Se habla mucho de los prescriptores y su poder.
Vemos por doquier listas de influencers, otras donde se enumeran los mejores blogs de viajes, de música, de cine, de política, de tecnología… Hay soportes que crean rankings que nos permiten saber en todo momento quiénes son los “mejores” en ciertos segmentos: Ebuzzing, Alexa, Pagerank, Klout... y mil más.
Pero a la hora de la verdad mi pregunta va dirigida a todos aquellos que nunca salen en listas, ni tienen blogs ni prescriben nada. A todos aquellos que no saben que mide el Tweetreach ni les importa.
Al redactar un post, sí, quiero que lo lea cuanta más gente mejor y claro que las visitas me importan. Pero en el fondo, cuando escribo sobre un destino no lo hago pensando en esos rankings, donde si me incluyen, bien, pero si no salgo, tampoco me muero.
Cuando decido un tema y lanzo un post pienso siempre en el lector de esta información, el cual llega a este blog de muchas maneras. La mayoría, através de Google, en una simple búsqueda (el 81 % según mi Google Analytics) y cuyo objetivo es sólo buscar información concreta para su próximo viaje. Suele ser gente ajena completamente al sector. Viajeros normales y corrientes que utilizan la red para documentarse sobre sus escapadas, buscar ofertas y materializar sus reservas. Personas que no tienen ni idea de rankings, listas ni nada de eso.
El resto de lectores entran desde las redes sociales: Twitter, Facebook… sin duda fantásticas fuentes de tráfico no sólo para un blog. Son estos, soportes donde es fácil lanzar otro tipo de información sobre ciertos temas, tendencias y una referencia valiosa para mantenerse al día con todo lo que se mueve por ahí.
Pero vale. Todos tenemos claro por dónde entran los visitantes. Pero ¿estos qué opinan? ¿De verdad se fían de lo que contamos en nuestros blogs, en nuestros tweets, en nuestros facebooks?
Los estudios al respecto parece que confirman que sí. Que la gente necesita ese consejo de amigo”, esa información procedente de alguien que inspire confianza. Que son muchos los que se dejan seducir por la foto de las vacaciones que ha publicado un conocido en una red social. O por la experiencia de otra persona en ese hotel, destino, museo, restaurante o ciudad que tenemos en mente visitar. De ahí el éxito de redes como Tripadvisor, los comentarios sobre hoteles de Booking… ¿Quién no los ha consultado antes de reservar un hotel o elegir un restaurante?
Problema. Los comentarios en esas redes suelen ser anónimos y a veces tan disparatados que al menos a mi, en muchas ocasiones me despistan más que me ayudan. Me generan dudas y desconfianza. Por eso, al final siempre intento recurrir a ese amigo que ha estado antes en el destino que me interesa. O elijo un hotel porque alguien en quien confío estuvo allí antes y me lo recomienda.
Resumen. Mucha red social, muchos soportes donde opinar y muchas listas y rankings pero a la hora de la verdad de quien nos fiamos es del amigo, del periodista con criterio y profesionalidad, esa persona con engagement (otra de esas palabras de moda) que ofrece contenido de calidad, vivido. Y del consejo de todos aquellos que por una u otra razón nos han demostrado que son dignos de confianza.
Y justo eso es a lo que aspiro. Mi objetivo es que este blog sea uno de esos soportes donde los viajeros encuentran información útil para sus viajes, consejos de “amigo” . Y eso se consigue con el boca a boca, con buena reputación. Y si, claro, los rankings influyen pero no tanto.