran llenas de vida, pobladas de vendedores de artesanías, recuerdos y productos típicos; bares, cafés y música que se encargan de entretener a los turistas en todo momento.
Su gastronomía, reconocida a nivel mundial, incluye chapulines, el famoso mole oaxaqueño, tamalitos y memelas. En el Istmo se consumen alimentos exóticos como carne de iguana y huevos de tortuga (cuya venta hoy día está prohibida), garnachas y la famosa agua de ciruela. Estos manjares pueden disfrutarse desde en mercados hasta en restaurantes de alta cocina.
La herencia mesoamericana ha ejercido una gran influencia sobre sus habitantes, quienes están orgullosos de sus ruinas precolombinas, como Monte Albán y Mitla, y de la enorme cantidad de monumentos históricos que se erigen en el estado.
Las fiestas tradicionales de la región están llenas de colorido, música y alegría, y a ellas están invitados tanto nacionales como extranjeros. Oaxaca comparte su riqueza cultural generosamente con todo aquél que la visita. Sus artesanos trabajan formas caprichosas y fantásticas en diversos materiales: lana, barro, madera y pintura, llevando a cabo creaciones tales como alebrijes, figuras de barro negro, latón y tapetes de lana pintados con tinturas vegetales.
El clima templado del estado permite visitarlo en cualquier época del año. Sus tesoros naturales y culturales son sumamente variados; recorrerlos y descubrirlos es una tarea monumental, pero sumamente gratificante.
Denominada anteriormente como Verde Antequera, Oaxaca de Juárez halla su significado en lengua náhuatl como “En la nariz de los huajes”.
Su Centro Histórico y la zona arqueológica Monte Albán, fueron el motivo para nombrarla Patrimonio Cultural de la Humanidad.
¿Por qué fue nombrada?
Desde el siglo XVI, el Centro Histórico de Oaxaca conserva el trazo original perfectamente delineado, que según se advierte, es idéntico a un tablero de ajedrez.
El centro ceremonial Monte Albán aglutina un conjunto de monumentos prehispánicos que ostentan estelas (lápida o pedestal) con jeroglíficos que conmemoran sucesos importantes para la historia de la ciudad.
¿Qué hacer?
Probar las llamadas tlayudas, tortillas de gran tamaño, preparadas con queso. Los emblemáticos y exquisitos tamales oaxaqueños esperan a miles de turistas para sorprender con sus sabores.
Recorre la Plaza de la Constitución, enmarcada por elegantes portales edificados desde 1529, disfrutando de un rico café distintivo del lugar, un champurrado, bebida preparada a base de masa de tortillas, una cerveza o cualquier bebida típica de la ciudad.
Visita obligada
Zona arqueológica Monte Albán, el Templo de Santo Domingo, la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Soledad, la Catedral de la ciudad, el Jardín Etnobotánico y el Andador Macedonio Alcalá.