Digamos que las ganas de emprender una aventura siempre han estado ahí, pero no te has atrevido a hacerles caso.
Que te imaginas viajando sola, quizá con una o dos amigas, pero el mundo se te hace grande, incompresible, peligroso, arriesgado, imposible. Y entonces, cuando logras derribar ese temor a lo desconocido y anuncias con bombos y platillos que te vas (no importa a dónde) alguien, quien sea, te mira con preocupación y te pregunta si enloqueciste, que cómo se te ocurre. ¿Viajar sola? ¿Y si te pasa algo? ¿Y si te secuestran? ¿Y si te roban en la noche? Y así, vuelves al miedo inicial y lo postergas, una vez más.
Es de una creencia amplia y bastante aceptada, que si viajamos en grupo y ahí estará un hombre o más, entonces vamos a estar absolutamente protegidas. Y sí, es maravilloso compartir un viaje con nuestros aliados masculinos, pero nada impide que también podamos iniciar una travesía solas y no tenemos que sentirnos mal porque, además, nos guste. Si tenemos claro que vamos a nuestro ritmo y que andar sola no significa viajar en soledad, entonces ya tendremos la partida ganada.
Pero si no sabes exactamente por dónde comenzar, presta atención a estos tips que quizá pueden aclarar un poco más el panorama.
Viaja por tu país. No importa si vas lejos o cerca, lo importante es moverse. Comenzar por un destino en tu propio país te hará sentir más segura: manejas el idioma, la moneda, las costumbres, las manías. Es cercano a ti, aunque no lo conozcas. Eso te va a permitir saber cómo te sientes estando contigo misma, en otro lugar.
Viaja a una ciudad concurrida. No elijas como primer destino internacional un lugar que casi no se vea en el mapa y al que no sepas cómo llegar, porque seguramente querrás devolverte al día siguiente. Busca una gran ciudad, porque estará amoldada a recibir turistas y vas a encontrar mapas, tours guiados y monumentos conocidos. Estás sola, lejos de casa, con otras costumbres. Ya es otra cosa. Sobrevivirás y ganarás confianza.
Escucha, observa y pregunta. Presta atención cómo se mueven los lugares, cómo habla la gente, cómo es el sonido de ese destino para que te adaptes. No tengas miedo de preguntar, porque precisamente al estar sola, las personas estarán más dispuestas a ayudarte. En serio.
Recuerda tu sexto sentido. Haz caso a tu intuición, siempre. Es la que te dictará que no debes ir a medianoche con la cámara colgada al cuello o que quizá sí debas comprar ese ticket que viste de último minuto.
Disfruta. Estas sola, nadie te apura, no tienes compromisos. Tu decides tu horario, a dónde ir, qué comer, qué ver. Eres tú y el viaje, nada más.