Cuba

Playas de La Habana

La Habana es la capital de Cuba, y por ende, es de esperar que posea muchos aspectos interesantes.

Se trata de una fascinante ciudad que además de ser la urbe de mayores proporciones en el país, tiene numerosos sitios recomendables para visitar. Un paseo por las calles de La Habana nos permitirá conocer aspectos de su pasado colonial y edificaciones posteriores que han ido dándole forma, con el tiempo, a la identidad de la capital de Cuba.

Para las personas que tengan pensado acudir a La Habana, es importante que sepan acerca de las opciones de entretenimiento y relajación que se tienen disponibles en el lugar. De inicio, vale la pena destacar los 10 kilómetros de playas de tersa arena, que se encuentran cercanas a esta ciudad cubana, gracias a una carretera de doble vía, desde su zona este, justo donde aparecen las autopistas más importantes y circunvalantes de La Habana.

Desde la llamada Habana Vieja y el área del Malecón, así como también sus barrios cercanos, se ingresa al túnel de la bahía de La Habana. Por este lado se arriba a la Vía Monumental, que cruza por varias instalaciones deportivas de esta urbe hasta llegar a la carretera marítima de la Vía Blanca, desde donde pueden contemplarse bellos paisajes del litoral marítimo de la región.

Qué visitar en las Playas de La Habana

La Vía Blanca pasa por diferentes puntos turísticos de la costa y por la comunidad de Matanzas, hasta arribar a Varadero, el balneario más famoso y gustado de Cuba. Más de 20 kilómetros de playas garantizan la satisfacción hasta de los turistas más exigentes. Es sencilla y segura la llegada al mar habanero, dispuesto en una costa de panorámicas silvestres cautivadoras. Pero más cerca y en el interior mismo de la ciudad de La Habana, los visitantes pueden visitar la zona costera que existe en el este del lugar. Se encuentra a unos diez kilómetros, luego de haber avanzado unos diez minutos por la Vía Blanca, con rumbo al este. En este marco destaca la concha playera de Bacuranao, formada en esta área por el pequeño río homónimo, durante milenios de procesos geológicos.

No lejos de allí aparece Tarará una modesta comunidad con una estupenda marina de yates y varias zonas de playa y de nuevo se forman los sutiles arenales de las Playas del Este, con Guanabo, Boca Ciega, Santa María del Mar y el Mégano. Mención aparte merece la ciudad de Guanabo, puesto que tiene muchos atractivos turísticos de primer nivel, la cual se extiende paralela a la playa, hasta llegar al río homónimo. Posteriormente aparece el Rincón de Guanabo, donde culminan los arenales e inicia una barrera coralina y su rompiente, en donde los aficionados al ecoturismo y el buceo encontrarán una gran diversidad de animales y plantas acuáticas, además de un entorno por demás paradisiaco.

Cómo llegar a las Playas de La Habana

Cuba es una de las islas más atractivas del Caribe y la manera más aconsejable de visitarla es llegando al Aeropuerto Internacional José Martí, el cual se encuentra en la ciudad de La Habana. Esta terminal aérea tiene conexiones permanentes con la Ciudad de México, Cancún y otras ciudades del continente americano y del continente europeo. Ya en la isla, los turistas pueden transportarse por carretera o por tren.

Información relevante acerca de las Playas de La Habana

Uno de los mejores sitios para visitar en La Habana es la Plaza de la Revolución. Estamos ante un ícono de la capital cubana. Se trata de una las plazas más grandes en el mundo, con más de 70 mil metros cuadrados. En la Plaza de la Revolución destacan monumentos como el dedicado a José Martí, el de Camilo Cienfuegos o el relieve escultórico del Che Guevara. Es una referencia imperdible para quienes visiten las Playas de La Habana

Actividades a realizar en las Playas de La Habana

Otro lugar de indispensable visita en La Habana es la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Es una admirable construcción que se encuentra en la Bahía de la Habana. El cometido que tenía esta fortaleza, era defender al puerto del acoso de los piratas, especialmente a finales del siglo XVIII.

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