Volcanes activos
Hace apenas dos años el mundo tornaba la vista hacia Islandia con motivo de un volcán.
De nombre imposible, Eyjafallajökull, su repentina erupción paralizó durante unos días buena parte del tráfico aéreo europeo. Al mismo tiempo, brindó un espectáculo natural que muchos siguieron por televisión y que, para otros, supuso un motivo para iniciar el viaje. Conocer de cerca un volcán activo puede convertirse en una de las experiencias viajeras más fascinantes. Basta liberarse de tabúes y prejuicios –la mayor parte de los volcanes visitables no suponen riesgo alguno para el visitante– y disponerse a hacer la maleta con la intención de hacer algo no sólo diferente, también único.Tan lejos, tan cerca
Europa alberga algunos de los volcanes y fenómenos volcánicos más interesantes del planeta, como el Teide de Tenerife o la reciente erupción submarina que se ha dado en las aguas que rodean la parte meridional de la isla canaria del Hierro. Algo más lejos de nuestro país, Islandia es uno de los mejores ejemplos de fusión entre volcanes y glaciares, algo que ha motivado la llamada Ruta de los Volcanes, un versátil recorrido por las montañas vivas más emblemáticas de este país. Como el Hekla, ideal para sobrevolar en helicóptero; Hvannadalshnúkur, el punto más elevado de Islandia (inmerso en el Parque Nacional de Skaftafell, donde también se ubica el Öræfajökull, el volcán activo más grande del país), o el volcán Snaefellsjökull, donde Julio Verne ubica el comienzo de su Viaje al centro de la Tierra. Destaca también un volcán inactivo, Thrihnukagigur, único en el mundo por ofrecer tours dentro del mismo cráter. Es algo que ocurrirá únicamente este verano –combinando una ruta de 40 minutos de trekking más 120 metros de acenso por el interior del volcán en un ascensor de cable–, antes de que vuelva a caer en manos de la investigación científica.
Pero, probablemente, los italianos sean los volcanes más populares del viejo continente. El Vesubio hizo historia en el año 79 a.C., sepultando bajo cenizas una ciudad de Pompeya ahora convertida en zona arqueológica y Patrimonio de la Humanidad junto a Herculano y Torre Annunziata. A pesar de ser considerado uno de los volcanes más peligrosos del mundo, está inmerso en un Parque Nacional que cuenta con más de 50 kilómetros de senderos transitables. Los otros dos volcanes activos italianos se encuentran en islas. La Mamma siciliana, o lo que es lo mismo, el Etna, cuyo remonte serpentea un magnífico campo de cráteres, rodeados por sinuosas carreteras que dejan a ambos lados negros ríos de lava que el paso del tiempo ha tornado en gris. Iglesias y casas enterradas por la lava se mezclan con cuevas y túneles formados por el enfriamiento de varias capas de fuego, entre rocas que varían entre el rojo, el amarillo y el azufre según su contenido en hierro, azufre o aluminio. Bajo el blanco pico del monte, pequeñas fisuras en la superficie exhalan hilillos de humo caliente como una romántica muestra más de que la convivencia entre fuego y nieve es posible. La isla y volcán de Estrómboli, con tres cráteres activos, brinda explosiones de fuego y lava cada veinte minutos, acompañados de potentes estruendos. Allí destaca el Río de Fuego –Sciara del Fuoco–, una depresión por la que descienden bloques de lava después de cada explosión y que por la noche gana enteros vista desde una embarcación.
Trío de ases
Pero si de viajar a volcanes activos se trata, hay tres que destacan por encima de todos. El volcán hawaiano Kilauea es el principal reclamo turístico de la isla de Big Island y, siendo uno de los volcanes más activos del mundo y uno de los más anchos, también es uno de los más seguros aun cuando emana fuego de forma incesante. Forma parte del Parque Nacional de los Volcanes de Hawai, declarado Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. En ningún otro lugar del mundo se puede estar más cerca de la lava, que se precipita hacia el Pacífico haciendo hervir y burbujear el agua del océano.
Al otro lado del Pacífico, el volcán más fotografiado del mundo, el Monte Fuji, hace las veces de perfecta montaña de postal. Sus conos simétricos desafiando el horizonte sobre una enorme llanura y su majestuosidad lo convierten en unas de las vistas panorámicas más envolventes de Japón. Más de treinta mil personas practican el trekking sobre sus lomos cada año, y los japoneses creen que subir hasta la cima –recorrido de seis a ocho horas, aunque también hay teleférico– es una de las cosas que deben hacerse antes de morir. El triunvirato se completa con el protagonista del Índico, el volcán conocido como Pitón de la Fournaise, ubicado en la isla de Reunión. Periódicamente desata su contenida furia y ofrece un maravilloso espectáculo de fuego a más de 2.500 metros de altitud.
Centroamérica volcánica
El volcán Arenal de Costa Rica es la gema indiscutible del país costarricense si de ver flujos de lava o eyecciones de roca y ceniza se trata, mientras que el mexicano Popocatépetl es popular por sus frecuentes fumarolas (su nombre significa Montaña que humea). Es inviable ascender al Arenal, pero al estar ubicado en un bosque tropical lluvioso destaca la flora y fauna que lo rodea y los dos lagos que reposan a sus pies y que las distintas erupciones han teñido de color esmeralda. Conocido como el Fuji mexicano y llamado El Popo, el volcán charro es protagonista de mitos y leyendas que añaden a su visita un componente cultural.