Al oeste de la península yucateca se localiza un diminuto puerto habitado por pescadores, todo ello en el interior de la Reserva Especial de la Biosfera Ría Celestún, una de las más importantes del territorio mexicano por su enorme santuario de flamencos rosas o caribeños.
Es de los pocos santuarios conocidos en el ámbito norteamericano donde se lleva a cabo su alimentación y reproducción, además de ser la zona de llegada de varias otras aves migratorias como las garzas morenas, albatros, águilas pescadoras y diferentes especies de patos procedentes de Canadá específicamente entre los meses de diciembre a marzo.
Celestún quiere decir “espanto se piedra” en idioma maya y es el nombre que recibe esta comunidad pesquera que ha conseguido aprovechar eficientemente los recursos naturales de la Reserva Especial de la Biosfera, en especial por la abundancia de peces que existen en estas aguas. Son célebres las creaciones culinarias preparadas con productos del mar que se sirven en Celestún, así como también las actividades ecoturísticas que se pueden practicar en este santuario natural del sureste mexicano.
Tras haber recorrido durante un tiempo la carretera que cruza por buena parte de la reserva, de pronto se transforma en un puente que atraviesa el estero. Es entonces cuando se llega a Celestún, una grata sorpresa para los visitantes, puesto que ofrece una excelente panorámica de la Ría y rompe abruptamente con la monotonía de la ruta.
Un lugar con gran historia
La fundación de Celestún se dio en 1718, pero no fue sino hasta 1918 que llegó a ser la cabecera de este municipio yucateco. Por aquel entonces, inició su periodo de mayor prosperidad, al construirse una hacienda salinera denominada Real de Salinas. Esta hacienda tuvo su mejor momento en 1927, pero por causas climatológicas se interrumpió la extracción de sal a gran escala en el lugar. Y si bien todavía se sigue practicando esta actividad, no se lleva a cabo con la intensidad que se hacía en aquellos años.
La comunidad logró salir delante de esa crisis gracias a la pesca. Actualmente Celestún está considerado como uno de los puertos más relevantes de Yucatán, más que nada por la pesca de pulpo, tanto para consumo nacional como para fines de exportación, sobre todo para las naciones asiáticas.
De entre los principales edificios y monumentos de Celestún, hay que mencionar el templo de la Purísima Concepción, construido en 1887 y el tradicional faro, inconfundible por su inclinación y su altura de 12 metros. Los turistas tienen la oportunidad de visitar el faro en el muelle de pescadores del lugar. Las celebraciones típicas más relevantes son la dedicada a la Purísima Concepción, realizada del 1-12 de diciembre y el día de la marina, que se festeja el primero de junio.
Un santuario de naturaleza pura
No obstante, el profuso entorno silvestre del lugar es lo que más cautiva a los visitantes, especialmente a los afectos al ecoturismo y el turismo de aventura. La Reserva Especial de la Biosfera Ría Celestún fue reconocida como refugio de la fauna en julio de 1979. Tiene una extensión de 59,139 hectáreas y 21 kilómetros de longitud. Integrada por la reserva ecológica estatal el Palmar, del Estado de Yucatán y la reserva ecológica los Petenes, del Estado de Campeche, en 1989 obtuvo la declaratoria que actualmente ostenta. Es un lugar que, por sus condiciones naturales, no ha sufrido alteraciones por la actividad humana y en donde habitan variadas especies en riesgo de desaparecer.
En este sentido, se trata de un santuario natural de especial belleza por ser el hogar del flamenco rosa. En las aguas sumamente saladas y de escasa profundidad de Celestún, en donde habita el crustáceo llamado artemia salina, los flamencos acostumbran alimentarse y así obtienen su inconfundible color rosado.
Paseos en lancha en Celestún
Tras cruzar el puente, por el lado izquierdo con destino a la plaza principal, aparece el embarcadero, donde se rentan lanchas que realizan paseos por la Ría-ría, es decir, el estero del lugar. De la misma manera, en la playa, por la zona del restaurante La Palapa, hay embarcaciones tripuladas por pescadores locales, que nos llevan a recorrer aún más lejos el área de la Ría. Los recorridos incluyen un tiempo para observar a los flamencos, siendo la mejor temporada para avistarlos entre marzo y agosto y otro más para disfrutar del apacible ambiente de los bosques de manglares, para escuchar el canto de las aves y conocer de cerca la pureza de este ecosistema. Los visitantes hallarán allí manglares negros, rojos y blancos.
También es recomendable conocer en la Ría, el manantial Baldiosera. Los visitantes avanzan por un diminuto camino de madera que se interna en la selva y que rodea a un ojo de agua. Lo cristalino de las aguas del manantial contrasta con el verdor inalterable de la densa vegetación que lo protege.
El bosque petrificado
El siguiente atractivo de Celestún es el llamado Bosque Petrificado. Se trata de un vasto entorno de mangles blancos los cuales, por contar con raíces de gran profundidad, logran mantenerse en pie aun cuando se presenten huracanes y temporales. Por la sal y la especial madera que tienen estos árboles, se han conservado auténticamente petrificados. Es un paraje que impresiona mucho a los turistas por sus condiciones naturales, aunque en algunas zonas puede ser peligroso de visitar por la gran abundancia de arenas movedizas que allí existen.
Punta Cambalam
Si bien no siempre es incluido en los recorridos que ofrecen los guías locales, Punta Cambalam es un lugar de gran importancia histórica, ya que se piensa que fue un significativo centro comercial de los antiguos mayas, en donde se abastecían de sal y otros productos marinos. En Punta Cambalam se pueden observar restos de cerámica elaborados con barro negro, diseminados por toda la playa, confundidos entre caracoles y conchas.
Otros recorridos que se ofrecen en la reserva incluyen a las salinas, las cuales son muy admirables de contemplar para los turistas. Se trata de vastas extensiones de sal, que le dan forma a alucinantes paisajes. Incluso se llegan a formar cristales de tamaño considerable. Los visitantes en estos recorridos tienen la oportunidad de conocer cómo se extrae la sal de la manera tradicional maya.
Playa Ximxim
El nombre de esta playa tiene raíces mayas y significa concha. Muy seguramente se debe a que está repleta de caracoles y conchas esparcidas entre la arena. Es una zona costera de excepcional belleza que por hallarse en el interior de la reserva mantiene mucha de su pureza silvestre. Con tan solo pasear un tiempo en ella se tiene la impresión de alejarse mucho de la civilización, en una gran vivencia ecoturística. El mar de la playa Ximxim es de tonalidad esmeralda, muy apacible y de escasa profundidad, lo cual lo hace muy grato para fines turísticos. Al llegar la tarde es posible observar numerosos peces de colores saltando en la orilla de la playa, así como también enormes grupos de cormoranes y pelícanos sobrevolando el oleaje.
El clima es tropical subhúmedo, con lluvias en verano, que totalizan cerca de 800 mm . La temperatura media es del orden de 26°.