Una exposición silenciosa y ecoamigable en Isla Mujeres
Es una mañana hermosa en Isla Mujeres. Estás en un barco, el viento acaricia tu cara y la temperatura es perfecta. Es difícil imaginar un mejor día para bucear. El intenso color del mar Caribe es una explosión de luz. Los tonos llenan tus ojos mientras preparas tu equipo. El conductor apaga el motor. Los principiantes y expertos se mezclan en un grupo pequeño y compacto.
Cada uno se enlista para saltar del barco. ¡Al agua! Tu cuerpo se hunde suavemente y comienzas a respirar a través de tu boca. Algunos peces se acercan a olfatear mientras te tomas un par de segundos para acostumbrarte a una relativa falta de gravedad. Todos siguen al líder a un lugar desconocido, 30 pies debajo del mar.
De pronto, descubres una muchedumbre pacífica. No son buzos, aunque cada uno está parado en el fondo del mar. Una mujer y su niño, un viejo hombre que toca su sombrero, como una manera cortés de decir “hola”; otra mujer que escribe en una máquina muy vieja. Nadie parece percatarse de que el grupo de buzos ha llegado. Si continúas buceando, descubrirás un viejo automóvil VW sedán estacionado en el fondo del mar.
El escultor británico Jason de Caires Taylor concibió una idea extraña y revolucionaria: por décadas, los barcos se han hundido para producir arrecifes de coral a largo plazo. Por supuesto, la belleza consiste en descubrir una vieja nave mientras buceas, pero ¿por qué no esculturas? Con un material ecoamigable, DeCaires produjo 400 esculturas antropomorfas que se convertirán en los próximos años en un arrecife.
Hoy, este parque subacuático es la atracción principal de los buzos aficionados y profesionales, e incluso de los esnorquelistas que prefieren admirar esta belleza desde un lugar seguro mientras respiran aire fresco.
Las esculturas también servirán de advertencia sobre los riesgos de la sobreexplotación del ecosistema del Caribe. El turismo debe ser una “industria verde” para los habitantes de la costa y los visitantes del mar.
Cada uno se enlista para saltar del barco. ¡Al agua! Tu cuerpo se hunde suavemente y comienzas a respirar a través de tu boca. Algunos peces se acercan a olfatear mientras te tomas un par de segundos para acostumbrarte a una relativa falta de gravedad. Todos siguen al líder a un lugar desconocido, 30 pies debajo del mar.
De pronto, descubres una muchedumbre pacífica. No son buzos, aunque cada uno está parado en el fondo del mar. Una mujer y su niño, un viejo hombre que toca su sombrero, como una manera cortés de decir “hola”; otra mujer que escribe en una máquina muy vieja. Nadie parece percatarse de que el grupo de buzos ha llegado. Si continúas buceando, descubrirás un viejo automóvil VW sedán estacionado en el fondo del mar.
El escultor británico Jason de Caires Taylor concibió una idea extraña y revolucionaria: por décadas, los barcos se han hundido para producir arrecifes de coral a largo plazo. Por supuesto, la belleza consiste en descubrir una vieja nave mientras buceas, pero ¿por qué no esculturas? Con un material ecoamigable, DeCaires produjo 400 esculturas antropomorfas que se convertirán en los próximos años en un arrecife.
Hoy, este parque subacuático es la atracción principal de los buzos aficionados y profesionales, e incluso de los esnorquelistas que prefieren admirar esta belleza desde un lugar seguro mientras respiran aire fresco.
Las esculturas también servirán de advertencia sobre los riesgos de la sobreexplotación del ecosistema del Caribe. El turismo debe ser una “industria verde” para los habitantes de la costa y los visitantes del mar.