Isla del descanso en alta mar
A una distancia de unos 70 km de tierra firme, se alza Helgoland con sus impresionantes acantilados de rocas sedimentarias rojas emergiendo del agua. Esta isla posee una naturaleza singular y un suave clima de alta mar.
Aunque Helgoland no se sitúa en alta mar ni geográfica ni legalmente, debido a su gran distancia con tierra firme, a menudo se la denomina la "única isla de alta mar de Alemania". No obstante, resulta fácilmente accesible: está comunicada por barco desde Büsum, Hamburgo, Cuxhaven, Bremerhaven y Wilhelmshaven. Se puede llegar cómodamente a la isla en un barco de pasajeros realizando un pequeño crucero por el mar del Norte antes de alcanzar la impresionante mole de acantilados que surge del mar. A nivel arquitectónico, Helgoland resulta fascinante: la isla se compone de tres zonas, la inferior, la media y la superior. Para tomar el sol lo mejor es acercarse a la pequeña isla situada frente a la costa.
En la isla no hay automóviles ni emisiones de gases, de lo que se beneficia un activoturismo de salud que disfruta del aire del mar del Norte libre de polen y del suave clima de alta mar, ideales para quienes padecen alergias. Las rutas temáticas distribuidas por toda la isla guían al turista por la flora y la fauna de la isla hasta la reserva natural más pequeña del planeta: la roca Lummenfelsen. El museo Helgoland en la Nordseehalle, un centro multifuncional de reuniones, congresos y convenciones para gente de negocios, muestra la historia y la cultura de la isla de forma entrañable.
Para aquellos que prefieran lo típico del lugar, recomendamos la visita a las casitas Hummerbuden en el puerto, declaradas monumento histórico. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de una auténtica delicatessen, el famoso "bogavante de Helgoland", recién capturado en las aguas que rodean la isla.