Las mujeres jirafa son un gran atractivo turístico del norte de Tailandia.
Pertenecen a la tribu Kayan, o Karen, y son refugiadas oriundas de Birmania. Dejando a un lado su aspecto, son muchas las voces que califican de explotación su exhibición
Desde tiempos ancestrales, las diferentes culturas, tribus y etnias han tenido sus propias costumbres, ritos y tradiciones, algunas de las cuales aún perduran en nuestros días. Sin embargo, el mundo globalizado en el que vivimos ha terminado por hacer desaparecer muchas de estas tradiciones, quedando relegadas a grupos que habitan en zonas de difícil acceso o tienen poco contacto con el mundo exterior.
No obstante, los lugares en que todavía se mantienen estas costumbres pueden convertirse en importantes destinos turísticos para los viajeros que desean conocer otro tipo de culturas. Es el caso de las mujeres jirafa de Tailandia, que ni son jirafas, ni realmente son originarias de este país asiático, ni en muchos casos tratan de preservar su identidad cultural, ya que, simplemente, se han convertido en meros productos para atraer al turismo y a sus siempre importantes ingresos económicos.
Pertenecientes a las tribus Karen, Karenni o Kayan, las mujeres jirafa se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos del norte de Tailandia. Forman parte de una comunidad desplazada desde Birmania, a causa de los diferentes conflictos bélicos que han tenido lugar en su región natural, que ha importado a Tailandia su peculiar tradición de decorarse el cuello.
Se les llama mujeres jirafa por su costumbre de ornamentarse el cuello con anillos de latón, una práctica que comienza desde su infancia y que se supone da lugar a un progresivo crecimiento del mismo. La sucesiva incorporación de estos aros, durante toda la vida de estas mujeres, va estilizando el cuello de forma continua hasta asemejarse al de los mamíferos con el que se las compara.
Si bien resulta bastante llamativo observar los alargados cuellos de estas mujeres, no en vano son el objetivo de las cámaras fotográficas de miles de turistas de todo el mundo, debemos tener en cuenta que se trata de una práctica bastante perjudicial para la salud. Incluso hay sectores que acusan al gobierno local de instigar esta práctica para no perder los beneficios generados por el turismo que es atraído por el singular aspecto de las féminas.
La vida de una mujer jirafa está ligada para siempre a estos aros, que no se quita ni siquiera para dormir, y que en realidad lo que hacen es comprimir sus hombros y su caja torácica para crear el efecto visual de un cuello más largo, sin que la longitud del mismo sufra realmente una prolongación.