Los artesanos mexicanos sostienen un coloquio ininterrumpido con sus raíces ancestrales y estas últimas con su particular pericia.
Ejemplo de lo anterior son, en Yucatán, los trabajos en coral negro y los hermosos sombreros de jipijapa; en lo referente al estado de Chiapas, sus piezas en ámbar, evocaciones de un pasado exótico y bello, expresado en joyería; por lo que toca a Guerrero, destaca su aprovechamiento de las cortezas y el fruto de los cocoteros en el Puerto de Acapulco, para elaborar pequeños barcos, entrañables changuitos y complejas piezas con conchas marinas.
A continuación, mencionaremos algunas de las ferias artesanales más relevantes de México.
Feria del Cobre, en Michoacán
En tierras michoacanas, los artesanos de Santa Clara son maestros en dotar de textura y coloración a los metales, en especial el cobre. En el marco de la Feria del Cobre, que se celebra durante el mes de agosto, los talleres artesanales, por lo general familiares, abren sus puertas a los turistas interesados en observar la labor de numerosos artesanos, quienes, a golpe de martillo, trabajan en acompasado golpeteo, para darle forma a las más variadas creaciones en cobre. Como parte de la feria, se efectúa en Santa Clara, el Concurso Nacional del Cobre Martillado y otros eventos de corte cultural.
Feria Nacional del Sarape, en Tlaxcala
Esta atractiva feria, tiene lugar de julio a agosto, en el pueblo tlaxcalteca de Santa Ana Chiautempan. Este acontecimiento, congrega a una gran cantidad de maestros artesanos de la industria textilera, de todo el país. Quienes visitan la Feria Nacional del Sarape, tienen la oportunidad de adquirir artesanías diversas y productos textiles. Desde tiempos prehispánicos, Chiautempan está considerado como un centro de labores textiles de gran importancia. Es el sitio perfecto para comprar jorongos, cotorinas, sarapes, tilmas y cobertores.
Noche de rábanos, en Oaxaca
Hace mucho tiempo, en la ciudad de Oaxaca, en los días previos a la Navidad, se instalaba un mercado en donde se comercializaba pescado salado, frutas, flores y hierbas de olor. Todos eran ingredientes para la preparación de la Cena de Navidad. Con el propósito de hacer más vistosos los puestos de este mercado, los hortelanos comenzaron a elaborar figurillas con rábanos, adornándolos con flores frescas y hojas de coliflor. Esto sucedió en el siglo XIX. El gobierno de aquellos años, impulsó un gran concurso de figuras vegetales, con el objetivo de promocionar la horticultura. Hoy en día se preserva esta hermosa tradición, que por una sola tarde, congrega a todos los habitantes de la capital oaxaqueña, para contemplar tan curiosas creaciones.