Pinturas rupestres de la sierra de San Francisco

Situación: En la región central de la península de Baja

California, en el desiertote El Vizcaíno

Patrimonio de la humanidad desde 1993.

Se desconoce la autoría y la época de la que datan estas obras. Lo único cierto es que las pinturas rupestres halladas en la inhóspita sierra de San Francisco constituyen uno de los testimonios más importante del arte precolombiano.
Las representaciones monumentales de personas y animales impresionan tanto por su colorido como por su ejecución.

El clima desértico, cálido y seco, de la península de Baja California y la costa del Pacífico- ha conservado en perfecto estado estas valiosas pinturas rupestres en cuevas inaccesibles y entrantes de roca.

Exceptuando las escasas ocasiones en que lluvias torrenciales inundan los resecos lechos de los ríos y los transforman en peligrosas corrientes de agua, la zona meridional de la alargada península de Baja California se caracteriza por seca, polvorienta y calurosa, unas condiciones que convierten esta inhóspita región en una de las más despobladas de México. A pesar de ello, la sierra de San Francisco, que forma parte del desierto de El Vizcaíno, presenta unas pinturas precolombianas que por número y tamaño, pero ante todo por su excelente estado de conservación, son únicas en su género. Hasta el momento se han descubierto 400 localizaciones con estas obras; 250 de ellas, entre las que se cuentan las pinturas más hermosas e importantes, se hallan en la sierra de San Francisco, en las proximidades de las poblaciones de San Francisco y Mulege.

Viejos maestros precolombianos

Las pinturas descubiertas en las paredes y techos de estas cuevas situadas en lugares recónditos y difícil acceso se remontan probablemente al periodo comprendido entre los años 1100 a. C y 1300 de nuestra era Pero, a pesar del paso de los siglos, estas obras de arte rupestre han logrado conservarse intactas gracias a la sequedad del clima y a lo inaccesible de su localización.

Las pinturas muestran personas y animales, en ocasiones de tamaño
natural; con frecuencia las primeras aparecen portando armas, lo cual hace suponer que representan escenas bélicas y de caza.
En cuanto a las cuevas en sí, seguramente no fueron utilizadas como viviendas, si no como lugares de culto o como trampas para cazar animales.
De entre la fauna claramente identificada en las representaciones pictóricas- como pumas, linces, ciervos, tortugas, águilas, pelícanos, ballenas y diversos tipos de peces-, varias especies desaparecieron hace mucho tiempo de la Baja California, de lo que se deduce que el clima y, por lo tanto, la flora y la fauna de la península han experimentado cambios radicales con el transcurso del tiempo.

Estos artistas rupestres ya emplearon unas técnicas sorprendente elaboradas. Mediante la imprimación de fondo, el dibujo del contorno y el sombreado conseguían unos efectos extraordinariamente plásticos, que se enriquecían mediante una mediante una completísima gama de colores, obtenida a partir de la trituración de roca volcánica. Sin embargo, nada se sabe acerca de los autores de estas magnificas pinturas. El pueblo culturalmente más avanzado de Baja California era el de los guachimis, que habitaban la zona comprendida entre La Purísima y el extremo septentrional de la península. El jesuita Francisco Javier Clavijero, considerado el descubridor de estas pinturas, publicó en 1789 un relato sobre su viaje a través de la Baja California donde afirma que, según las leyendas de los indios, éstas habían sido realizadas por gigantes.

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