La gastronomía tabasqueña, de sabores, colores y aromas intensos, es resultado del encuentro de dos mundos: el maya y el español.
El suelo fértil de las tierras de Tabasco, la creatividad de sus habitantes y el legado de muchas generaciones se reflejan en los platillos tabasqueños, que evocan todos los sentidos. Si te has preguntado a qué sabe el mundo maya, podrás encontrar la respuesta en la gran variedad de platillos que se elabora en la región.
Los protagonistas de las cocinas tabasqueñas son las hierbas y semillas que abundan en la zona, como achiote –una pasta empleada por los mayas para teñir sus alimentos–, chaya y muste, perejil, epazote, cilantro, chipilín, chile amashito y hoja de plátano o de tó. Éstos son los ingredientes que proporcionan a los guisos locales su singular olor, color y sabor.
Entre los platillos criollos más populares se encuentra el pejelagarto, un pez primitivo con hocico de lagarto. Aunque tradicionalmente se come asado, existen diversas formas de prepararlo: una de ellas es en “chirmol”, una especie de mole preparado con masa, semillas de calabaza y epazote. El pescado se guisa en trozos.
Otros platillos tradicionales son los ostiones al Tapesco, el pan de plátano, la tortilla de coco o el dulce de papaya con zapote. ¿Y qué decir del tradicional chocolate? En tierras tabasqueñas se inventó la bebida caliente de chocolate que, según se cuenta, bebían los dioses, y que hoy día forma parte de la tradición culinaria de todo el país. Una visita a las fincas cacaoteras de la región te permitirá adentrarte en el proceso de elaboración de la pasta de cacao, un método artesanal y en armonía con el medio ambiente.
Después del gran banquete, degustar un rico digestivo te permitirá sentirte menos lleno. El lliztle es un aguardiente elaborado con caña, uva, durazno o pera; el balché se produce con la corteza del árbol del mismo nombre, que se fermenta y endulza con miel o anís, y la tanchuca contiene anís, maíz y chocolate. ¡Ma’alob Janal! (¡Buen provecho!).