Es sabido que México rebosa de cultura y las más diferentes manifestaciones artísticas.
Tal es uno de los motivos frecuentes, de millones de turistas que año con año visitan nuestro país. Sin embargo, probablemente no sea tan conocido que, en lo relacionado con el arte rupestre, México también cuenta con lugares muy valiosos. Muestra de lo anterior, la tenemos en Las Labradas, un oasis de arte rupestre en el estado de Sinaloa.
A tan solo una hora de la bella Mazatlán, se localiza una playa abundante en rocas volcánicas, las cuales atesoran trazas de los primeros habitantes de nuestro continente.
Quienes exploran esta región sinaloense, se ven inmersos en un ambiente tropical de intenso verdor. Y es que, verdaderamente, vale la pena hacer el recorrido desde Mazatlán para recorrer Las Labradas. Esta playa comenzó a cobrar notoriedad a partir del año 2002, cuando diversos medios de difusión turística hicieron del dominio público, algo que los habitantes del lugar ya sabían desde hace largo tiempo: la presencia en las rocas de la playa, de muchos grabados, de una antigüedad impensable.
Los visitantes de tan interesante lugar, han de iniciar su recorrido, en el estupendo museo de sitio que allí se localiza. Y es que, aun siendo sencillo, el Museo de Las Labradas, es un recinto inteligentemente proyectado para ofrecer a los visitantes una auténtica vivencia de anamnesis atávica: la recuperación de un antiquísimo saber intuitivo, a través del arte. El museo comentado es, en esencia, un ámbito de pasillos tapizados de hojas de palma que desemboca en la playa. Al concluir este pasaje, los visitantes se encuentran de frente, con el impresionante paisaje de las rocas colmadas de petroglifos, vestigios de un universo encantado, testimonios de cosmovisiones alejadas por completo de nuestra moderna razón.
Los turistas que acuden a conocer Las Labradas, en Sinaloa, tienen la increíble experiencia de perderse entre las milenarias rocas y los extraños diseños que ostentan. Coyotes, lagartos, mariposas, flores, espirales- metafísicos enigmas de un tiempo sin tiempo-, rostros y figuras humanoides, conforman un caleidoscopio de trazos en las rocas, que a ningún viajero pueden dejar indiferente. De hecho, no hay en Las Labradas un dibujo que se repita, de entre los más de 400 que han sido identificados por los científicos.
Pero no se agota el encanto turístico de Las Labradas en su arte rupestre. Los dueños actuales de este lugar, de la playa y lugares cercanos, son los cangrejos ermitaños. Verlos deambular por estos silvestres rumbos- en su particular universo encantado-, ajenos al reencuentro de los humanos actuales con el arte de los primeros americanos, es un espectáculo valioso por sí mismo, y sumamente disfrutable, para los aficionados al ecoturismo.