A veces, un mal compañero de viaje puede estropear una visita a la Alhambra, un crucero por el Mediterráneo o un trekking por las Baleares.
No todos nuestros amigos son buenos compañeros de viaje, como no todos los compañeros de viaje son grandes amigos. En esta curiosa relación, sólo hay una regla inquebrantable: que, pase lo que pase, todos los viajeros compartan la misma manera de interactuar con el mundo. Te damos 20 consejos para localizar al compañero ideal.
1. Comparte tus gustos. Sólo así evitarás caras de aburrimiento en un museo, discotecas con música que no soportas o viajes interminables en autobuses incómodos. Si vais a pasar tiempo juntos, más vale que os gusten las mismas cosas.
2. No es ni dictador ni esclavo. Por unos días, tu acompañante se convierte en algo así como una pareja temporal. En vuestra historia romántica, como en las historias de la vida real, la clave es saber dar y recibir a partes iguales. Domina al pequeño dictador que llevas dentro y no permitas que el del otro aparezca. En el equilibrio está el éxito del viaje.
3. Toma responsabilidad. La anterior se aplica también a la repartición de tareas. Viajemos en grupo o con otra persona, no podemos dejar que sólo uno de los viajeros se ocupe de todo. Incluso los coordinadores empedernidos necesitan un descanso.
4. Comparte tus horarios. Hay viajeros marmotas y viajeros aspirantes al insomnio; y ambos tienen sus horas para levantarse, acostarse y descansar. Encontrar un compañero que se adapte a nuestros ciclos horarios con la mayor proximidad posible nos permite estar relajados y/o dormidos durante todo el viaje.
5. Te deja un espacio. Para algunos hacer trekking es un sufrimiento insoportable; para otros es algo esencial que les llena de vitalidad. Un buen compañero no te obliga a compartir todas las actividades que quiere hacer, sino que respeta que prefieras la hamaca al submarinismo. Y viceversa.
6. Sabe estar solo. Si llevamos muchos días viajando con la misma persona, tal vez necesitemos un momento a solas, incluso un día entero. Estar separados nos permite echar de menos (y no de más) la compañía del otro. Los ingleses lo dicen de otra manera: “Be together but alone”.
7. No teme los imprevistos. Un buen compañero de viaje se adapta a todas aquellas situaciones imprevisibles que aparecen en el viaje. Quedarse sin gasolina, experimentar un monzón inesperado, descubrir que el hotel ya no existe o perder algún objeto de valor no son problemas. Son aprendizajes.
8. Te hace reír. A menos que sea alguien que hable con las paredes y nos recuerde a nuestra madre, debe ser divertido y hablador, algo que sin duda enriquece la dinámica de vuestra relación.
9. Es retrospectivo. De hecho, uno de los mejores momentos de un viaje es el de ponernos a dormir. Ese instante en que, desde la litera de un albergue o la habitación de un hotel, se recuerdan todas las absurdidades que han pasado durante la jornada. Una catarsis necesaria.
10. Habla con desconocidos. Nuestros padres nos enseñaron que no debíamos hacerlo, pero seamos realistas: no hay nada mejor que conversar con locales y hacer amigos en las paradas de autobús. Una auténtica fuente de anécdotas.
11. Sabe mantener la calma. No importa cómo de grave sea la situación; el compañero ideal sabe pensar en frío y encontrar soluciones momentáneas.
12. Es precavido. Antes de embarcarnos en una aventura de días, es mejor probar cómo nos compenetramos en un viaje corto. Un fin de semana es suficiente para ver si tenemos esa conexión necesaria o si, por el contrario, sería mejor dejar la experiencia en una corta escapada.
13. Abraza la empatía. Se preocupa por los demás y sabe que el éxito del viaje depende de tener en cuenta como se sienta el otro. Y eso, por supuesto, también te concierne a ti.
14. Es alguien tolerante. No sólo con lo que sucede en el viaje sino también con las personas que encontráis por el camino. Un buen viajero sabe cómo comportarse en público y ser respetuoso con los demás.
15. Sabe disculparse. Van a pasar muchas cosas imprevistas y habrá momentos de tensión más o menos intensos. Que tu compañero se coma el último M&M’s, se confunda y coja tu cepillo de dientes o se olvide por completo de la hora a la que habéis quedado es algo que puede pasar. Pero lo importante no son las ofensas; sino las disculpas.
16. Nunca lo verás juzgando. Puede que no soporte tu obsesión por comprar bolsos en mercadillos callejeros, o que le ponga muy nervioso que hables demasiado alto en los restaurantes. Pero, ante todo, te respeta y tolera esas pequeñas cosas de ti que vuelven loco a cualquiera.
17. Muestra sus sentimientos. Algo maravilloso de viajar con alguien son los momentos de aburrimiento. En ellos, es cuando empezamos a conversar sobre aquellos deseos y miedos que hemos tenido alguna vez, abriendo la intimidad con el otro. Un buen compañero es aquel que, además de escuchar, puede compartir contigo lo que piensa.
18. Pacta las cuentas. No nos gusta hablar de ello, pero el dinero es importante en los viajes. Debemos elegir compañeros que, o bien sean tan ratas como nosotros, o bien derrochen igual que nosotros. Las diferencias de perspectiva, aquí, pueden ser gran fuente de conflicto.
19. No coge prestado todo lo que llevas. Sino que te pregunta amablemente si tienes pasta de dientes, champú o algo dulce para pasar la tarde. Al final acaba usando todas tus cosas igualmente, pero es cuestión de modales.
20. Controla el postureo. Y eso implica varias cosas: no se hace mil selfies en un monumento, no tiene que estar actualizando constantemente las redes sociales y no se enfada porque el Wi-Fi no funciona. El postureo, en todo caso, lo practica un máximo de cinco minutos al día y, sobretodo, al volver del viaje.