De un lado las fuertes olas del Océano Pacífico, al otro costado, la calma de una laguna, la de Coyuca.

Hacia el final, una franja donde se encuentran ambas aguas: la Barra de Coyuca.

Sencillo, por momentos austero, Pie de la Cuesta guarda varios encantos: el primero es estar fuera de Acapulco, fuera de su bullicio a 20 minutos. Lo suficientemente cerca para no sentirse aislado.

Las vistas son memorables tanto hacia el mar como hacia la laguna. Las caminatas por la playa en las primeras horas del día, más si vas con pareja, son más que románticas, son como una foto polaroid, atemporales. Podrías repetir el momento una y otra vez sin cansarte. Y aunque el lujo no es parte del espíritu del lugar, puedes tener grandes momentos como visitar la isla de Pájaros en la laguna de Coyuca, un santuario de aves que habitan en la región, ver delfines en el mar o pasear a caballo una hora hacia las 6 de la tarde y presenciar cómo lentamente el sol desparece en el cielo que comienza a poblarse de miles de estrellas.

Para los gustosos del café, hay un pequeño sitio llamado el Amorcito Café. Su terraza tiene una vista única a la laguna.

Para los amantes de los perros hay varios hoteles donde son aceptados, como el hotel Vayma (donde probarás las pizzas a la leña más ricas en Pie de la Cuesta) o el hotel Gilda. No dejes de probar la gastronomía del hotel Casa Blanca.

Caminando por la calle principal, hay otro lugar que es casi familiar para quienes hemos visitado Pie en varias ocasiones: el restaurante Tres Marías, con comida mexicana y platillos del mar es uno de esos lugares donde uno sabe que no saldrá defraudado.

Algo así pasa cada vez que se regresa, puede ser el mar o la vista, pero algo mágico sucede que hace que quieras volver a este paraíso aún antes de haber llegado a tu casa.

Si hubiera que definir a Pie de la Cuesta son dos palabras, serían "transmutación y placer".