Planificar unas vacaciones en el exterior con un bebe o un niño pequeño no es fácil.
Y para padres primerizos, habituados a considerar sólo gustos personales y el presupuesto disponible, es todo un descubrimiento al advertir que hay mucho más a tener en cuenta.
En viajes internacionales es natural que se descarten las grandes ciudades como destinos. Cuando a los hijos les sobran los dedos de una mano para decir su edad necesitan, por ejemplo, una alimentación que no suele estar disponible en un puestito al paso, y siguen rutinas que pueden incluir una siesta y no se llevan bien con los city tours. Sí, los bebes pueden dormirse durante el paseo, pero también se agotan, se aburren, se encaprichan. Y si ellos no disfrutan, los adultos tampoco.
Así, una playa tranquila suele aparecer como la opción adecuada para todos. Sin sobresaltos, lejos de las multitudes y sin necesidad de movimientos cotidianos en toda clase de transportes, el descanso es más sencillo, divertido y seguro.
La playa ofrece muchos beneficios. En principio, el paisaje es estimulante para los más pequeños: las olas y el mar y la arena siempre invita a jugar. Es cierto que a veces, inicialmente, ésta es rechazada por los niños cuando la tocan con sus manos curiosas o la perciben bajo sus piecitos, tan blanda e irregular. Pero no pasa mucho tiempo antes de que los cautive y sea una gran aliada para los padres que pueden relajarse, conversar o avanzar en la lectura de ese libro, hace semanas detenida en los primeros capítulos.
Los chicos, además, son más independientes en la playa. Con supervisión constante, pueden jugar a orillas del mar, correr sin descanso, jugar a la pelota y relacionarse con otros niños. Incluso es habitual que hoteles y paradores dispongan de los denominados Kid's Club -generalmente para mayores de 3 años- en los que un equipo cuida, juega y organiza actividades para los pequeños huéspedes mientras los padres tienen su propio recreo.
Hay destinos playeros top en los que se puede alquilar una cabaña o departamento equipado con cocina, lo que garantiza un menú similar al que se prepara normalmente en casa y que resulta más barato que un alojamiento de iguales características en ciudades taquilleras como Nueva York, Miami o Roma.
Además, en el Caribe, sobre todo, hay muchas propuestas de hoteles all inclusive, ideales para quienes sueñen con ahorrarse el tiempo y el trabajo que demanda desde pensar qué cocinar, pasando por salir a comprar los víveres, preparar la comida, levantar la mesa y, finalmente, limpiar los remates del despliegue que cada elaboración culinaria implica, por mínima que sea.
En los alojamientos con esta modalidad hay una variedad de platos tan amplia que es fácil encontrar opciones para los chicos, a la vez que conforman hasta a las madres más exigentes y temerosas respecto a lo que ellos comen.
Los sí y los no
Claro que más allá de la playa hay muchos otros lugares de interés cultural, histórico y natural para visitar en vacaciones. Pero, una vez más, la clave es pensar si son adecuados para los niños. Por caso, las ruinas de Chichen Itzá son imperdibles para todo aquel que viaje a la Rivera Maya, en México. Sin embargo, es mejor evitarlas con chicos menores de seis años: el calor y la humedad en la región son muy intensos y no hay infraestructura -ni siquiera grandes arboledas- para protegerse del sol y recuperar energías.
Tampoco son recomendables las excursiones que empiezan temprano por la mañana y terminan a última hora de la tarde, agotadoras para los más chiquitos; excepto que esté contemplado pasar tiempo en espacios donde ellos puedan descansar y tener juego libre, con sombra e instalaciones adaptables a sus necesidades básicas.
Nada de esto implica rechazar cualquier posibilidad de conocer lugares nuevos y fascinantes, aunque no sean específicamente para chicos. Pero si se van a hacer excursiones es importante tomar algunos recaudos para que el programa resulte amigable para todos. Lo ideal es alquilar un auto y encarar los paseos que se deseen por cuenta propia (en los casos en que sea posible, por supuesto) y manejar los tiempos en función de las necesidades y gustos propios, sin los protocolos ni las paradas de las excursiones contratadas.
Vale la pena conocer algunos parques naturales con buenas instalaciones en las que los chicos se conectan con las fauna y flora regional. Siempre que exista la chance de volver al alojamiento cuando la familia lo desee, es una buena opción.
Acortar distancias
Para llegar a destino hay que emprender un viaje que, con un bebe o un niño pequeño, puede ser toda una aventura. Se hace largo cuando se requiere tomar más de un avión teniendo en cuenta además, que hay que estar en el aeropuerto unas tres horas antes del despegue y que estos nunca están cerca de los destinos de origen ni de llegada. Aun así vale la pena llegar incluso una hora antes de lo que generalmente se sugiere para pedir una mejor ubicación en el avión, aunque ya se haya hecho el check-in por Internet. Es posible, con la buena voluntad de quien esté en el mostrador de la aerolínea, reservar un asiento extra de modo que madre, padre e hijo tengan su butaca -aun cuando el menor no haya tenido que pagar; y sólo si hubiera lugares libres-, lo que hace más confortable el viaje.
Entretenidos
Por otra parte, hoy los aviones cuentan, en su mayoría, con pantallas individuales con películas y programación de tevé infantiles que también ayudan a que el vuelo sea más entretenido. Revistas, cuentos y la imaginación son más herramientas útiles para tener a mano. Si además se puede viajar de noche, mucho mejor, dado que durante gran parte del trayecto los chicos estarán dormidos. En esas circunstancias, otro recurso valioso es el de elegir los asientos del centro (cuando es un avión de tres filas) ya que los de los laterales permanecen gran parte del vuelo iluminados, lo que dificulta y fastidia el sueño. Privilegiar las conexiones breves también es una táctica oportuna.
Ya en feliz destino será hora de disfrutar. Sobre todo si se contrató un alojamiento a pasos de la playa. Así, las frecuentes e inevitables idas y vueltas en busca de mamaderas, pañales o lo que sea que requieran los niños, se harán menos engorrosas; con la ventaja de no tener que cargar gran cantidad de bártulos cada vez que se regresa a la arena.
Eso sí, es muy recomendable viajar con el clásico cochecito de bebé conocido como paragüitas porque nunca falta un paseo por calles turísticas ni por pueblos o ciudades cercanas. Si hubiera que comprar antes de partir, lo ideal es priorizar a los más livianos que, además, se puedan cerrar y abrir fácilmente y que, al plegarse, disminuyan su tamaño de manera considerable para su trasladado.
Otro aspecto importante a considerar es que el destino de playa garantice una atención médica de suficiente calidad en el mismo lugar o a pocos kilómetros. Aunque probablemente no nos haga falta, es importante estar cubiertos.
Claves para tener en cuenta antes de salir
1- Si la familia vuela con un bebe de 7 días o menos, las aerolíneas suelen pedir un certificado médico que asegure que la criatura está en condiciones de viajar. Si se trata de un niño menor de dos años, a veces no paga y, en otros casos, abona un porcentaje de la tarifa, más tasas de embarque e impuestos. Muchos alojamientos tampoco cobran la estadía de los menores de tres años.
2- Llevar todo lo necesario pero evitar equipaje de más. No olvidar el botiquín para los chicos.
3- No vale la pena viajar con balde, pala, rastrillo y moldes para jugar en la arena. En los destinos de playa nunca faltan combos de juguetes a precios accesibles. Potes vacíos de crema, vasos de plástico y caracoles también se reciclan para la creatividad en la arena.
4- El protector solar con factor superior a 50 es fundamental para los chicos. También es recomendable llevar gorro, no exponerlos al sol entre las 11 y 15 horas (momento perfecto para almorzar y dormir una siesta) y vestirlos con trajes de baño de dos piezas (con remera de mangas y short o bombacha) o los que son trajes enteros que cubren parte de brazos y piernas. Incluso los hay con protección UVA.
5- Consultar antes de viajar si el alojamiento contratado cuenta con cochecitos de bebe. Si no, vale la pena llevar el famoso paragüitas. Cuanto más liviano y pequeño, mejor.
6- Viajar con seguro médico adecuado y cerciorarse de que el destino cuente con una buena y cercana atención hospitalaria.