Por su solitario ambiente y sus características naturales, la Isla del Coco, en Costa Rica, ha sido calificada alguna vez, como la más hermosa del mundo.
Se encuentra en las aguas del Pacífico, es de constitución volcánica y abarca unos 24 kilómetros cuadrados. Por su riqueza en variedades de flora y fauna, esta isla está considerada como un verdadero santuario de ecodiversidad y exuberancia silvestre. Fue en el año de 1869, cuando la Isla del Coco fue anexada a Costa Rica y unos años más tarde el gobierno tico intentó utilizar la isla como presidio. No obstante, el costo de esta medida fue tan significativo, que en 1882 se dejó el proyecto de lado.
Se dice que en los siglos XVII y XVIII varios piratas y corsarios arribaron a la Isla del Coco, para hallar cobijo y principalmente, para ocultar sus tesoros. Son célebres los piratas Espada Sangrienta (Benito Bonito), William Thompson y Edgar Davis. De todos estos tesoros, el más famoso era el de Lima, con enormes cantidades de playa y oro. Al difundirse la leyenda de todas estas riquezas, supuestamente escondidas en la Isla del Coco, mucha gente acudió a explorarla, sin que finalmente pudiera hallarse nada. Lo único que se ocasionó con esta intrusión masiva, fue un considerable daño al entorno de la ínsula.
El clima en la Isla del Coco es tropical y con lluvias abundantes, lo cual beneficia a su profusa vegetación. Los meses considerados como los más secos son los de enero, febrero, marzo, septiembre y octubre. El paisaje de la isla se encuentra definido por varios ríos, cascadas, cuevas en las profundidades marinas e impresionantes acantilados. A finales de la década de los setentas del siglo XX, la Isla del Coco se transforma en un Parque Nacional y en las postrimerías de los noventas, es reconocida como Patrimonio Nacional de la Humanidad. Es de hacer notar que en este sitio habitan más de 1300 especies animales, tanto marinas como terrestres.
Desde una perspectiva turística, el buceo es lo que atrae a la mayor parte de los turistas a la Isla del Coco. En sus cerca de mil hectáreas de aguas transparentes y rebosantes de vida, los turistas pueden hallar un atractivo difícil de resistir. No obstante, solo los buceadores más experimentados tienen la oportunidad de aventurarse en estas aguas, por las caprichosas corrientes que las caracterizan.