Shark cage nada con tiburones en Hawái
Shark cage es una actividad que se realiza en el entorno natural de los tiburones, en la que solo conlleva colocar una jaula de metal en medio de alta mar
Una de las actividades consideradas “de riesgo” que más fama tienen para los turistas que viajan a Hawái es la conocida como shark cage, lo que se traduciría en español como “jaula de tiburones”, y en la que los más atrevidos pueden examinar a los grandes escualos de cerca, gracias a una gran jaula de metal que se coloca en alta mar, justo donde los tiburones están en su hábitat natural. Es una práctica que se ha puesto de moda hace unos años, y cada vez son más los lugares que ofrecen este tipo de actividad (también es muy famoso en Nueva Zelanda o Sudáfrica).
La actividad consiste en un tour que suele empezar en el centro de Hawái, en la que los organizadores van recogiendo a los distintos participantes para llevarlos juntos al puerto de donde va a salir el barco. Una vez allí, lo normal es que, de nuevo, los monitores y todos los tripulantes se desplacen a unos cuantos kilómetros mar adentro para encontrar la jaula que previamente ha sido colocada allí. No se encuentran los tiburones en las zonas cercanas a los grandes asentamientos turísticos, por lo que la idea es alejarse al máximo para encontrar a los escualos en su medio natural.
Durante el trayecto, los instructores suelen hacer breves introducciones sobre los tiburones, su comportamiento y entorno, y suelen explicar a los visitantes las principales normas de seguridad, así como hacen a todos firmar un acuerdo conforme se es consciente del tipo de actividad que se va a hacer y todo lo que ello implica (no olvidemos que estos encuentros con tiburones representan una actividad extrema).
Una vez se ha encontrado la jaula, es tan sencillo como colocarse las gafas y tubo de buceo y sumergirse en la jaula. Aunque es cierto que hay algunas agencias que emplean cebo para atraer a los tiburones, no es realmente necesario. Los tiburones son animales curiosos por naturaleza, y en cualquier momento aparecerán merodeando el barco o la jaula. Asimismo, y contra lo que popularmente se cree, los escualos no son seres agresivos, sino que las veces que atacan, lo hacen por defensa propia al sentirse amenazados.
Normalmente se hacen dos turnos de buceo, con entre siete y ocho personas por turno. Cada inmersión dura aproximadamente 20 o 30 minutos, y es permitido hacer fotos y vídeos.
La jaula es de metal, con barrotes verticales separados un palmo entre ellos, para que se puedan ver mejor los tiburones. No hay vidrios, a excepción de uno o dos que se pueden colocar en determinadas separaciones más anchas, por protección. Además, hay colocados un par de barrotes horizontales en la zona superior e inferior de la jaula, para que los buceadores puedan colocar manos y pies sin necesidad de estar nadando todo el rato.
Además de ver a los grandes escualos, siempre es posible contemplar otras especies acuáticas, como barracudas, medusas y otros peces pequeños.
Todas las agencias que organizan esta actividad tienen monitores profesionales muy preparados, por lo que, aunque a primera vista pueda parecer una práctica peligrosa, en realidad no lo es. Solo se necesita una jaula de metal y unas cuantas boyas para mantener una parte de la jaula en la superficie. Teniendo en cuenta que los tiburones no tienen por qué sentirse amenazados, y que la jaula es bastante resistente, el peligro es mínimo.
Cada zona marítima en la que se puede llevar a cabo esta actividad suele tener una serie de permisos limitados para las agencias, por lo que son pocas las empresas que tienen licencia para operar con las jaulas en el mar. Así, se intenta que los encuentros con los tiburones no estén masificados y se pueda seguir manteniendo el océano del modo más discreto y natural.
Un encuentro con los tiburones, lejos de ser una simple actividad extrema, se convierte, además de en una divertida aventura, en una practica educativa y emocionalmente constructiva. El que lo prueba se lleva un recuerdo para el resto de su vida. Doy fe de ello.
Una de las actividades consideradas “de riesgo” que más fama tienen para los turistas que viajan a Hawái es la conocida como shark cage, lo que se traduciría en español como “jaula de tiburones”, y en la que los más atrevidos pueden examinar a los grandes escualos de cerca, gracias a una gran jaula de metal que se coloca en alta mar, justo donde los tiburones están en su hábitat natural. Es una práctica que se ha puesto de moda hace unos años, y cada vez son más los lugares que ofrecen este tipo de actividad (también es muy famoso en Nueva Zelanda o Sudáfrica).
La actividad consiste en un tour que suele empezar en el centro de Hawái, en la que los organizadores van recogiendo a los distintos participantes para llevarlos juntos al puerto de donde va a salir el barco. Una vez allí, lo normal es que, de nuevo, los monitores y todos los tripulantes se desplacen a unos cuantos kilómetros mar adentro para encontrar la jaula que previamente ha sido colocada allí. No se encuentran los tiburones en las zonas cercanas a los grandes asentamientos turísticos, por lo que la idea es alejarse al máximo para encontrar a los escualos en su medio natural.
Durante el trayecto, los instructores suelen hacer breves introducciones sobre los tiburones, su comportamiento y entorno, y suelen explicar a los visitantes las principales normas de seguridad, así como hacen a todos firmar un acuerdo conforme se es consciente del tipo de actividad que se va a hacer y todo lo que ello implica (no olvidemos que estos encuentros con tiburones representan una actividad extrema).
Una vez se ha encontrado la jaula, es tan sencillo como colocarse las gafas y tubo de buceo y sumergirse en la jaula. Aunque es cierto que hay algunas agencias que emplean cebo para atraer a los tiburones, no es realmente necesario. Los tiburones son animales curiosos por naturaleza, y en cualquier momento aparecerán merodeando el barco o la jaula. Asimismo, y contra lo que popularmente se cree, los escualos no son seres agresivos, sino que las veces que atacan, lo hacen por defensa propia al sentirse amenazados.
Normalmente se hacen dos turnos de buceo, con entre siete y ocho personas por turno. Cada inmersión dura aproximadamente 20 o 30 minutos, y es permitido hacer fotos y vídeos.
La jaula es de metal, con barrotes verticales separados un palmo entre ellos, para que se puedan ver mejor los tiburones. No hay vidrios, a excepción de uno o dos que se pueden colocar en determinadas separaciones más anchas, por protección. Además, hay colocados un par de barrotes horizontales en la zona superior e inferior de la jaula, para que los buceadores puedan colocar manos y pies sin necesidad de estar nadando todo el rato.
Además de ver a los grandes escualos, siempre es posible contemplar otras especies acuáticas, como barracudas, medusas y otros peces pequeños.
Todas las agencias que organizan esta actividad tienen monitores profesionales muy preparados, por lo que, aunque a primera vista pueda parecer una práctica peligrosa, en realidad no lo es. Solo se necesita una jaula de metal y unas cuantas boyas para mantener una parte de la jaula en la superficie. Teniendo en cuenta que los tiburones no tienen por qué sentirse amenazados, y que la jaula es bastante resistente, el peligro es mínimo.
Cada zona marítima en la que se puede llevar a cabo esta actividad suele tener una serie de permisos limitados para las agencias, por lo que son pocas las empresas que tienen licencia para operar con las jaulas en el mar. Así, se intenta que los encuentros con los tiburones no estén masificados y se pueda seguir manteniendo el océano del modo más discreto y natural.
Un encuentro con los tiburones, lejos de ser una simple actividad extrema, se convierte, además de en una divertida aventura, en una practica educativa y emocionalmente constructiva. El que lo prueba se lleva un recuerdo para el resto de su vida. Doy fe de ello.