No es de las más conocidas a nivel mundial y sin embargo es una de las playas más hermosas que existen en nuestro planeta.
Os invitamos a descubrirla con nosotros en este artículo.
La playa Papakolea que se encuentra en Hawai, cerca de South Point, en el extremo meridional de la isla más grande de Hawai y se caracteriza por ser vede. Una rareza de la naturaleza. De hecho en todo el mundo sólo hay dos otras playas como esta: una en las Islas Galápagos y otra en Noruega.
El color verde de la playa proviene de una alta presencia de olivino, un mineral que contiene gran cantidad de hierro y magnesio. Este elemento cuando está en forma cristalina se conoce como piedra preciosa peridota. Este mineral proviene del volcán Pu’u Mahana, que se encuentra frente a la playa. El poder erosivo del mar, que late en contra de la base del volcán, hace que el olivino se extraiga y se deposite en la arena de la playa dando este color verdoso tan característico.
El volcán ya no está activo. La última vez que entró en erupción fue hace 49.000 años. Desde entonces, el cono se derrumbó parcialmente y es lo que el mar va erosionando. El cono es particularmente rico en olivino y el agua lo transporta de un sitio a otro. Pero al tratarse de un mineral denso eso hace que tienda a acumularse en la arena de la playa.
Aquí os dejamos algunas fotos para que podáis disfrutar de esta maravilla de la Tierra. Por suerte la playa está un poco aislada y es de difícil acceso en mitad de un terreno agreste. Esto puede ser negativo para los que quieren disfrutar en vivo de la belleza de esta playa pero es de gran ayuda para preservarla y mantenerla alejada de los turistas y el deterioro que suelen causar en las playas.
Se puede visitar pero para hacerlo se debe cruzar un terreno de lava de cinco kilómetros desde la carretera hasta la playa y que suele presentar fuertes ráfagas de viento. Y si eres de los aventureros que no le temen a nada tienes que saber que si quieres descubrir en persona esta playa tendrás que hacerlo fiándote de tu brújula y tu mapa porque no hay ningún tipo de señal que te indique en ningún momento dónde estás y hacia dónde debes ir.
Si eres de los afortunados que llegan a la meta luego tienes que tener cuidado con el agua porque hay muchas corrientes y puede resultar peligroso bañarse.
Eso sí, el espectáculo de colores, sobretodo al atardecer, es digno de ver y bien merece este viaje a lo inesperado.