Todo en este hotel es un sincero homenaje a la hermosa isla.
Miembro de la colección Belmond, experta en contextualizar el lujo, el Jimbaran lo condensa con especial sensibilidad, fiel a la cultura amable de este edén de Indonesia elegido por los dioses.
Tan difícil como decantarse por un solo lugar de Bali es elegir un hotel. Con razón la llaman la isla de los dioses: Éstos, ya se sabe, poseen el don de la ubicuidad. A falta de ello, nosotros, mortales, nos decantamos por el Belmond Jimbaran Puri, un hotel que aprehende con especial sensibilidad la esencia de este paraíso.
Arquitectura
Compuesto por 42 tradicionales cabañas y 21 villas, el Jimbaran es la perfecta recreación de una aldea balinesa. Alternan los estanques, apabulla la naturaleza, fascinan los templetes y, en el horizonte, siempre aguarda la mejor playa de la isla que susurra augurios de dicha.
El interiorismo del hotel es auténtico, sencillo y posee la delicadeza sin artificios que sólo conoce Oriente. Piezas de teca y rafia, telas batik, antigüedades. La magia está, como siempre, en los detalles: las sandalias de rafia que descansan junto a la cama con dosel; la cesta de la playa que espera en el vestidor, el té de la tarde, aunque no falte tampoco una cafetera Nespresso, ni el wifi, ni la televisión de pantalla plana. Pero quién quiere televisión si afuera aguarda el paraíso.
Naturaleza
Todas las villas, con su tamaño generoso, poseen un jardín delicioso y una piscina de dimensiones perfectas. No falta la cama balinesa, como tampoco las hamacas donde dejar correr el tiempo con el murmullo del agua como mejor compañía. Igualmente tentadora es la piscina del propio hotel, de piedra, rodeada de nenúfares, no muy lejos de la playa. Ésta es el escenario perfecto para aguardar a la puesta de sol, pero antes de que eso suceda es perfecta para pasear y adentrarse en la vida local, con sus barcazas de colores y chiringuitos de playa.
Gastronomía
Podrá pasear por la playa, acompañado por algún miembro del hotel, y acercarse al mercado local. Aprender sobre la pesca de la zona, elegir el pescado que más le tiente y luego cocinarlo en una clase con el chef; o, si prefiere saltarse ese último paso, sentarse directamente a la mesa.
El arte de la mesa en el Jimbaran es digno de elogio. Cuenta con dos restaurantes, a cual más tentador: Tunjung -que sirve cocina balinesa pero también especialidades asiáticas- y Nelayan, la opción gourmet de alta cocina local, especializado en marisco, con un acercamiento mediterráneo. Como no podía ser de otro modo, ambos están en perfecta sincronía con las tradiciones de esta isla y no falta el arroz, las verduras especiadas, los satays, mei goreng y el pescados fresco.
Cuerpo y alma
Para terminar de agasajar al cuerpo no hay nada como dejarse llevar en un masaje balinés. Y es que existe una verdadera escuela propia del bienestar en esta isla que se ha transmitido de generación en generación, y que en un principio no tenía más fin que el de reparar los cuerpos ajados de los agricultores.
No ha cambiado tampoco en esta isla feliz su relación con los dioses. En el Jimbaran es habitual ver a los trabajadores depositando ofrendas en los pequeños templos que salpican el resort. Si lo desea puede aprender a confeccionar los tradicionales arreglos florales y acudir a un templo de la inmediaciones y asistir a una ceremonia. Fuera aguarda el frenesí que viven las calles de Asia, pero que aquí se disfruta en calma, como sólo acontece en esta isla feliz que eligieron los dioses.