Inaugurado a finales del siglo XIX, el canal de Corinto es una vía de agua artificial que permite el paso del golfo de Corinto al mar Egeo.
Evita un rodeo de 400 kilómetros por la península del Peloponeso
Muchas veces, lo que nos motiva a visitar un lugar o país no son meramente los monumentos, los paisajes, la gastronomía o la singularidad de la zona. Hay ocasiones en las que el motivo de nuestro viaje es poder conocer algunas de las grandes construcciones de la ingeniería humana; grandiosas obras en las que se emplearon muchos años de trabajo y el sudor de miles de obreros, o incluso esclavos que se veían forzados a trabajar en estas faraónicas empresas.
Hoy, nos dirigimos hasta las históricas tierras de Grecia para hablaros del canal de Corinto. Durante siglos, diversos gobernantes trataron de encontrar una fórmula que evitara a los barcos rodear la península del Peloponeso, un trayecto que obligaba a realizar aproximadamente 400 kilómetros adicionales, con la consiguiente pérdida de tiempo y consumo extra de combustible.
Aunque la construcción del canal venía proyectándose desde el siglo VII a. C., fue el emperador romano Nerón, señalado en la historia por su infausto recuerdo, uno de los primeros en emprender esta enorme empresa. Así pues, en el año 67, ordenó la excavación de un canal que permitiera sortear la península del Peloponeso, atravesándola por el istmo de Corinto. Hasta 6.000 esclavos participaron en las labores, pero la muerte del emperador, justo un año después, dio al traste con la empresa, la cual quedó abandonada.
Sin embargo, aunque tuviesen que transcurrir otros dieciocho siglos más, el trazado original que proyectaron los ingenieros de Nerón no quedó en el olvido. Finalmente, el tantas veces proyectado canal, fue inaugurado a finales del siglo XIX. Su construcción se llevó a cabo entre los años 1881 y 1893, sobre la misma ruta trazada en el siglo I.
Hoy día, el canal de Corinto sigue en funcionamiento; es un ejemplo de cómo la ingeniería humana ha prevalecido sobre la naturaleza venciendo los obstáculos naturales en beneficio propio. Tiene una longitud de 6,3 kilómetros, su anchura es de 21 metros y su profundidad de 8 metros.
Como podéis imaginar, estas dimensiones no permiten el paso de las grandes embarcaciones, aunque sí constituyen un importante atajo para aquellas más pequeñas. Se estima que anualmente lo atraviesan alrededor de 11.000 barcos, en su gran mayoría pertenecientes a rutas turísticas organizadas.
Sin duda, debe constituir toda una experiencia, para cualquier viajero, pasar del golfo de Corinto al mar Egeo a través de este canal y recorrer sus poco más de seis kilómetros. Las dimensiones del canal hacen que la travesía transcurra muy próxima a las paredes del mismo, pareciendo que muchos de los barcos pudiesen quedar atrapados en esta vía artificial.