El puerto más 'chic' de la costa esmeralda
Si el sueño del Aga Khan en la década de los 60 fue conseguir que la salvaje belleza de Porto Cervo se convirtiera en un referente de los puertos más chic del Mediterráneo, hoy estaría más que orgulloso de ver su idea convertida en una realidad. Los yates se suceden en el puerto y la aristocracia europea no falta ningún año a su cita. La Costa Esmeralda de Cerdeña, situada en el noroeste de la isla, es famosa por sus playas vírgenes de aguas cristalinas.
Para alcanzarla podemos volar a Alghero o a Olbia, y desde allí mismo alquilar un coche que nos permita solventar los 150 kilómetros que nos separan de Porto Cervo, un destino elitista y cuidado para todos los buscadores de lujo y por el que hay que dar las gracias a Flavio Briatore. Fue él quien se encargó de fundar el Billionaire (www.billionaireclub.it), el club por excelencia del lugar. Por si el nombre no lo dice todo, conviene saber que dejarse caer por este local selecto supone compartir pista de baile, bar de copas y, con un poco de suerte, charla no sólo con Briatore sino con los Grimaldi o el propio Berlusconi, gran enamorado de esta costa.
Si lo que prefiere es algo más tranquilo, es imprescindible visitar el restaurante Safina (en el Club de Golf de Pevero. www.charmingsardinia.com), un ostentoso lounge con piscina incluida que apuesta por la fusión gastronómica y ofrece entrantes como humus, tabulé o falafel. Su espíritu de puerta de Oriente se manifiesta en su cuidada decoración y en el número de jeques árabes que lo frecuentan. Los enamorados del silencio no deben perderse un atardecer en Il Capo Testa, una caprichosa formación de granito que atrapa los últimos rayos de sol en un paisaje embriagador.
Como todas las costas, la Esmeralda guarda secretos sólo accesibles en barco. Por eso es muy recomendable realizar una excursión al pequeño archipiélago de la Magdalena. Desde Olbia salen a diario barcos que nos permiten acceder a paradisíacas playas y rocosas ensenadas.
A la hora de retirarse buscamos refugio en el hotel Pitrizza (Via Nazionale, 35. Porto Cervo), un cinco estrellas de 55 villas con acceso directo al mar que se reparten entre un saliente rocoso rodeado por el azul imposible de un mar transparente que arrulla y hechiza a todos sus moradores.