Puesto que Primrose Valley y Saint Ives son en sí un dechado de atractivos, es fácil olvidar que sólo unos pasos nos separan de una de las playas más bonitas de Cornualles.
Y si al pensar en las playas de Cornualles sólo le viene a la mente la imagen de palas, pies llenos de arena y espinillas doloridas y enrojecidas, desde aquí animamos a que lo piense de nuevo.
Para empezar, no estamos ante una playa corriente: la bandera azul de la que goza, premia la puntual limpieza tanto de la arena como de las aguas. Y, dejando al margen lo obvio y los baños, en cualquier época del año la playa es mucho más que un escenario artificioso para ilustrar postales turísticas: encontrará en ella un lugar de esparcimiento, para los más pequeños tanto como para los adultos, siempre vibrante y en continuo cambio.
A pesar de que la arena sea dorada y con frecuencia las aguas luzcan turquesa, muy seguido la mejor forma de disfrutar de la playa es pasear por ella bajo un cielo en tonos violeta de veloces nubes bajas, cuando el mar se ve gris verdoso y el viento alza en él, esplenorosos picos de espuma que de improviso dejan paso a las olas.