Vacaciones con hijos adultos, una combinación que puede ser explosiva
Cuando los padres deciden viajar con sus hijos ya adultos, la experiencia puede derivar en situaciones explosivas. 10 consejos para unas buenas vacaciones.
Por Julia Naue (dpa)
Las peleas suelen ser moneda corriente cuando toda la familia se reúne para Navidad o Año Nuevo. ¿Qué pasa entonces cuando los adultos mayores deciden pasar unas vacaciones con sus hijos, que ya no son niños sino adultos como ellos? Aquí, diez consejos para pasar unas vacaciones tranquilas:
Preparación: Antes de embarcarse en unas vacaciones con los hijos adultos, los padres deberían preguntarse cuán estrecho es el contacto con ellos. Si viven en dos puntas distantes del país, lo más probable es que se vean relativamente poco. Cuanto menos contacto tienen los padres en el día a día con sus hijos, más intensivamente deben planear las vacaciones.
El destino de las vacaciones: Parte de la planificación consiste en responder la pregunta de a dónde se irá. Si el grupo no es muy experimentado, lo mejor es un viaje corto a un sitio cercano que uno largo a un lugar lejano. Los viajes cortos sirven además como test para posibles vacaciones más largas en el futuro.
Aclarar de antemano: Muchas de las cosas que pueden ser fuente de conflicto durante las vacaciones se pueden evitar hablando antes. Si la madre sabe que no le gusta que su hija resuelva siempre todo de forma espontánea, lo mejor es que se lo aclare de entrada, antes de viajar.
Alojamiento: Hotel o casa de alquiler, esa es la cuestión. Lo mejor es tener siempre la posibilidad de aislarse un poco de ser necesario. Es decir, no importa qué opción elijan, pero lo importante es que todos tengan su propio cuarto.
Actividades: Caminar por la ciudad o senderismo para los mayores, sauna y distracción para los hijos: quien cree que los mayores no le pueden seguir el ritmo a los más jóvenes en las vacaciones está equivocado. Muchas veces los más jóvenes, que son los más estresados, quieren descansar los primeros días, mientras que los mayores, que no están tan desesperados por tener vacaciones, quieren hacer más cosas. Para que todos estén satisfechos, el destino elegido debería ofrecer las dos cosas: tranquilidad y aventuras.
Espacios libres: Viajar juntos no significa que hay que pasar juntos cada minuto. Los mayores deberían reflexionar sobre las cosas que quieren compartir con sus hijos y acordar, por ejemplo, una cena juntos o algunas actividades en común.
Quién decide: Antes eran siempre los padres los que decidían qué se hacía en vacaciones. Sin embargo, cuando los hijos ya son adultos, no tienen ganas de que les digan lo que tienen que hacer. Por eso es importante que las dos partes sepan que no van a poder reeditar mágicamente las vacaciones familiares del pasado.
Dinero: Antes eran siempre los padres los que pagaban. Hoy día, naturalmente, ya no tiene por qué ser así. Los padres no tienen que correr con todos los gastos de los hijos. Por otra parte, tampoco pueden creer que pueden decidir todo si son ellos los que pagan.
Nietos: Muchas veces los abuelos se alegran cuando los nietos participan de las vacaciones, y para los padres de los niños puede ser un alivio contar con esa ayuda. Sin embargo, los adultos mayores no tienen por qué convertirse en niñeros durante las 24 horas. Tiene que haber un límite bien claro sobre quién se ocupa de los niños.
Nueras y yernos: Las parejas de los hijos son un gran tema y pueden ser motivo de peleas. Por eso, lo mejor es hablar acerca de las tensiones, si las hay, de antemano.
Fuente: Perfil.com