Salou, placer acuático en España
Salou, es un sobresaliente foco de ocio familiar.
Curiosamente, cerca de la mitad de los viajeros que acuden a PortAventura 'que este 2015 cumple 20 años' olvidan pulsar, a solo un kilómetro de distancia, la oferta costera de Salou, destino que revela, cada vez más, una secreta condición polifacética de calidad antes que de cantidad, empezando por su amplia oferta de actividades acuáticas. Septiembre registra menor afluencia y el clima se mantiene privilegiado.Ocio marinero y playero
El término municipal de Salou es alargado. Son conocidas las playas de Levante 'hotelera y populosa' y de Poniente 'más tranquila y aledaña al casco viejo', pero la gran sorpresa es playa Larga: estupendos 600 metros ¡sin edificios a nuestras espaldas!, que se alcanza cómodamente a bordo del trenecito turístico. O la cala Penya Tallada, cuyo cuchillón atrae por su morfología. Quien descubra cala Crancs 'ancho arenal acostado en el cabo de Salou entre manchas de vegetación' puede que eche aquí la toalla para el resto de sus vacaciones.
Se mire por donde se mire, las actividades que ofrece la estación náutica Costa Daurada presiden el horizonte de Salou: paracaidismo acuático, la banana, la moto acuática y el novedoso flyboard, espectacular tabla propulsada por una manguera.
Detrás de playa Larga se mimetiza en el paisaje el Lumine Beach Club. Además de por sus tres campos de golf, el Lumine sorprende 'hasta el 11 de septiembre' con ocho piscinas ajenas a la masificación, tres de ellas infinitas, lo que permite superponer en la mirada lo artificial y lo natural. Hamaca, toalla y taquilla salen por 23 euros (12 euros para visitantes de entre 6 y 16 años). Solo para adultos está reservada la piscina cubierta de arena blanca y dotada con chiringuito, una rara avis en Europa.
Paseo a los años veinte
No hay que perderse el paseo marítimo Jaume I, comparable al de Alicante, en el que corren en paralelo tanto palmeras como mansiones de estética del primer cuarto del siglo XX. La pionera fue la modernista Casa Bonet (1921), obra de Domènec Sugrañes i Gras, discípulo de Gaudí, con puerta con tejadillo y reloj de sol; la cúpula de la capilla certifica la pasión del proyectista por el trencadís (decoración tipo mosaico con fragmentos cerámicos). La pintona Villa Enriqueta (1929) sirve de telón de fondo al restaurante Villa Alexander, y la oficina de turismo ocupa el neorrenacentista Xalet Torremar (1929). Este gran paseo luce en el pavimento los blasones de los nobles que conquistaron Mallorca; sin un papel a la vista y fuentes limpias como lavabos.
Cruzar caminando la vía del tren en pleno centro de Salou se antoja anacrónico, salvo si lo hacemos para fotografiar el Carrilet, el ferrocarril económico de Reus a Salou que nos devuelve a 1867. Justo detrás de la vieja estación del Carrilet se encuentra la torre Vieja, que data del siglo XVI y alberga exposiciones de pintura.
Crucero a Cambrils
El restaurante Les Barques (lesbarques.es) es una buena opción, no solo por sus paellas individuales y atento servicio. Junto a las vistas de la playa de Levante brinda un menú de 18,90 euros (bebidas aparte) que incluye arroz con bogavante. Para la digestión,
nada como un paseo por la pasarela apilotada que conduce sobre rojos acantilados hasta la cercana playa des Capellans. Otra opción es el restaurante Terramar (977 38 31 24), que cuenta con la ventaja de estar en el puerto de donde zarpó en 1229 la escuadra del rey Jaime I de Aragón a la conquista de Mallorca. Dicha efeméride se recreará del 4 al 7 de septiembre en la Fiesta del Rey Jaume I, con mercadillo medieval y la elaboración en algunos restaurantes de menús de época.
Nos embarcaremos a las 15.30 rumbo a Cambrils (www.creuerscostadaurada.com; 9 euros ida) para presenciar allí, sobre las 16.00, el regreso de la flota pesquera (a partir de las 17.00, los pesqueros que lleguen son multados).
La vuelta a Salou se hace mejor a pie que en autobús, por un paseo marítimo de siete kilómetros, muy usado por cicloturistas, en el que las construcciones insonorizan el tráfico. El tramo de Salou cuenta con el capitel de plumas que otorgan las palmeras. Los amantes de la tradición marinera tienen mañana '22 de agosto' una cita en el espigón del muelle de Salou a cuenta de la Calada de las Mayas, una exhibición de pesca playera tradicional.
Para golosos
A estas alturas, el cuerpo está recalentado. Para refrescarse es útil saber que la creatividad heladera lleva en Salou por nombre La Ibense Gourmet (Valencia, 14; www.laibense.com). El pequeño obrador está a tiro de piedra de la propia heladería, por lo que las elaboraciones (la producción siempre es pequeña) se consumen recién sacadas de la máquina. Cuesta elegir entre los 200 helados de esta firma de cinco generaciones. Clásicos como el biscuit helado se suman a propuestas innovadoras como el sorbete de lichis con frambuesa y pistacho. La leche merengada puede calificarse de extrasensorial. Los golosos seguirán satisfaciendo sus instintos en la pastelería Petit Ramon (Església, 2), con su coca 'magnífico souvenir de Salou' y sus violants (magdalenas al aroma de rosas y frambuesas).
De Barenys al faro
Quedan pocos vestigios de la cella vinaria (bodega) y del horno de ánforas de la Villa Romana de Barenys, si bien la explicación guiada (lunes, miércoles y sábado, a las 18.00 y 19.00) resulta interesante (y gratuita).
El faro de Salou, de 1858, se conserva incólume subido al acantilado y ha pasado de gran desconocido a estrella del cabo de Salou gracias al nuevo camino de ronda. Atisbaremos primero el puerto de Tarragona, al que sirve el faro de luz de recalada, y después bajaremos al mirador, donde se encuentra un panel para reconocer aves marinas. El entorno resulta subyugante cuando el sol se ve derrumbarse por el Mediterráneo.
Homenaje 'gourmet'
Ya es hora de dirigirse a LeSommelier (facebook.com/lesommeliersalou). Su enoteca, con 2.000 referencias 'ojo, las copas de la marca Riedel suelen costar más que los propios vinos', se completa con el pan de cristal con jamón de bellota y el tataki de magret de pato, todo para chuparse los dedos. Sandra Fragoso es la amable sumiller, y Javier Latorre, el bartender que concibe un cóctel diferente por semana (del 24 al 30 de agosto, el Orange Napoleón, con ginebra Only; 5 euros). No lejos está el hotel Magnolia (Madrid, 8; www.magnoliahotelsalou.com), alojamiento adults only (solo para adultos) que suscita la unanimidad por su tranquilidad, diseño y coqueto pool bar al anochecer.
La Morera (Berenguer de Palou, 10; 977 38 57 63) es un restaurante donde se tiene línea directa con su creativo chef, Pablo Hausmann. El menú cuesta 33 euros (44 en fin de semana). Y para poder disfrutar de las sencillas y económicas tapas del Petit Bar (Plaça d'Europa, 6; 669 96 87 09), hay que saber que exige reserva. Abre de 18.00 a 1.30 y cierra los miércoles.
Fuentes y chiringuitos
A las 22.00 se activan las Fuentes Cibernéticas: 20 minutos de chorros luminosos y proyección de imágenes láser al compás de música clásica. Cerca, en la playa de Poniente, el chiringuito Morabito Beach se reconoce por sus antorchas y mesas de luz a 20 metros de las olas (muy idóneo para parejas); en su barra, los cócteles se sirven bajo el chisporroteo de las bengalas. El bar-restaurante Dos G (Vía Augusta, 9; www.dosgsalou.com), situado en el núcleo de Salou, combina copas y especialidades niponas.
Una animación marchosa registra el chiringuito City Beach, ubicado junto a la Fuente Luminosa (funciona de 23.00 a 23.45), obra de Carles Buïgas (el mismo ingeniero que dio vida a la Fuente Mágica de Montjuïc, en Barcelona). Después, muchos se encaminan a la discoteca Cityhall (Murillo, 3) y otros prefieren la música en directo del del Zeppelinbar (Navarra, 11) para animar las noches.