Blankenberge es la ciudad costera belga más famosa del país.
Es muy popular para los veraneantes o para pasar un día de playa ya que es muy fácil llegar hasta ella en tren, sobre todo desde el centro de Bélgica. Desde la estación de tren se puede llegar a la playa después de un corto paseo de 10 minutos a través de la principal calle peatonal y comercial de la ciudad.
La playa tiene unos 3,3 kilómetros de largo, y cada 200 metros hay un dique. Ya en el siglo XVIII Blankenberge fue el lugar favorito para la gente de Brujas. Los primeros hoteles se construyeron alrededor de 1850. Incluso en 1871 el gran Kaiser alemán llego hasta la ciudad para relajarse tras la guerra contra Francia.
Uno de los elementos más emblemáticos de Blankenberge es el Pier, un puente de 350 metros de largo sobre el mar y construido en 1894. Durante la Primera Guerra Mundial fue demolido en 1914, aunque fue reconstruido entre 1931 y 1933, convirtiéndose en el primer muelle de hierro fundido, luego reforzado con hormigón. Al final del muelle se halla el Pabellón donde podéis visitar el Aquarama, una exposición sobre la fauna y la flora del Mar del Norte.
La costa de Blankenberge es típica y conocida para la mayoría de los habitantes de Bélgica. Una gran fila de apartamentos cubre el paseo marítimo. Sin embargo, la playa es lo suficientemente grande para que podáis llevar a los niños. Según cuentan, las arenas de las playas belgas suelen ser las mejores del mundo.
Justo al lado de la playa, casi directamente en el centro de Blankenberge, se halla el Casino. Se halla en el mismo lugar donde el emperador francés Napoleón había construido una fortaleza en 1810. Esta fortaleza fue posteriormente demolida y reemplazada por el primer casino. Esta sala de juegos se volvió a restaurar entre 1932 y 1935 y redecoradas en el estilo Art Deco. Por último, en 1991 todo el complejo fue renovado en un estilo muy contemporáneo.
En el lado occidental de la playa se halla el puerto deportivo. Antiguamente solía ser el puerto de pescadores. Durante el siglo XX, sin embargo, el número de pescadores disminuyó, fundamentalmente durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Tras ella, el puerto de pescadores se transformó en un nuevo puerto, donde permanecen atracados unos 750 yates.