Todo lo que siempre quisiste saber sobre viajar en primera clase y no te atreviste a preguntar

Quien dice Primera dice Business, aunque sean clases (y mundos) diferentes.

Todo lo que no sea viajar contorsionado y con niños (o adultos) dando patadas en el asiento es entrar en otra dimensión viajera. ¿Cómo moverse en ella como las criaturas mundanas que somos o queremos ser?

¿SÓLO ES UN VUELO?

Como diría algún listillo: “es una experiencia global”. Muchas aerolíneas como Emirates o Air France envían a un coche privado a recoger al pasajero de Primera y lo dejan suavemente colocado en el aeropuerto. Por supuesto, no hace check-in donde los demás, qué ordinariez. Ni mucho menos pasa el control de seguridad mezclado con el resto. Tendrá que quitarse los tacones (esos donde por supuesto guardamos el polonio) y el cinturón (con el que siempre se planea amordazar al piloto), pero lo hará en el llamado Fast Track. El camino al paraíso es, justo, un camino especial.

¿QUÉ PUEDO HACER EN UNA SALA VIP? PARA EMPEZAR, LLAMARLE LOUNGE

Es mucho más universal y lo de VIP suena a televisión de los 90. Los Lounge son una especie de no lugar dentro de otro no lugar, de cápsula espacio-temporal en la que el tiempo se para. A veces de forma literal y se puede llegar a perder el vuelo de tantas atracciones como ofrecen. Aunque normalmente un viajero de primera no pierde el vuelo.

Hay lounges que deberían ofrecer visitas guiadas, como el de la Premiére de Air France de Charles de Gaulle. La Premiére, la clase más alta de esta aerolínea cuenta con un espacio propio de categoría aún más alta que el Lounge convencional. En el cielo también hay clases. En él se puede degustar platos de Alain Ducasse, recibir masajes de Biologique Recherche, dormir o simplemente estar. Otro lounge interesante es el de Turkish Airlines en Estambul, que tiene mesa de billar (siempre se nos puede antojar una partida antes de un vuelo retrasado) o el de Singapur Airlines, en el aeropuerto de Changi donde se puede comer tan bien o mejor que en la ciudad.

El nuevo lounge de Qatar Airlines de Heathrow tiene hasta un Martini Bar. En Qatar, esta aerolínea tiene su propia terminal, la Qatar Airways Private Terminal, Doha. Un destino en sí mismo. No habría que pisar el país. Yo recomiendo, siempre que se viaja en clase importantísima, dedicar tiempo a estar en el lounge. Y aunque no apetezca ducharse, uno se ducha. Así hay algo más para contar.


¿EN QUÉ SE DIFERENCIA A VOLAR EN TURISTA?

En que en Primera o buen Business (porque los hay mediocres, sí) uno quiere que el vuelo dure. En turista uno quiere dormir, leer y llegar. En estas clases todo es más suave, el ruido es menor y el avión se mueve menos. No es cierto, se mueve igual, pero la experiencia de estar envuelto en confort convierte el vuelo en un destino en sí mismo. Las aerolíneas están inmersas en una batalla tremenda a ver quién ofrece una primera clase más apabullante.

Una de las últimas en presentarla ha sido Air France. Su propuesta es una suite de alta costura, con cortinas que separen a los pasajeros y posibilidad de comer frente a otra persona, como si se estuviera en un restaurante de París. Por no hablar de la pantalla de cine de la nueva Suite Premiére. Es casi como la de algunos cines de Madrid.

Cada aerolínea compite a su manera: Etihad, por ejemplo, ofrece ducha. Hablamos de primera clase. En Business no se llega a tanto despliegue de lujos, pero se puede comer, dormir y ver películas mucho mejor que en tierra. En resumen, se diferencia en todo. Solo se parecen a que están en el mismo avión.

PERO, ¿DUERMO EN UNA CAMA?

Hablemos de un tema peliagudo. Hay otra guerra que se libra en el aire: la de la aerolínea que ofrece la mejor cama. Es decir, la mejor transformación del asiento en cama. Ahí, la batalla se libra en centímetros. Los aviones se convierten, por la noche, en hoteles. Las clases Business y Primera lo potencian y se lo creen. Algunas aerolíneas como Emirates preparan la cama como si el avión fuera Downton Abbey.

LA COMIDA NO DEJA DE SER COMIDA DE AVIÓN, ¿VERDAD?

Se come en el avión pero aquí entramos en otra liga. Las clases Business y Primera son también restaurantes voladores. Los chefs se fichan como si fueran futbolistas galácticos. Cuantas más estrellas Michelin hay cerca de las estrellas de verdad, más contentos todos. La bodega se cuida con el mimo de la de Atrio. Bueno, no nos pasemos, pero se cuida muy bien.

¿QUÉ VOY A SENTIR ALLÍ ARRIBA?

Por ejemplo, que el tiempo tiene una forma muy caprichosa de comportarse en las clases elevadas de los aviones. O permite ver tres películas de estreno, un capítulo de Friends, comer dos veces como un gourmand o nos invitan tanto al descanso que nos dormimos y al abrir el ojo ya estamos aterrizando. La sensación de irrealidad en una primera clase es inquietante. Pero inquieta bien.

Y, ¿POR QUÉ TIENE QUE TERMINAR?

Todo tiene un fin, hasta volar en la Première de Air France. Por supuesto, los afortunados que lo hacen salen los primeros del avión, reciben su maleta sin tensiones y son depositados, de nuevo suavemente en su destino. En Primera todo es suave. Hasta las turbulencias.

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