Barro negro: tradición de Oaxaca

Uno de los aspectos que distinguen a Oaxaca, con relación a otros estados de la República Mexicana, es que sus habitantes se afanan por preservar algunas tradiciones ancestrales, manifestadas, por ejemplo, a través de sus celebraciones, su música, sus bailes, su gastronomía y sobre todo, sus hermosas artesanías.



Las creaciones artesanales oaxaqueñas, en sus orígenes, tuvieron un propósito principalmente práctico, de uso cotidiano. No obstante, con el paso de los siglos, las artesanías de Oaxaca han llegado a ser indispensables para conocer la esencia del arte popular mexicano, es decir, la manifestación de una nación entera.

El lenguaje estético mexicano, alcanzó una de sus cimas en las obras en cerámica de los antiguos mexicanos. Los museos más importantes de nuestro país y del orbe entero, atesoran muestras de la cerámica prehispánica mexicana. En su afán por capturar profundas nociones místicas en sus trabajos en cerámica, los artesanos del México Antiguo lograron plasmar complejos conceptos abstractos, de notables alcances artísticos.

Habiendo sobrevivido a la Conquista y manteniéndose vigentes, ajenas a los derroteros históricos de nuestra nación, las tradiciones artesanales de los prehispánicos, llegaron a las manos de los artesanos actuales de Oaxaca. Esto se hace patente en Coyotepec y su famoso barro negro.

Admirado a nivel mundial, el barro negro oaxaqueño se fabrica en San Bartolo Coyotepec, a través de técnicas ancestrales que son la clave de su excelencia ornamental. Extraído de solitarios parajes a las afueras del pueblo, el barro negro se manipula para ser quemado, utilizando moldes y tornos. Posteriormente se deja secar al sol durante cuatro días. Acto seguido, se pulen con cuidado las piezas y se añaden detalles como los calados. De nueva cuenta se deja secar al sol durante otros cuatro días. Es entonces cuando las piezas se encuentran listas para el proceso de horneado y en esta misma fase de la elaboración, adquieren su  particular tono oscuro metálico.

Coyotepec, hace mucho tiempo tuvo un gran auge como productor de recipientes de barro para fines prácticos. La llegada del plástico y su utilización para fabricar cubetas y recipientes similares, afecto hondamente la economía del pueblo. Afortunadamente, una artesana conocida como Doña Rosa, fue quien orientó las creaciones de barro negro hacia lo ornamental. Desde entonces Coyotepec recuperó su prospero impulso al grado de fomentar también un mercado turístico propio.

En la actualidad Coyotepec ofrece a los turistas y aficionados a la cultura oaxaqueña, distintos atractivos como por ejemplo, un Mercado de Artesanías, localizado en el jardín central del pueblo; un Museo de Cerámica, de gran éxito por sus muchos visitantes y un sobrio Templo, que incluye adornos elaborados con el barro negro que ha hecho famoso a este hermoso lugar de la provincia mexicana.
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