Las vacaciones de verano nos permiten realizar michas actividades diferentes, pero una de las más gustadas es irse a la playa a tomar el sol. Si existe una playa en nuestra ciudad de residencia la verdad es que es todo un lujo. Es una afortunada circunstancia que vale la pena aprovechar.
Y si uno sale de vacaciones lo más seguro es que elijamos un destino playero. De modo que es muy probable que en algún momento del año terminemos descansando en una toalla o una silla de playa para tomar el sol y gozar de la brisa marina que tan grata resulta.
Pero cuando se toma el sol se tiene mucho tiempo libre y como no conviene moverse demasiado cuando se está expuesto a la luz solar, es un tiempo propicio para tomar decisiones.
No es un consejo vano: pocas veces se tiene la oportunidad de pensar las cosas con calma y detenimiento y cuando uno se está bronceando en la playa es aconsejable aprovechar ese tiempo para disfrutar de la interioridad propia. El sol en el marco de nuestras vacaciones no solo nos ilumina por fuera, sino que puede ayudarnos a iluminar nuestra mente de valiosa manera.