Lhasa, 3650 metros de altitud, 400.
000 habitantes, una cultura única, varios de los palacios, templos y monasterios más importantes del mundo, y decenas de miles de peregrinos que acuden al menos una vez en la vida a esta ciudad para dar muestra de su fe. Estamos en la capital y centro espiritual del mundo tibetano, un lugar que desprende misticismo por los cuatro costados.
La zona de Barkhor es la más interesante y auténtica, en el casco antiguo de la ciudad, donde la mayoría de los peregrinos se reúnen para llevar a cabo el circuito de la kora, consistente en caminar en el sentido de las agujas del reloj mientras rezan sus oraciones incansablemente, en una procesión interminable de fieles que nunca se interrumpe. Esto acontece alrededor del Templo Jokhang: el corazón del mundo espiritual tibetano.
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En torno al Templo Jokhang fluyen sin cesar el humo del incienso, los peregrinos postrándose sin descanso, las ruedas de plegaria girando, los coloridos ropajes tradicionales y las caras de tibetanos cuya edad es imposible de adivinar, agrietadas por años de vientos helados y sol abrasador. Tal acto de fe sobrepasa el entendimiento, y su poderosa impresión plasma un recuerdo imborrable a todo el que lo siente desde dentro.
A su alrededor se monta un extraordinario mercado de objetos artesanales, entremezclados con ingentes cantidades de chatarra made in China. Aprender a diferenciarlos no siempre es sencillo, por lo que si no tienes mucho ojo y no quieres ser engañado, busca alguien que te merezca confianza para que te ayude. Importante: regatea. Sobre el primer precio que te digan, divídelo por tres e intenta negociar por esa cantidad, aunque te parezca demasiado poco.
Lo más conveniente es alojarte cerca de la zona de Barkhor (hay bastante donde elegir), pues el flujo de peregrinos tiene una magia especial de la que nunca te cansas y querrás volver una y otra vez. Cuando camines junto a ellos procura realizarlo igualmente en el sentido de las agujas del reloj, en señal de respeto. Algunos tibetanos tienen ciertos reparos a la hora de recibir fotografías, intenta ser discreto y respetuoso. También es merecedor de un paseo el barrio musulmán al Este de Barkhor.
El otro punto álgido de Lhasa es el Palacio de Potala, palacio de invierno del Dalai Lama. Es el buque insignia de la ciudad, y uno de los lugares sagrados más importantes del planeta. Cómo no, es Patrimonio Mundial UNESCO. A su alrededor también tiene lugar otra kora. Si no te atreves a pronunciar el mantra om mani padme hum, siempre puedes girar las ruedas de plegaria, que en teoría surten el mismo efecto que rezar las plegarias y acumularás así un poco de buen karma. Para llegar aquí puedes andar desde el Palacio de Jokhang, ya que hay solo un kilómetro y medio de distancia.
Para comer lo tendrás fácil, pues los restaurantes con precios asequibles abundan en las zonas principales de la ciudad. Platos tibetanos, nepalíes e indios conforman gran parte de los menús que te encontrarás. Recomiendo fervientemente el restaurante Tashi I, situado en la esquina entre la carretera principal (Beijing DongLu) y la calle que se dirige a la plaza de Barkhor. Delicioso y económico.
Es posible moverse por Lhasa libremente, sin guía, aunque sí que dependes de uno para entrar a visitar los principales templos o palacios de la ciudad. Si vas en un tour, intenta llegar un día o dos antes de que éste comience, para deambular por la ciudad a tu ritmo. Para ello tendrás que informar a tu agencia de viajes de tus planes, pues el guía ha de ir a recogerte a la estación de tren o el aeropuerto.
Hay mucha presencia militar por doquier, no tomes fotografías de los soldados o te puedes meter rápidamente en líos. Algunos portan extintores, prevenidos ante los esporádicos intentos de monjes que se queman a lo bonzo. Ten precaución. No obstante, Tíbet no es peligroso y en general serás muy bien tratado tanto por unos como por otros.
El próximo domingo presentaremos una nueva entrada sobre Lhasa en la que daremos detalles sobre los principales monasterios que rodean la ciudad, el Palacio de Verano del Dalai Lama, así como otros consejos sobre cuándo es mejor visitar la ciudad y cómo moverse por ella.