¿Qué diferencias hay entre viajar en primera clase y turista?
Tomamos asiento, nos abrochamos los cinturones y plegamos la mesita. Sólo resta atender a las indicaciones de las azafatas, esas que te recuerdan qué hacer en caso de emergencia minutos antes del despegue. Una, dos, trece horas…, volar siempre es un buen plan y viajar todavía lo es más. Pero no nos engañemos, pasar muchísimas horas en un avión puede llegar a ser agotador. Las compañías aéreas lo saben y, por ello, cada vez existen más posibilidades de pagar por un viaje más confortable.
En mi último viaje tomé seis vuelos en seis días. En total, unas 31 horas de avión en que tuve oportunidad de volar en tres clases distintas: primera clase, ‘economy confort’ y turista. Con Lima como destino, irremediablemente las muchas horas de avión están aseguradas. Y aunque todos los viajes a Perú desde Europa se presumen largos, he de reconocer que cuando viajas en ‘business’ (y nunca mejor dicho) ¡el tiempo pasa volando!
La primera clase de KLM, la aerolínea holandesa con la que viajé desde Ámsterdam a Lima, destaca por sus cómodos asientos, de un tamaño muy superior al de ‘turista’ y con respaldos reclinables que permiten quedarnos prácticamente en posición horizontal. Desde luego, esto es fundamental para el descanso: podemos dormir con las piernas completamente estiradas como si estuviéramos en una cama.
Separados del resto del avión -generalmente en la parte delantera de la nave-, el desembarco prioritario evita hacer largas colas. Y es esta misma separación la que permite la calma y silencio durante todo el trayecto, teniendo además unos pasillos mucho más anchos por los que poder pasear si se desea. ¿Que te apetece ver la tele? La pantalla de grandes dimensiones y ajustable en varias posiciones te lo pone muy fácil, y lo cierto es que la oferta de películas, series, música, etc., suele ser excelente.
Por otro lado, es bastante común tener frío durante el vuelo y la mantita que proporcionan en los vuelos intercontinentales resulta totalmente necesaria. De todos modos, aquí también hay diferencias entre primera clase y turista, pues el grosor de la misma es mayor en ‘business’, algo que para los frioleros como yo es de agradecer. Y si de repente te notas la piel algo seca del frío tampoco pasa nada: los pasajeros de primera clase pueden hacer uso de todo tipo de cremas y leches hidratantes que encontramos en los baños de ‘business’.
Dormimos, descansamos y nos relajamos visionando alguna película o serie (por cierto, mientras hacemos todo esto podemos activar la opción de masajes del asiento…muy placentero). Pero otro de los grandes elementos diferenciadores entre turista y primera clase es, sin duda, la comida.
A miles de metros de altura la gastronomía que ofrecen las aerolíneas no suele ser muy buena: el pollo o pasta es un clásico. Pero cuando viajas en primera clase el pasajero puede elegir a la carta entre un menú bastante más elaborado, a lo que hay que sumar todo tipo de tentempiés y snacks que sirven entre los afortunados ocupantes de ‘business’. Por cierto, la copa de champange que no falte.
Economy confort
Que sí, que todo son ventajas y viajar en primera clase es toda una experiencia. Pero igual de cierto es que un billete en ‘business’ cuesta más del doble que uno en turista. Y como todo el mundo no puede permitirse pagar su precio, una alternativa en aerolíneas como KLM es la clase ‘economy confort’. Sus asientos están ubicados por delante de los de turista, de ahí que el desembarco también sea prioritario al del resto de pasajeros, siempre detrás de ‘business’.
Pero para mí, la principal ventaja de la ‘economy confort’ es el espacio entre asiento y asiento, mucho mayor que en el resto de zonas y especialmente útil para pasajeros altos o con piernas largas. Y es que aunque pueda parecer una diferencia poco significativa, cuando se pasa muchas horas sentado el poder tener el cuerpo ligeramente estirado es toda una ventaja. Por supuesto, estas mejoras implican pagar más por billete, un incremento que puede variar en función de si se trata de vuelos dentro de Europa o intercontinentales (desde 20 hasta 160 euros).